Nivi Paulusik había sido una chica anodina casi toda su vida. Siendo que los Paulusik habían perdido a su madre cuando ella apenas estaba entrando en la adolescencia, su vida pareció detenerse, pues tuvo que hacerse cargo de las obligaciones de la casa, y de cuidar de su padre y de su hermano menor, y de lo que no tuvo oportunidad fue de vivir su propia vida.
Siendo pequeños aun, conocerían a los que se convertirían en sus amigos para toda la vida: Eddy y Juliet. A pesar de que, en teoría, los Paulusik eran originarios de Nilak, en realidad lo eran sus antepasados, pues su padre había abandonado a su gente en busca de un mejor futuro, de manera que los locales, los veían casi tan extranjeros como a los que sí lo eran, la diferencia entre ellos y sus amigos, era que los hermanos eran del tipo retraído, así que los otros dos fueron los que se encargaron de dejarles las cosas claras a quienes los molestaban.
Al principio todo marchó bien, y aunque ellos continuaban haciéndose notar poco, era inevitable estar siempre en el centro de la atención, porque Eddy, por ejemplo, si bien no era tan brillante como Ilasiak en materia académica y en lo único que destacaba en aquella área, era en historia, era tremendamente popular al ser un deportista estrella; y en el caso de Juliet, era la abeja reina de la escuela, todas las chicas querían imitarla, y tanto chicas como chicos habrían matado por su atención. El problema con aquellos dos, era que tenían una extraordinaria facilidad para meterse en problemas, y parecía darles exactamente lo mismo si los premiaban o los expulsaban.
Ni los Hardy ni los Lisieux, estaban en una posición económica muy destacada, pero lo que sí tenían era estatus social, de modo que Marion Abott, que pertenecía a una de las familias más adineradas de Nilak, vivía en guerra con Juliet, pero era justamente así, ella vivía en guerra, porque Juliet la ignoraba olímpicamente, así que la odiosa Marion se desquitaba con la pobre Nivi, o al menos lo haría hasta que, faltándole un año para terminar la escuela, Juliet le prestó la atención que no le había prestado hasta entonces, solo que de una manera muy diferente, ya que, al encontrarse a Nivi llorando por algo que le había hecho la bruja aquella, Juliet se fue derecha a interrumpir la clase de literatura y sacó a Marion arrastrándola por los cabellos, y no conforme con eso, le dio la paliza de su vida.
Aquello le había supuesto a Juliet una suspensión de una semana, y en esa oportunidad no valió de nada la intervención del señor alcalde que era quien siempre la sacaba de los líos, y aunque los otros tres no habían participado en la masacre, se autocastigaron no asistiendo a clases ellos tampoco, y como llamar a sus padres era perfectamente inútil, porque los señores Hardy y Paulusik nunca recibían las notificaciones, no hubo nada qué hacer. Sin embargo, cuando regresaron, fueron tratados como héroes mientras que Marion se ahogaba en su veneno.
Como Nivi iba un curso por encima de su hermano y sus amigos, al terminar la escuela, y no teniendo posibilidades de ir a la universidad, se empleó a tiempo completo en la tienda donde había estado trabajando a tiempo parcial, pero su vida se volvió muy monótona, pues ya no podía ir con sus amigos todo el tiempo. Los chicos iban a la tienda unas dos o tres veces a la semana, en ocasiones porque en verdad necesitasen algo, y en otras solo por incordiar un rato, pero aquello hacía feliz a Nivi.
A pesar de que ella, al igual que casi todas las chicas de la escuela, había estado enamorada de Eddy desde la escuela elemental, poco a poco fue haciéndose a la idea de que él nunca la vería de otra forma que no fuese como una amiga, y, de hecho, estaba convencida de que quien se quedaría con él sería Juliet, quien era extraordinariamente parecida a él, pero, además, al lado de ella, todas las demás salían perdiendo, ya que, a pesar de su caótico carácter, era la chica más hermosa de Nilak, así que Nivi sentía incluso más pena por su hermano que adoraba hasta la tierra que Juliet pisaba, que por ella misma.
El día de la tragedia, Nivi estuvo convencida de que iba a morir en aquel infierno, pero repentinamente despertó y lo primero que vio, fueron unos ojos azul inmensidad y una larga cabellera dorada que enmarcaba un rostro de facciones perfectas. De manera que, lo primero que pensó, y habiendo sido educada en la religión católica, era que Dios había enviado a un ángel a buscar su alma. El ángel le había sonreído asegurándole que estaría bien, después de lo cual, ella cayó en un vacío en donde había desaparecido el dolor y se sintió inexplicablemente feliz.
Sin embargo, cuando despertó de nuevo, se encontró con el rostro desencajado de su hermano, y el preocupado de Eddy, y después que se aseguraron que se sentía bien y que no le dolía nada, la dejaron ponerse de pie. Aunque Ilasiak le había referido cómo habían estado las cosas, a ella le costó mucho creerle, pues recordaba la lava inundando el vehículo en el que iba, así que, de forma inmediata, se planteó que ambos estuviesen muertos.
No sabía exactamente cuánto tiempo después, le habían señalado al sujeto al que, según su hermano, le debía la vida, y aunque seguía sin poder creerlo del todo, en algún momento encontró el valor para acercarse y agradecérselo, y descubrió con mucho asombro, al ángel que pensaba había sido producto de un sueño. A pesar de que ella era tímida, nunca en su vida le había costado tanto juntar dos palabras, y en cuanto sus ojos se encontraron con los de él, todo lo demás pareció desaparecer, e insólitamente, todo lo que quería era refugiarse en aquellos brazos y pasar el resto de su vida mirando aquellos ojos.