La Dinastía (libro 12. Milyk et Vörkessel)

Cap. 02 Lucien

Una vez que Lucien había abandonado el Haigala, se había ido a Illir, pero cuando se tiró en la cama apareció Ayla a su lado.

  • ¿Qué? ¿También tú vas a reclamarme algo? – preguntó él y como si el kayrit pudiese contestar

No obstante, Ayla se subió a la cama y se echó a su lado, de modo que Lucien estaba acariciando su cabeza cuando sintió que Itlar se acercaba.

Itlar había olvidado el mensaje que había recibido de quienes vigilaban a Anastasia, y lo recordó al recibir otro, de manera que, como Lucien se veía estable, decidió plantearle el asunto.

  • Lucien, hay algo sobre lo que me gustaría saber si has tomado una decisión
  • ¿Acerca de qué? – preguntó en tono de fastidio
  • Anastasia

Itlar casi lamentó haberla mencionado, porque, como sabemos, para que los ojos de Lucien enrojecieran de forma tan violenta como los estaba viendo, era necesario que su ira fuese enorme. Nadie sabía cómo era que Lucien había logrado controlar aquello siendo como era, pues todo devrig, y aunque la molestia, o cualquier otra emoción fuese mínima, no podía evitar el cambio de color en sus ojos, mientras que no era el caso de Lucien, pero aquella era otra incógnita del sizvitel como casi todo en él. Sin embargo, Itlar también recordó que desde que Dylan había aparecido en sus vidas, cada vez que le había sucedido algo, la característica antes discutida hacía violenta aparición, y habían concluido que obedecía al especial lazo que se establecía entre un izbretel y su djali que era análogo al existente entre padres e hijos, o entre hermanos de sangre, pero un poco más adelante, esto se había extendido a Lucía, y decidieron pensar que era por la misma razón al ser ella hija de Dylan, así que bien mirado, no tendría que haberle sorprendido tanto el violento cambio teniendo en cuenta lo último que había hecho Anastasia.

Con independencia de lo que Itlar hubiese podido pensar o esperar, lo que tuvo que hacer fue darse mucha prisa y correr tras él, y ahora lo que pensó fue que la vida de Anastasia estaba por llegar a su fin.

Así sería la ira que Lucien llevaba encima, que los levramzyks a cargo de la vigilancia de Anastasia, la sintieron antes de que llegasen, pero eso a quienes pudo haberles costado las cabezas fue a ellos, porque al intentar hacer frente a lo que fuera, salieron despedidos con violencia en distintas direcciones, y aunque Itlar se preocupó por ellos, no podía detenerse a mirar nada.

Dardan que había recibido rápido aviso de Narek con relación al peligro de naturaleza desconocida que se acercaba, y que en aquel momento había estado en el interior, porque un momento antes habían escuchado no solo el pleito entre Anastasia y Caeli, que fue lo hizo que Narek le diese aviso a Itlar, sino el quejido de la segunda cuando fue agredida por Anastasia, en aquel momento estaba inclinado revisando a Caeli cuando Lucien entró derribando las puertas.

Si ya aquel individuo iba furioso, al ver el cuadro, mismo que le tomó solo unos segundos comprender, no contribuyó en nada a lo primero, así que avanzó hacia la estática Anastasia. Itlar, arriesgando la propia cabeza, intentó introducirse en la de Lucien para evitar lo que a todas luces iba a suceder, pero sin resultados prácticos, o al menos eso pensó al ver que Lucien sujetaba a la chica por el cuello estampándola contra la pared, pero, además, en la mano izquierda, su dykari brillaba con tan maligna peligrosidad como los ojos de su dueño.

  • Escúchame bien, Anastasia, porque será la última vez que lo hagas. Te salvé la vida y te di una, te eduqué, te di todo aquello de lo que careciste y que nunca habrías tenido en tu mísera vida; te di mi afecto y cuidé de ti. Quizá pienses como lo hace todo el mundo y que solo he sido egoísta, porque sabiendo como sabes, que no te amo – puntualizó de forma por demás hiriente – te he mantenido alejada de otros hombres que, sabiéndome tu dueño, no se atrevieron a acercarse a ti, pero solo te protegía de terminar siendo el juguete temporal de muchos otros. Sin embargo, no te importó nada de eso y decidiste lastimarme, no solo acusándome de algo completamente falso, sino haciéndome responsable por un deseo tuyo que es, además, criminal y por el que podría haberte enviado a Zatvor, porque ella es una princesa y tú no eres nadie. Gracias a ella conservas la vida, porque mi intención era matarte en aquel momento, pero tu comportamiento reciente con quien solo se ha dedicado a soportarte en los últimos años, demuestra que nadie puede convertirse en lo que no nació siendo.

Aunque sus ojos seguían siendo dos rubíes encendidos, la soltó y su voz sonó cansada.

  • Puedes conservar este lugar, así como todo lo que te he dado, pero esta es la última que me ves, nada quiero saber de ti ni ahora ni nunca, y cualquiera que te mencione en mi presencia no tendrá tiempo de lamentarlo. Por tu propio bien, no intentes acercarte a mí y menos aún a nadie de mi familia, especialmente a Lucía, porque si lo haces, no iras a Zatvor por desobedecer una orden mía, sino que todo el Arkel recibirá la orden de quitarte la cabeza si sucede lo anterior y sin detenerse a preguntar. No olvides nunca que, así como te hice, puedo borrarte del mundo. Adiós Anastasia

Posiblemente, y de no haber sido una devrig, Anastasia habría muerto a causa del infarto que sufriría a continuación, algo de lo que Lucien no se enteraría, pues nadie iba a hablarle de ella nunca más en la vida a menos que deseasen perder la propia. Antes de salir, miró a Caeli que aún seguía en el piso y a Dardan que había quedado paralizado junto a ella cuando intentaba auxiliarla.

  • Eres libre, Caeli. Ve a ver a Francesco una vez que seas atendida – y luego miró a Dardan – Te hago responsable tanto de lo anterior, como de su seguridad, y me responderás con tu vida si vuelve a acercase a este lugar o a su ocupante, Dhesiri




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