La Dinastía (libro 11. Vannya)

Cap. 49 Interludio

 

Loriane había tenido una vida más bien trágica, porque, aparte de haber perdido a sus padres estando muy pequeña, y a su abuela con quien había desarrollado un fuerte lazo, un poco después, comenzó a crecer sintiéndose muy sola, porque sabía que su abuelo la amaba, pero compartía poco con ella. La dolorosa y traumática experiencia vivida con Claude Lisieux, solo vino a sumar tragedia a su vida y, de hecho, casi termina con esta. La única alegría que había tenido Loriane, estaba representada en su hija Juliet, y fue a lo que se aferró durante los terribles años de su matrimonio y los posteriores a este.

Loriane tenía veinticinco años cuando Claude las abandonó, pero, aunque logró superar aquello, no sin mucho esfuerzo, nunca más volvió a fijarse en ningún hombre y no porque ellos no insistiesen, ya que Loriane era una atractiva chica de delicada piel de alabastro, cabellos rojos y ojos azul Saint-Claire. Además, era dulce y delicada, aunque con la tendencia a creer en cosas poco convencionales, lo que había llevado a muchos de los habitantes de Nilak, a pensar que aquella chica no tenía los pies bien puestos sobre la tierra.

Inicialmente Juliet, y siendo que su madre era su única pariente, se mostraba muy egoísta y detestaba que alguien se le acercase, de modo que se encargaba diligentemente de ahuyentar a cualquier posible interesado en Loriane. En una ocasión, había llegado al extremo de decirle al señor Laurie, un maestro de la escuela que citaba a Loriane por lo menos una vez a la semana, con el pretexto del comportamiento díscolo de su hija, que dejase de hacerlo, y que, si tenía alguna queja, llamase a Josua Campbell, agregando que su madre sufría de alguna condición psicológica que le impedía tomar cualquier clase de medida o decisión con respecto a ella misma o a su hija. Josua la había reñido en aquella ocasión, advirtiéndole que esa clase de comentarios podían contribuir a que su padre intentase nuevamente hacerse con su custodia. Con las cosas así, Juliet desechó aquel discurso, pero siempre se las arregló para alejar a todos y cada y uno de los que intentó acercarse a Loriane de forma romántica.

Si Juliet hubiese sabido que Loriane estaba tan traumatizada por la experiencia vivida con Claude, que no habría considerado ni por un momento involucrarse con ningún individuo por bueno que pudiese parecer, no habría tenido que esforzarse tanto.

Como Eddy siempre había sido su amigo, en una ocasión en la que fue testigo de una de las muchas estratagemas de Juliet, le preguntó por qué lo hacía.

  • ¿Por qué hiciste eso, July? Las mujeres consideran al señor Morgan “un buen partido” desde que enviudó
  • No voy a dejar que ningún hijo de perra fastidie a mi madre otra vez

La respuesta había sido tan agresiva que, aunque Eddy conocía bien a Juliet y estaba acostumbrado desde sus desplantes hasta los porrazos que le acomodaba a días alternos, decidió que, por la propia salud, era mejor dejar las cosas así. Eddy era, por cierto, al único de sus amigos al que Juliet permitía la cercanía con su madre, porque si bien los Paulusik eran bien recibidos y tratados por Loriane, Juliet solo le permitía a Eddy bromear con Loriane, que ella le preparase alguna comida que él fuese incapaz de hacer por sí mismo, o incluso quedarse a dormir en casa eventualmente.

Por todo lo anterior, en la mañana presente, Juliet tenía muy mal aspecto cuando Hanna se presentó en compañía de Aureliè.

  • Buenos días, Juliet – saludaron
  • Lo serán para ustedes

Alexander que venía entrando tras las chicas, soltó una alegre carcajada que sorprendió a las chicas que no lo habían visto.

  • Larsèvirier – saludó Hanna
  • ¿Alex? – preguntó Aureliè
  • Buenos días – saludó él y se inclinó para darle un beso en la frente a Aureliè – Baronesa – dijo con más formalidad a Hanna tomando su mano

Después de eso y aun con una sonrisa en los labios, se acercó a Juliet que seguía sentada.

  • No voy a ir por ahí haciéndote reverencias, alteza – dijo ella en tono ácido
  • No espero que lo hagas, especialmente si estás de tan lindo humor, kandly

Hanna casi suspendió la respiración al verlo inclinarse para darle un beso a aquella peligrosa muchachita que tenía todo el aspecto de ir a darle un golpe. Sin embargo, de lo que Hanna parecía no ser consciente, era de que, si bien Juliet no modificaba su trato hacia Alexander, en el fondo, era el único hacia el que parecía tener cierto respeto.

  • ¿Qué te parece tan gracioso? – transmitió Aureliè
  • Aunque la frase no es exactamente la misma, el tono utilizado es idéntico al de Lucien
  • Pues vaya suerte, si encima de que no parece especialmente simpática, también vaya a tener algún parecido con el padre de la antipatía
  • Estoy bastante seguro que a él le gustaría menos, pero eso no lo hace menos cierto

Mientras ellos sostenían este intercambio, Juliet había ignorado por completo a Hanna que le preguntaba si ya podían comenzar con el entrenamiento de ese día, y miraba con hostilidad a Alex.

  • ¿De qué soy culpable? – preguntó él
  • De tener un padre tan grosero y desconsiderado – respondió ella
  • ¿Disculpa? – preguntó con sorpresa




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