Henri D’Albret era sin duda un sujeto no solo especial por el don con el que lo había obsequiado el universo, sino uno muy fuerte, como intentaban explicar Haliq y Aleksèi a unos consternados Derek y Louis. Ambos estaban muy preocupados por la ya larga inconsciencia de Henri, pues estaba en unas condiciones parecidas a las de Iván e Yves, así que, en opinión de Derek, la energía de Henri apenas si era perceptible, aunque en realidad no estaba tan mal como los antes mencionados, siendo Derek como era, lo veía todo en forma trágica. Y para empeorar las cosas, si bien Louis no tenía la extraordinaria percepción de Derek, lo que tenía era pésimo carácter, nada de paciencia y estaba angustiado, así que, la combinación de aquellos dos, era un asunto peligroso.
El problema era que, si bien los veldekys eran muy hábiles para estabilizar a casi cualquiera, lo tenían más difícil con una cabeza Siglair. De manera que Haliq, pensando con mucha más velocidad que el más joven, le hizo un urgente llamado a Aureliè, pero quien se presentaría sería Sofía, pues Aureliè seguía pegada a la cama de Yves como Armand lo estaba a la de Iván, ya que ambos parecían pensar que, si se alejaban, el fino hilo que mantenía las energías de aquellos individuos unidas a sus materias, terminaría de romperse.
A Sofía no le supuso ningún inconveniente enterarse de lo que estaba sucediendo, pero aquella era hija de Derek, y si algo no tenía era delicadeza, y hasta su respeto era algo muy cuestionable, porque se fue derecha a acomodarle un puñetazo a su progenitor.
Aunque tanto Aleksèi como Haliq la conocían desde la cuna, no dejarían de impresionarse no solo por la reacción, sino al ver los ojos de Sofía que en aquel momento eran dos rubíes encendidos. No obstante, su ira pareció extenderse a los dos veldekys que inconscientemente dieron un paso atrás, pero Louis que era otro personaje poco dado a las consideraciones, sujetó el brazo de Sofía.
Fue una verdadera suerte que en ese momento llegasen en carrera parte de los ZD, Iliar y Mihály, ya que, de lo contrario, las cosas habrían adquirido proporciones catastróficas, porque Andro había extraído su dykari y tenía todas las intenciones de despachar a Louis. Los primeros se hicieron cargo de detener a Andro, Iliar se las vio con Louis y era el único que podía, ya que Louis era uno a quien nadie más habría podido someter por la fuerza, y al verse amenazado, independientemente de quién procediese la amenaza, no se andaría con consideraciones para intentar quitarle la cabeza con muchas posibilidades de éxito, mientras que Mihály se ocupó, no sin mucho esfuerzo, de controlar a Sofía.
Como Iliar juzgó que nada iba a ocurrir, dio una silenciosa orden a todos para dejarlos, así como una advertencia específica a Andro.
Después que los demás se marcharon, aunque Andro no se movió de donde estaba, lo que hizo fue comenzar a insultarse, porque en verdad él sabía que, por algún motivo, seguramente relacionado con el hecho de lo importante que era Louis para Henri, Sofía no le habría hecho nada; la cuestión era que no estaba en su sistema escuchar en pacífica calma que alguien tratase a Sofía en los términos que lo había hecho Louis y simplemente había reaccionado, aunque hubiese sido estúpido.