A pesar de los convulsos años que habían vivido en distintas épocas, Dylan había encabezado junto a Henry Richmond y a Sergei, un equipo que había trabajado arduamente para proporcionarles una buena legislación su raza, una que estuviese en concordancia con los principios de libertad y garantía de derechos que se habían ido entendiendo y alcanzando a lo largo de la historia. No se podía decir que hubiese sido un asunto fácil, pues ellos no eran personas comunes, y los criminales de su raza eran en extremo peligrosos, así que habían tenido que pensar muy bien para legislar con la mayor justicia y que las penas fuesen aplicadas de acuerdo a los principios antes mencionados.
La pena capital se había reducido mucho, siendo sustituida por cantidades de años de presidio impensables para un ikedev, y, por otra parte, Dylan especialmente, había trabajado en forma ardua, para que se trabajase en la rehabilitación de los criminales con miras a una reinserción en la sociedad y que resultasen útiles para la misma, algo que todavía no había alcanzado a los niveles que él soñaba. Como sabemos, a los príncipes les estaba prohibido ir a Zatvor, y fuera de Mikha, ningún otro había estado nunca allí, de modo que cuando Dylan solicitó el permiso para ir, le fue negado. Él había argumentado que su intención no estaba movida por la curiosidad, sino que necesitaba ver las instalaciones para determinar cómo podían adaptarlas para convertirlas en lugares productivos de alguna manera y con alguna utilidad para la nación, pues en su opinión, aparte de las condiciones inhumanas en las que se encontraban los detenidos allí y de acuerdo a lo que había podido averiguar a través de Tommy más que todo, no aportaba nada a nadie, y que los individuos salían de allí igual o peor de cómo habían entrado.
Sin embargo, con mucho pesar, Iyul se había seguido negando, porque ni siquiera él, en su calidad de Sozdatel’ en el tiempo que Iziaslav estuvo desaparecido, había ido a Zatvor y no porque alguien pudiese impedírselo siendo como era el soberano, sino por respeto a una orden de su padre.
Con las cosas así, Dylan tendría que conformarse con lo poco que sabía y trabajar en base a ello, y aunque aún no concluía con todo lo que había planificado, los trabajos se habían adelantado bastante, y ahora los presos de Zatvor se veían obligados a trabajar en algo útil, recibían tratamiento médico y psiquiátrico si era el caso, y siempre lo era en opinión de Dylan, y las celdas si bien no eran habitaciones de hotel, ofrecían un aspecto más acorde con el derecho de todo ser humano a vivir de la forma más digna posible.
Todo lo anterior constituía una de las muchas razones por las que Dylan era un príncipe tan amado por su pueblo, pues no todos los que terminaban en Zatvor eran criminales peligrosos, sino que llegaban allí por haber cometido algún delito que ameritaba detención, y muchos de ellos habían comprobado que ya no era el infierno que había sido y eran ellos los que habían corrido la voz de a quién se lo debían, aparte de que habían salido habiendo aprendido algún oficio o, incluso, alguna profesión que les permitía desenvolverse con éxito en su sociedad.
Michel, que como sabemos era un incordio, y uno de los que solía decir que todos los que terminaban en Zatvor, lo que merecían era que les quitasen sus estúpidas cabezas, si bien decía todo aquello, era uno de los que en silencio, había contribuido con las antes mencionadas mejoras, porque aquel muchachito tenía habilidades útiles y las mismas se manifestaban en el diseño arquitectónico, y aunque nunca había tenido la paciencia para asistir a la universidad con la regularidad deseada, había tenido mucha práctica en el diseño y construcción de la que todos llamaban su ciudad, refiriéndose a Kivist.
En el caso de Lucien, nunca se había metido en lo que hacía Dylan, pero no por eso estaba menos al tanto de ello, y de forma casual, en las conversaciones que mantenía con él, pues a pesar de haberse alejado de nuevo de Riùrik, Dylan siempre iba a verlo a donde quiera que estuviese, deslizaba comentarios o ideas que luego Dylan se encargaba de llevar a la práctica.
Por supuesto todo lo anterior no lo hacía Dylan solo, pues como se dijo, sus mayores colaboradores eran Henry y Sergei, pero, además, un equipo enorme de trabajo.
Al día siguiente del altercado en Illir, Dylan se había reunido con el mencionado equipo, pues tenían dos asuntos de igual importancia entre manos, sin embargo, Sergei sugirió que se reuniesen solo ellos tres en primera instancia y Dylan aceptó.
Dylan en cambio, entendía bien a Henry, pues él conocía a D’Albret tan bien como Henry, pero si bien Dylan, y aunque no estuviese de acuerdo con lo que estaba sucediendo, y sabemos que no podía estarlo, en cierta forma entendía también la posición de sus parientes, aunque no la compartiese.