La Dinastía (libro 11. Vannya)

Cap. 60 Mala fama

 

La breve estadía de Loriane en el Haigala tendría una consecuencia inesperada, porque una vez que Juliet y Alexander parecían haberse desvanecido en el aire, Eddy los había seguido. Alexander la había sacado de allí y ahora la miraba furioso.

  • ¿Qué demonios sucede contigo? – estaba preguntando la chica – Acaso…
  • Escúchame muchachita, pero hazlo con atención. Tú eres mi sangre y te amo por eso, pero ese hombre al que tan injustamente estás tratando, no solo es mi padre, sino que ha sufrido mucho y durante mucho tiempo, y aunque estoy bastante seguro que eso no te importa, yo no estoy dispuesto a permitir que le hagas la vida más miserable de lo que ya ha sido, y en realidad, no voy a permitir que ni siquiera lo incomodes, y créeme, no quieres disgustarme Juliet, porque si lo haces, te juro que, aunque me duela más a mí que a ti, voy a hacerte la vida tan miserable que desearás morir sin conseguirlo

Alexander no lo había notado, y si lo hizo, no le importó, pero tenía una inusitada cantidad de público, pues no solo Eddy lo había seguido cuando notó lo sucedido, sino que Radek y Lucía iban llegando cuando lo vieron salir; los Varhidi y Dennis que esperaban por él afuera; Derek quien casi había sido atropellado cuando iba entrando también; Iván que se había presentado en cuanto sintió la alteración de Juliet y que, dadas las circunstancias, podía ser el más peligroso de todos.

Alexander nunca gritaba y aquella vez no fue la excepción, pero las cosas habrían podido complicarse lo mismo con Iván sin importar de quien se trataba, porque si bien no estaba gritando a Juliet, Alex no se había limitado a hablar, sino que, en el proceso, había transmitido con extraordinaria fidelidad y como solo un Saint-Claire podía hacerlo, la desgraciada situación de Dylan y su profundo dolor, de modo que Juliet no pudo evitar sentirse miserable al experimentarlo como propio. Así que sería su convulsivo llanto lo que puso en peligro a Alexander de ser víctima de la ira de Iván, pero para suerte de éste, Radek y Derek actuaron con celeridad bloqueándolo primero y sacándolo de allí después.

No era que Alex quisiese hacerle ningún daño a Juliet, pues como acababa de decir, la amaba no solo por ser su sangre ahora, sino por lo que ya sabemos de quién había sido ella con anterioridad, pero sabiendo como sabía, que el prolongado sufrimiento de su padre podía llegar a su fin, no iba a permitir que nada ni nadie se interpusiese en su camino, no obstante, por lo primero, luego se aplicaría a tranquilizarla.

  • Escucha niño, supongo que sabes quién es él y que no puedes hacerle nada a menos que quieras terminar con tus huesos en Zatvor – le dijo Zsiga a Eddy a quien él y Dennis habían tenido firmemente sujeto
  • Y no quiero hacerle nada, pero él no conoce a July ¿Y qué demonios es Zatvor?

Tanto Zsiga como Dennis lo miraron con curiosidad, pues desde luego que Alexander sabía quién era Juliet.

  • No se refiere a eso – intervino Zsa Zsa y luego se dirigió a Eddy – Y Zatvor es la prisión devrig

Zsa Zsa había entendido que Eddy estaba preocupado por la reacción de Juliet y con lo que pudiese salirle a Alex, sin embargo, Eddy dejó de prestarle atención a Juliet y se la prestó por primera vez a Zsa Zsa. Como le había dicho Lucien en alguna oportunidad a Dylan, Zsa Zsa parecía una colegiala y siempre lo parecería, pues apenas estaba saliendo de la adolescencia cuando fue transformada, y si bien no era poseedora de una belleza muy remarcada al momento de su transformación, con ésta, su atractivo aumentó, el problema era que estaba en una situación parecida a la de Yves o Armand, por ejemplo, es decir, se veía demasiado joven para que la tomasen en serio, y la verdad era que durante sus primeros años como devrig, muchos tuvieron ocasión de lamentarlo por lo que ya sabemos.

No obstante, Eddy era un chico joven, sano y con ojos en la cara, así que los mencionados ojos casi salieron de sus órbitas al fijarse en la criatura que le sonreía.

  • Zsa Zsa – transmitió Zsiga en tono de advertencia

Tanto Dennis, como el mismo Alexander, a pesar de estar ocupado con Juliet, clavaron sus ojos en Zsiga al percibir, con intensa claridad, el dolor de Zsa Zsa al dirigirse a su hermano.

  • Hasta tú, que eres mi hermano, siempre me verás como una amenaza o como dice Loran, una zorra sádica ¿verdad?
  • Hola – estaba diciendo Eddy e intentaba extender su mano – yo soy… – tuvo un momento de duda, pero fue breve – François D’Iberville, preciosa ¿Y tú eres…?
  • Alguien a quien no te conviene acercarte, porque estoy maldita

Dicho esto, abandonó la escena dejando a Eddy confundido, a Zsiga sintiéndose miserable, a Dennis tan furioso que por primera vez ignoró las advertencias sobre la peligrosidad de Zsiga y le acomodó un puñetazo, pero Boris pensó que Zsiga tendría mucha suerte si aquello era lo único que le reportaba la situación, pues para todos fue clarísima la ira descomunal de Alexander.

Zsiga en verdad no había querido hacerle daño a su hermana, sino que, por el contrario, su norte siempre había sido protegerla y no podía ser de otra manera, porque los Varhidi solo se habían tenido el uno al otro, casi desde que podían recordar.

El padre de los chicos, Dorján Varhidi, había sido el único hijo de un comerciante acaudalado, pero perdió el favor de su padre al enamorarse de Zsilia, una humilde lavandera. A Dorján no le importó no contar con la bendición del señor Varhidi y se marchó con la chica. Por un tiempo, y aunque no tenían mucho, vivieron felices, sin embargo, cuando Zsiga tenía seis años y Zsa Zsa dos, Dorján se vio forzado a ir a la guerra en contra de los otomanos, pero no regresaría de la misma. Zsilia hizo todo cuanto pudo para mantener a su pequeña familia, pero terminaría enfermando, y sabiendo que iba a morir, hizo un último intento por proteger a sus niños yendo a hablar con el abuelo de éstos, quien los echó a patadas. De manera que, para el verano del año 1465, los niños habían quedado huérfanos y sin nadie en el mundo. Unos pequeños de diez y seis años, no era mucho lo que podían hacer por sí mismos, pero Zsiga se las arregló para conseguir comida, algo de ropa y vivían como y donde podían. Cuando cumplió catorce, Zsiga comenzó a conseguir algunos empleos, pero la amenaza de la guerra siempre presente por aquellas fechas, lo hacía temer por su hermana, ya que, si él se veía obligado a ir, ella quedaría sola. Con mucha suerte y astucia, logró evitarlo, pero a los diecisiete años ya había matado a un hombre que intentó llevarse a Zsa Zsa. No obstante, lo que no pudo evitar, fue el brutal ataque que sufrieron ambos a manos de un devrig que, aparte de sus criminales intenciones con la niña, era un loco peligroso y un sádico en toda la regla, pues de no haber sido por Istval, los chicos posiblemente no habrían sobrevivido.




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