Los Duques de Auxerre, de quienes Edin era descendiente directo, ya lo eran en la época en la que dio inicio el reinado de los Capeto, de manera que, en teoría, eran vasallos de este monarca, pero en realidad, y si bien le debían fidelidad a Luis VII, se encontraban muy alto en la pirámide feudal y gobernaban sus propiedades y a sus propios vasallos sin rendirle cuentas a nadie.
Como Auxerre estaba muy cerca de París, a unos diez o doce kilómetros, tenían excelentes relaciones con el monarca, así que los antepasados de Edin vieron con mucha preocupación la conversión de Guillermo de Normandía en rey de los ingleses, pues esto lo hacía mucho más poderoso que el rey francés, de modo que comenzarían una batalla por los territorios de Guillermo en tierra gala, en la que los Auxerre tuvieron una destacada participación.
Mucho tiempo después de su transformación, Edin descubriría que quienes le habían arruinado la vida habían sido devrigs angevinos que albergaban un enorme rencor en contra del ducado de Auxerre y solo querían desaparecerlos de la faz de la tierra, y aunque Edin habría podido vengarse de ellos, en principio, él no era de esa clase, y una vez superado el período crítico, y siendo que uno de los que más se había empeñado en su recuperación había sido Istvan, le transmitiría también sus conocimientos y filosofía, una que Edin abrazaría con verdadera convicción y lo que, con posterioridad lo llevaría a convertirse en lo que había llegado a ser.
Si había algo que caracterizaba a Edin, era el amor por su patria, pues habiéndose quedado sin familia y sin amigos, ya que, cuando estuvo en disposición para continuar con una vida que habría preferido no tener, no le quedaba nada más que su suelo natal, en principio se había dedicado a defenderlo, y esto sucedería por primera vez en la guerra anglo-francesa que culminaría con la batalla de Bouvines (1214), en la que Francia, bajo la dinastía Capeta, se consolidaría como una fuerza política y militar dominante en Europa durante mucho tiempo. Aquello también sirvió para que los miembros del Arkel notasen que, si bien Edin no quería mucho a los de la raza a la que ahora pertenecía, y hasta hacía más bien poco, ni siquiera parecía quererse a sí mismo y daba la impresión de no interesarle nada, lo que no había perdido era el anteriormente mencionado amor por su patria, ni sus capacidades militares, de manera que se agarraron de allí para, poco a poco, irlo introduciendo en sus filas hasta lograrlo en forma efectiva, dándole un nuevo norte a su vida.
No obstante, hacer que Edin abandonase Francia por cualquier período de tiempo, siempre sería difícil, pues como decía Istval, parecía cocido a la misma, de modo que, apenas terminó su entrenamiento, fue destacado a su tierra, y a menos que fuese requerido no salía de allí.
Una de las costumbres de Edin, era la de pasearse por las calles de París cuando no estaba de servicio, y sería gracias a ello, que pudo evitar muchos crímenes tanto de los humanos como de los devrigs, y la razón por la que rápidamente se colocaría muy alto y casi a la par de Istval, en la lista de individuos más odiados por los kraviaciks de su nueva raza.
Aquella costumbre también trajo como consecuencia que Edin hiciese algo que habría preferido no hacer, pero su conmiseración por el prójimo, que era muy parecida a la de Dylan, pero que en su caso se circunscribía a mujeres y niños, tal vez debido a su tragedia personal, lo había llevado a efectuar muchas transformaciones antes de que estas fuesen absolutamente prohibidas, y aunque después de eso, él se acogería a la cláusula de: en estado de necesidad extrema, eso también cesaría cuando ascendió a Levjaner.
Sin embargo, antes de que dejase de hacerlo y como se dijo, había efectuado muchas, así que cuando Istval se refería al harem de Edin, lo hacía con doble intención, porque tal vez Edin no estuviese interesado en comprometer sus sentimientos, pero nunca le habían faltado damitas que quisiesen cazarlo, pero todas sus relaciones en aquel sentido, fueron breves y sin consecuencias, así que Istval se refería a Francia en general, como el harem particular de Edin en aquel sentido, pero dependiendo del contexto, también podía estarlo haciendo para referirse a las muchas chicas a las que había transformado para salvarles la vida.
En el caso de los niños y para su mayor dolor, no podía hacer nada, pues no había forma de que un niño sobreviviese a una transformación debido a que sus humanidades eran débiles, y si ya estaban en estado deplorable bien porque hubiesen sido víctimas de alguna enfermedad, o en el otro caso bastante común, víctimas de un hecho de naturaleza violenta como guerras o inmerecidas palizas, sumarle lo traumático de una transformación, era algo con lo que no podían, y, adicional a lo anterior, era condenarlos a ser niños para siempre sin importar cuánto tiempo hubiesen podido vivir suponiendo que superasen una transformación, algo que ya habían comprobado con Mihály en ambos sentidos, es decir, con lo difícil que le resultó superar el período crítico después de la transformación, y con su apariencia que seguía siendo la de un chico de quince o dieciséis años; con lo que les quedaría bastante claro, que intentarlo con alguien por debajo de esa edad, era condenarlos lo mismo a una muerte segura y dolorosa. De manera que, cuando tenía la desdicha de encontrarse con casos así, se limitaba a quedarse con los chiquitos hasta que fallecían, o, si estaban muy graves, a proporcionarles una muerte rápida y misericordiosa para evitarles mayor sufrimiento, aunque el suyo siempre era atroz.