Lucía naturalmente y no sin mucho asombro y alegría a partes iguales, había recibido la noticia de que Istziar y Derek habían tenido una hija, y cuando dejaron levantar a Sofía, el trámite de la presentación fue todo un circo, ya que la pequeña Saint-Claire era una mezcla imposible de varios de los caracteres de la familia, el de Lucía incluido, de modo que ésta se había divertido mucho con su sobrina. Sin embargo, le había tomado más bien poco tiempo enterarse de que algo le sucedía, y ese algo le causaba tristeza, de modo que, en cuanto pudo acosó a Istval, pero quien contestaría con su habitual delicadeza sería Louis.
La distracción de Lucía obedecía a que ella había conocido a Henri casi toda su vida, pues eso había sucedido cuando tenía doce años, y en su opinión, Henri se parecía de forma extraordinaria a su propio padre, es decir, era serio, formal, y con una mirada dulce, características que, a su juicio, y después de haber conocido a Sofía, lo ponían fuera del alcance de ésta. No obstante, como había estado recibiendo tanta información en esos días, se había olvidado del asunto, pero ahora, y al enterarse por Louis, de la insólita circunstancia de que Henri estuviese en la misma situación con respecto a Sofía, por una parte, la sorprendió, y por la otra, la enfureció la idea que alguien pudiese oponerse a aquella relación.
De manera que, los miembros del Adestrarshy y sin saberlo, estaban en muchos problemas, porque ser víctimas de la ira de aquellas dos chicas, era como estar del lado equivocado de un dykari, y suponiendo que se mostrasen generosas, algo que no iba a suceder, y si ellos hubiesen sabido lo que se les venía encima, habrían corrido muy lejos, y de preferencia, al espacio exterior.
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Después de los terribles hechos vividos, unos que, si bien habían traído de vuelta a Lucía en todas sus partes, algo que habría hecho muy feliz a Dylan, tuvo que enfrentar algo para lo que no estaba preparado.
Él llevaba muchísimos años solo, y aunque había tenido una relación más o menos estable con Eldir, aquello no involucraba sus sentimientos, de manera que, cuando se sintió tan alterado en presencia de Loriane, su sistema nervioso colapsó.
Bien mirado eso no tendría por qué haberlo llevado al mencionado colapso, pero su razón y su corazón entraron en un furioso pleito, y curiosamente, era la razón la que estaba apaleando a su corazón.
Los sentimientos de Dylan no habían variado ni un poco en todos aquellos años y no era que él buscase o esperase que lo hicieran, de manera que cuando sintió aquel violento y vergonzoso deseo por Loriane, casi inmediatamente lo que experimentó fue una ira venenosa en contra de sí mismo, ya que, aparte de haberse portado de forma muy grosera con aquella chica, y muy alejado del comportamiento de un caballero, era también una soberbia traición a Sophie. Después de aquello había pasado varios días martirizándose en el Adgylknel, pero como también estaba preocupado por su hija y quería estar con ella, solo iba al Haigala y evitaba a toda costa encontrarse con Loriane que había desarrollado la inconveniente costumbre de pasar mucho tiempo con Lucía, de manera que, primero Yvaylo debía asegurarse que no estuviese allí, aunque con mucha vergüenza, en varias ocasiones el levjaner había tenido que pedirle a Loriane, tan delicadamente como había sido posible, que se marchase para que Dylan pudiese ir, aunque eso él no lo sabía.
Al día siguiente del desastre causado por Derek, cuando Dylan fue a ver a su hija, se la encontró de pésimo humor. Dylan había aceptado hacía muchísimo tiempo, que si bien Lucía en un inicio había sido más parecida a sus parientes Yaroslávich en casi todos los aspectos, desde los físicos hasta en el carácter, después de doscientos cincuenta años, algo había sucedido, posiblemente relacionado con el lento desarrollo de los mydevrigs, que había hecho que los aykeris adquiriesen más parecido físico con su madre, pero si bien nadie había prestado mucha atención a eso en el caso de Alexander, porque habían seguido viéndolo a diario, y en el de Lucía, porque cuando regresó, la manera como lo había hecho había restado importancia a ese hecho.
Sin embargo, cuando Dylan había pasado por su breve pérdida de memoria, sí lo registraría en toda su magnitud, algo que quedaría demostrado al verla, pues fue en lo primero que se fijó. Aun así, y aunque eso era cierto, lo que no había variado era el carácter difícil y violento que seguía siendo una herencia de su sangre Yaroslávich, así que ahora, Dylan siempre se sentía confuso e incómodo cuando Lucía estaba molesta, porque lo que veía se correspondía con lo primero y estaba bien y lo hacía feliz, pero lo segundo era lo que provocaba la incomodidad al no ser el comportamiento que distinguió a Sophie y lo que a su vez le causaba aquella sensación de confusión.
Yvaylo y Alexander eran los únicos que parecían entender a Dylan, o eran los que habían notado aquel malestar, pero hasta el momento había sido Yvaylo quien se ocupase de hacer lo posible por bloquear aquella sensación para que Dylan no se sintiese tan mal, pero ese día no tuvo ocasión, pues apenas entró, Lucía se lanzó hacia él y, de hecho, por un caótico momento, Yvaylo pensó que iba a agredirlo.