La Dinastía (libro 11. Vannya)

Cap. 72 Lejos de la batalla

 

Mientras todo lo anterior sucedía en Étrat, en Riùrik habían tenido un día bastante agitado. Por una parte, Gino no sabía qué hacer con Amaranta y Fadhila, porque la primera no había dejado de llorar pensando que a su padre iban a enviarlo a Zatvor si tenía suerte, pues después de todo había atacado a un príncipe. Fadhila por quien estaba preocupada era por Gianfranco, porque a pesar de que Gino le había asegurado que estaba bien, como ella no lo había visto, porque los guardias no la dejaban salir de allí, entonces tenía los nervios desechos. Afortunadamente, Gianfranco llegaría en compañía de Zharià, pues el juicio se había suspendido, y aunque al último sitio al que habría querido ir, era a la casa de Janos, Zharià y como era lógico, quería ver a su hija.

  • ¿Qué sucedió? – preguntó Amaranta sin siquiera saludar
  • Nada, el juicio fue suspendido
  • ¿Por qué? – preguntó Gino
  • No lo dijeron, pero asumo que se presentó alguna clase de emergencia, porque cuando pregunté por Lucien, solo me dijeron que había tenido que marcharse
  • ¿Dónde está Janos? – preguntó Amaranta con evidente angustia
  • Tampoco lo sé

Amaranta se refugió en brazos de su madre, mientras que Gianfranco abandonó el salón en compañía de Fadhila. Como Gino no podía hacer nada por nadie ahí, se fue al Valkinka a ver a Norman, pero preguntándose qué podía haber sucedido, y un pensamiento muy Gino se coló en su mente: <<Si que tienes una vida muy agitada, Janos>>

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En Illir y si bien el día había comenzado relativamente bien, pues tanto Kyv como Mia sabían que sus maridos debían asistir al juicio del individuo que había atacado a Lucien, no conociéndolo, eso no las preocupaba mucho. Sin embargo, Kyv era curiosa y había querido asistir, pero Iyul se había opuesto diciéndole que mejor se iba a hacerle compañía a Mía que aún estaba convaleciente. Ella, extrañamente, había decidido no discutir y ya luego averiguaría la verdadera razón por la que Iyul no había querido llevarla, pero cuando se lo comentó a Mía, esta sonrió.

  • Eso es algo que no va a suceder ni ahora ni nunca, Kyv
  • ¿Por qué?
  • Sé que no va a gustarte, pero la mayor parte del tiempo y en algunas circunstancias, estos individuos se conducen como si aun viviéramos hace varios siglos, así que hay cosas que consideran no son para mujeres

Naturalmente Mía tenía razón y a Kyv no solo no le gustó nada, sino que comenzó a despotricar de todo y de todos. No obstante, luego se calmó, pero un poco después, ambas comenzaron a sentir una desazón que fue cambiando hasta convertirse en angustia, y como al menos Mía ya había pasado por aquello cuando Kyv estuvo a punto de morir, y ya sabía, además, que era una de las características de su nueva condición aquella de percibir cuando alguien que amaban estaba en peligro, comenzó a desesperarse, y la mencionada desesperación alcanzaría límites estratosféricos cuando Kyv le aseguró que era Lucien quien estaba en peligro. Si había sido Kyv quien tuviese aquella certeza, era porque su energía estaba mucho más unida a Lucien que la de Mia. Con las cosas así, Mía llamó a Hervè, pues Kyv aun no tenía un levjaner específico asignado.

  • Señor Varkil – se dirigió a él con la formalidad de siempre, pues a pesar de que ya tenía casi dos años viéndolo a diario, no se había establecido entre ellos una mayor confianza – necesito hablar con el príncipe

Aquello no necesitaba una aclaratoria, pues a pesar de que Mía se llevaba muy bien con todos, nunca pedía ver a ninguno que no fuese Lucien.

  • Biagyzlim Larklìkhaid, pero iuv larsèvirier en este momento está ocupado y…
  • ¡Mentiroso! – exclamó Kyv
  • ¿Larsèvirier? – dijo él con calma
  • Tú sabes dónde está y quiero que me lo digas ahora mismo
  • El sizvitel se encuentra en Francia
  • Llévanos con él
  • Eso no es posible, larsèvirier
  • ¿Por qué? – preguntó Mia
  • Porque no estoy autorizado a ello

Efectivamente Hervè sabía todo lo que había que saber, pues estaba conectado a la central y estaba siguiendo los acontecimientos a través del dispositivo de escucha y el móvil por el que podía ver lo que estaba sucediendo, y si bien no podía mentirles a ellas y era la razón por la que les había dicho que Lucien estaba en Francia, lo que no podía era decirles haciendo qué. De modo que en cuanto él recibió el permiso para retirarse, las dos se quedarían en estado de angustiada frustración, porque, aunque hubiesen tenido la habilidad que aún no tenían, de seguir un rastro, sabían que no había ni la más mínima posibilidad de que aquel individuo las dejase salir de allí.

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Una vez que Mihály había recibido su asignación, y aunque no se le había dado mayores detalles de la personita a la que debía cuidar, en cuanto Iván salió de su encierro lo puso al corriente de todo cuanto debía saber de Juliet, desde su fecha de nacimiento hasta su dulce preferido, pero como Iván no era estúpido, también lo advirtió acerca del carácter díscolo y muchas veces maligno de Juliet.

  • No es una mala persona, pero tiene un humor algo… ácido, así que encontrará la manera de fastidiarte, especialmente si está aburrida, de modo que, si lo está, y como sé que no eres de la clase divertida – dijo con su brutal honestidad – puedes recurrir al señor D’Iberville, es su mejor amigo y un payaso a tiempo completo como Iliar, así que sobrevivirás




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