La Dinastía (libro 11. Vannya)

Cap. 67 Esperado, pero no deseado

 

Un enfrentamiento bélico no es en ningún caso un lugar ni un momento a propósito para ponerse a conversar, sin embargo, era de vital importancia transmitir la información, el asunto era que, si bien Radek estaba bastante seguro de a lo que se estaban enfrentando, lo que no tenía era una estrategia, algo a lo que no estaba acostumbrado, pues prácticamente había crecido en medio de diferentes batallas.

Yves por su parte, si bien tampoco tenía idea de cómo enfrentar lo que había captado de los confusos pensamientos de Radek, y aunque él tenía muchos menos años, bien fuese por natural predisposición, o porque se había pasado su vida como devrig no solo enfrentando problemas, sino ejercitando el útil arte de analizar a toda velocidad situaciones potencialmente peligrosas, concluyó que una cosa era no saber cuál podía ser la debilidad de aquellos seres, y otra no intentar hacer algo, lo que fuese, para neutralizarlos.

  • Yvaylo y Darko, a mi orden quémenlos

Muchos de los presentes se cuestionaron aquella drástica orden que, entre otras cosas, iba en contra de lo habitual al menos por un par de razones: la primera, que si bien en la actividad que realizaban, se veían obligados a quitarle la vida a muchos enemigos para proteger la propia, respetar la vida era una premisa importante para ellos; y la segunda, era más que todo estratégica, porque los prisioneros eran susceptibles a hablar, y suponiendo que no estuviesen dispuestos a hacerlo, contaban con quienes podían obtener información con o sin colaboración de los sujetos en cuestión. No obstante, como nadie se ponía a discutir con ciertos individuos en medio de una batalla, y sin duda Yves estaba entre ellos, nadie objetaría nada incluido Darko que era el comandante en jefe de la DS y por tanto el superior de Yves.

Como Yves se había asegurado que todos los que interesaban lo escuchasen, esperó el tiempo mínimo requerido para que se preparasen y dio la orden. Todos se alejaron tanto como pudieron, se lanzaron al piso y al segundo siguiente, no solo los Sesviatsky, sino todos aquellos que tenían en mayor o menor medida aquella habilidad, y por supuesto Alexander, convirtieron el lugar en una enorme hoguera.

Los miembros del grupo de Yves, se habían lanzado sobre Lucía sin mucha delicadeza, pues lo importante, aparte de protegerla, era evitar que Viorica volviese a alejarla en medio del caos reinante.

Iziaslav y Janos, que sin notarlo estaban muy cerca de Lucien, y una vez que se incorporaron, también se desesperaron al ver que Lucien estaba bañado en sangre. Sin embargo, y aunque hubiesen podido pensar que no era suya, notaron que tenía muchas heridas de las cuales aún manaba la sangre, así que corrieron hacia él.

  • ¡Lucien!
  • No fastidies, padre
  • Estás…
  • Sin importar cómo esté, sabemos que no voy a morir por eso. Al menos por una vez, deja de tratarme como si fuese un inútil

Si Lucien era desagradable con su padre por puro deporte, si estaba molesto, cualquiera fuera la razón, era mucho peor.

Iyul a quien intentaba socorrer era a Aritz, quien había resultado terriblemente herido al interponerse entre aquellos bichos y su hijo que había estado más preocupado por proteger a Iyul, como era natural, que a sí mismo.

  • Llévatelo al Haigala, Misha
  • No – lo detuvo Aritz – solo denme un minuto – agregó cerrando los ojos para ocuparse de estabilizar sus centros de energía

Siendo que no habían sido atacados con armas de fuego, no subsistía el peligro de intoxicación, así que las heridas debían comenzar a cerrar en breve.

Henri, Michel y Derek, por quien se habían preocupado era por Sofía, pues ella no estaba precisamente ilesa, pero a la preocupación por Sofía, vino a sumarse una mayor por Henri, porque él al verla, se había ido derecho hacia ella rasgándose la camisa con la obvia intención de colocarla sobre una herida especialmente fea que tenía un poco por debajo del pecho.

  • ¡Henri, no!

Algunos de los levramzyk que estaban viendo el asunto, se prepararon para ver caer a Henri apenas la tocase, porque aquella era sangre Saint-Claire, y la misma Sofía casi sufre un colapso al verlo, pues ella lo que no había visto era cuando él avanzaba hacia ella. Andro intentó apartarla antes de que Henri la alcanzase, pero eso no le sirvió de nada, porque Henri no estaba como para encontrarse obstáculos y le dio un empujón que lo hizo aterrizar muy cerca de donde las llamas aun consumían a los Gorkier, y sería Domenico quien se ocuparía de alejarlo. Y en el caso de Derek y Michel, a pesar de su velocidad, tampoco podrían detenerlo, porque él también lo era

No obstante, todas las situaciones quedaron suspendidas cuando escucharon que alguien daba la alarma y todos miraron con horrorizada sorpresa, que sus atacantes estaban saliendo del fuego con pésimo aspecto, pero aparentemente ilesos.

Yves maldijo para sus adentros, pero no podían darse el lujo de distraerse, la cuestión era que, a ese paso, podían estar allí eternamente, así que necesitaban encontrar una forma o bien de neutralizarlos, o deshacerse definitivamente de ellos.

  • Yves – escuchó este y prestó atención sin dejar de atacar a aquellas cosas – Yo no recuerdo, pero estoy seguro que Aureliè sí, de modo que ya la llamé




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