La Dinastía (libro 12. Milyk et Vörkessel)

Cap. 03 Radek

 

Radek se había pasado más de tres días haciendo cuanto podía por Yves, y que no era mucho en realidad; luego había ido a ver a Iván por quien tampoco había podido hacer nada, de modo que abandonó el Haigala en estado de frustración, misma que casi le costó la cabeza al levramzyk al que Istvan había ordenado no perderlo de vista. La cuestión era que aquella era una misión peligrosa para casi cualquiera, porque aparte de un primigenio, Radek era portador de unos poderes que diferían de la mayoría de los devrigs independientemente de si eran levjaners, levramzyks o devrigs comunes. Así que apenas se había alejado unos metros del Haigala, cuando el chico comenzó a sentir que se ahogaba, cursó un rápido mensaje solicitando ayuda, pero, aunque no alcanzó a ser muy específico, al menos logró transmitir su ubicación, que era lo primero que debía hacer de acuerdo a las órdenes de Istvan.

  • Podría matarte aquí y ahora – estaba diciendo Radek en cuanto el chico se hizo visible, ya que en aquellas condiciones no podía seguir manteniendo su energía en estado de aceleración – ¿Por qué demonios me estás siguiendo?
  • Déjalo, Radek – escuchó la voz de Iliar

Enseguida vio que no solo se trataba de él, sino que Darko y Alexander se habían presentado con él. Radek dejó en paz al levramzyk, pero los miró con ira.

  • ¿Sker?
  • Radek, no…
  • No te hablo a ti – interrumpió a Darko

Alexander supo que por aquel camino no iban a llegar a ninguna parte, así que se empleó a fondo y antes de que aquel individuo decidiese atacarlos a todos. Sin embargo, Radek era en verdad difícil, y en aquel momento en el que estaba furioso, dolido y preocupado, las cosas podían ponerse mucho peor. Alex entendía el dolor y la ira, pues acababa de perder a Mikha por segunda vez, y en el caso de la preocupación, también la entendía, pues no parecía posible que nadie pudiese hacer nada por Yves y por Iván y aquellos eran sus amigos, pero como sabía que sus parientes no querían perderlo de nuevo, fue que decidió hacer lo que estuviese a su alcance para evitar que se marchase.

  • ¡Déjame en paz, niño!
  • ¡Radek, es nuestro sizvitel! – le dijo Darko
  • Y no es…

Sin embargo, Radek dejaría la frase sin terminar, porque en ese momento percibió con claridad el llamado de Nadège, y si había alguien dentro de su comunidad que sí tenía el respeto y la consideración de Radek, era aquel, así que desapareció ante los ojos de los presentes.

  • ¡Sclaviacik! Istvan nos va a matar – dijo Iliar
  • No, no lo hará, porque no está escapando, sino que está atendiendo un llamado – dijo Alexander

No obstante, no agregó nada más, sino que se marchó dejando a los otros dos sin saber qué pensar, de modo que se ocuparon del levramzyk quien afortunadamente no había resultado demasiado lastimado.

 

Nadège no poseía una casa como tal, o al menos nadie habría llamado al lugar donde solía estar, casa, porque él vivía o dormía, en una especie de choza en medio de un espeso bosque. Sin embargo, nadie había estado nunca en ella, de modo que cuando Radek recibió el llamado, el instinto lo llevó al lugar donde estuvo emplazado el antiquísimo asentamiento de su comunidad.

  • Vychtel – dijo al llegar – ¿Puedes ayudarme?
  • Nada hay en el mundo que logre cambiar el curso de las estrellas – dijo, y después de unos segundos se giró – Así como nada, ni los muchos años que ya tienes, cambiará tu impaciencia
  • ¿Impaciencia? ¡Están muriendo!
  • Serénate o nada podrás hacer por ellos
  • ¿Entonces… si hay algo que puedo hacer?
  • Es posible, pero en el estado en el que te encuentras, lo único que conseguirás es perjuicio para ti mismo
  • ¡No soy yo quien importa ahora!

Nadège había pasado una casi incontable cantidad de años, instruyendo a levramzyks, leychitkar, vidmagys y levjaners, unos más aptos que otros,  algunos muy tercos y otros muy poderosos, pero ninguno como Radek, porque si bien era poderoso, no parecía tener ni un gramo de paciencia en su persona, y lo que sí tenía, era una enorme capacidad para la conmiseración por el sufrimiento ajeno, aunque esto quedaba convenientemente oculto bajo la capa de bien ensayada indiferencia, misma que se había visto impelido a vestir debido al mal trato recibido por quien se suponía debía velar por su seguridad, pero que no solo se negó a bridársela, sino que lo hizo objeto de su odio y persecución. Con la muerte de Mikha, se exacerbó el sentimiento de soledad y abandono, lo que lo llevó a huir y a recluirse en soledad por mucho tiempo, y cuando finalmente logró salir, lo hizo decidido a no establecer lazos con nadie, pues estaba convencido de que no serían duraderos y no podía pasar por aquel dolor de nuevo. Más adelante, primero la curiosidad y después el amor, lo regresaron a su mundo y al entorno al que aun sin querer, seguía perteneciendo, de modo que ahora, y ante la situación de posible pérdida ya no de uno, sino de dos amigos más, lo tenía en el peor estado.

Por todo lo anterior, Nadège no lo riñó como lo habría hecho en otras circunstancias por su falta de paciencia o por su agresividad, pero como aquello escapaba de sus manos, tendría que enviarlo en aquel estado de alteración a dónde había sido requerido, y con una muy sucinta explicación que, en realidad, al menos para Radek, no explicaba nada.

  • No soy quien puede ayudarte, pero déjate ayudar
  • ¿Sker?




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