La Dinastía (libro 12. Milyk et Vörkessel)

Cap. 05 Corazones

 

Aunque no había necesidad, Alexander había llevado a Yvaylo muy lejos, así que cuando el segundo vio a su alrededor no podía estar más extrañado, pero no podría decir nada.

  • ¿Qué sucede contigo? ¿Acaso pensabas atacar a Haliq o a Istvan? – preguntó Alexander, porque eso no alcanzó a determinarlo
  • A ninguno – contestó y Alex elevó una ceja
  • Me estás mintiendo
  • ¡No! – exclamó – Biagyzlim sarì – dijo con más mesura y Alex compuso expresión de fastidio
  • ¿Sarì? ¿Qué demonios te pasa, nekasny? – preguntó con disgusto e Yvaylo se mesó el cabello
  • Lo siento, solo estoy preocupado  

Alexander pensó con pesar que, en realidad, tenía todo el derecho a estarlo, porque después de todo, era su padre el que estaba en condiciones críticas.

  • Yvaylo, no sé por qué está sucediendo esto con Iván, pero te prometo que voy a averiguar cómo resolverlo
  • No se trata de eso, o bueno, sí, claro que estoy preocupado por haryk, pero también lo estoy por mí mismo

Hasta ese momento, Alexander y siendo discreto como era, no se había introducido en los pensamientos de Yvaylo, pero cuando estaba pensando hacerlo porque no entendía, él le ahorró el esfuerzo.

  • Iziaslav va a quitarme la cabeza si tengo suerte, y si no, me enviará por tiempo indefinido a un calabozo, porque me advirtió que Casandra era mi responsabilidad

Por un momento Alexander no sabía si reír o compadecerse de aquel pobre desdichado, pero también se preguntó por qué razón la mayoría de sus congéneres se complicaban tanto con cosas que a él le parecían tan sencillas, o al menos en aquel caso específico sin duda lo era. Sin embargo, como él también era un Yaroslávich y no se había salvado de la herencia de sus ancestros, tenía una vena maligna que eventualmente hacía aparición.

  • Me sigues mintiendo, Sesviatsky – dijo en un tono convincentemente molesto
  • ¿Qué? – preguntó el otro alarmado – Te aseguro que no. El día que el Rybik salió del Haigala y después que estábamos en Illir, me dio esa orden y…
  • Cierra la boca, ergelar – ordenó e Yvaylo hizo inmediato silencio – Te creía un sujeto más inteligente, pero en verdad hay individuos a los que el amor – puntualizó – los vuelve definitivamente estúpidos

Yvaylo compuso expresión de confusión, pero eso no le duró mucho y pasó a una casi de horror y pareció olvidarse de con quién hablaba.

  • ¿Eres estúpido o qué?
  • Si me preguntas, esa condición te acomoda mejor a ti que a mí, al menos de momento – pero como Yvaylo parecía a punto de ahogarse, continuó – Deja de hacer el ridículo, porque tú y yo sabemos que no estás preocupado por tu posible encierro, o por la hipotética circunstancia de que ymharyk te quite la cabeza, porque, en cualquier caso, no puede quitarte algo que ya perdiste y no por él precisamente – concluyó ahogando la risa 
  • Estás… – pero no parecía saber qué agregar – No tengo por qué escuchar estás estupideces, así que me marcho
  • Eh, eh – lo detuvo – Es posible que no te guste, pero no puedes ir a ninguna parte sin mi autorización, y es algo que no obtendrás hasta que esa dura y muy estúpida cabeza tuya, te indique, y tú atiendas, lo que debes hacer

Yvaylo tuvo el más intenso y sincero deseo de acomodarle un puñetazo, pues entre otras cosas, estaba percibiendo algo que no era común en Alexander, y era la esencia de Lucien, algo de lo que, en opinión de todos, Lucía se había adueñado por completo, y, por otra parte, por estar diciendo semejante insensatez. Posiblemente un poco después, Yvaylo querría encerrarse él mismo en un calabozo al pensar en lo que había estado a punto de hacer, y que seguiría queriendo, al menos por un rato más.

  • Soy muchas cosas, Alexander, pero no estoy loco, aunque haya quienes lo piensen, y…
  • Aja
  • …tendría que estarlo para ir a… fijarme de esa forma en una catástrofe como esa
  • Aja
  • Todo lo que quiero es quitarle la cabeza un día sí y otro también, porque es irritante, fastidiosa…
  • Linda, simpática, y como dije, perdiste la cabeza por ella
  • ¡Claro que no!
  • Bien, si es así, y estás tan seguro de eso, te prohíbo acercarte a ella
  • ¿Disculpa? ¿Me escuchaste cuando dije que Iziaslav…?
  • Te escuché, pero no puedes desobedecerme, y no te apures, yo me ocuparé de hablar con ymharyk explicándole que, si he tomado esa decisión, es para que la pobre Casandra tenga oportunidad de prestar atención a otro sujeto que, a diferencia de ti, sí está enamorado de ella ¿Cómo fue qué dijo? – preguntó como si estuviese recordando – Ah sí, dice que es la criatura más hermosa que ha visto o verá en su vida, y…
  • ¡¿Quién es ese mahylsyn?!
  • Eso no es asunto tuyo
  • ¡Claro que lo es! Porque…
  • ¿Sí?
  • Ya te dije que es mi responsabilidad
  • Y yo te dije que te relevaba de esa responsabilidad y, de hecho, te estoy prohibiendo acercarte a ella
  • ¡No puedes hacer eso!
  • ¿Ah no? La última vez que me fijé, yo seguía siendo un sizvitel y tu un levjaner que tiene que obedecer




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