La Dinastía (libro 12. Milyk et Vörkessel)

Cap. 29 Antesala

 

Derek se había pasado los últimos casi dos días, ocupado en evitar que Sofía hiciese alguna clase de disparate que enfureciese a Iziaslav, por ejemplo, y aunque para extrañeza de todos, Michel había prestado su colaboración y no para secundar a Sofía, sino para evitar que el necio de Derek se dejase apalear por su volátil hija. Así habían llegado al día en que se celebraría el Adestrarshy, pero el sol ni siquiera había hecho su aparición cuando ya Sofía estaba lista para salir. A decir verdad, ni siquiera había dormido las dos últimas noches, ni había dejado dormir a nadie, de modo que la pobre Istziar estaba al borde de un colapso, y no tanto por la falta de sueño, como por el estrés al que había estado sometida.

Afortunadamente para ella, no estaba obligada a asistir a la sesión, pues si bien estaba casada con un príncipe, a diferencia de su hija, ella no era una princesa de sangre ni recibía el título de princesa consorte, aunque fuese lo segundo, debido a que Derek, por decisión propia, no estaba en la línea de sucesión, y ese tratamiento estaba reservado solo para las que como Kyv, estaban casadas con quienes podrían, eventualmente, ascender al trono.

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Aunque en un inicio se había pautado la sesión del Adestrarshy en Illir como se había venido haciendo en los últimos, como no todos estaban en la isla, Iziaslav tomó la decisión de trasladarla al Pravitel, de manera que Sofía se alteraría mucho al verse allí, por lo que se detendría con brusquedad.

  • ¿Piensan juzgarlo como a un criminal, padre?

Tanto Ekain que había sustituido a Henri como jefe de la guardia de Derek desde que éste faltaba y Boris se había recuperado regresando a su puesto con Alexander, como Yerko, se apresuraron a crear el aislamiento, porque estaban en pleno hall de entrada y la cantidad de personas que entraba o salía en aquel momento, era enorme.

  • Sofía, si vuelves a gritar, te juro que…
  • Michel – lo detuvo Derek y luego miró a su hija – Por supuesto que no, linda
  • ¿Y por qué estamos en el Pravitel? ¿Crees que soy tonta?

Andro se dio mucha prisa en advertir a Michel en el sentido de que hiciese algo para tranquilizar a la furiosa criatura, pues el resto de la familia real venía llegando, algo que le había avisado Kayko a todos los jefes de grupo. De manera que Michel se dio mucha prisa en atacar el cerebro de su hermana, y cabe destacar que no sería especialmente delicado, pues, aparte de que no lo era en casi ninguna circunstancia, no tenían tiempo para ello.

Un momento después, tal y como le había advertido Andro, venía haciendo su entrada la casi totalidad de la familia real, y casi, porque Mia, a diferencia de Kyv, no había mostrado ningún interés en ir, a pesar de que tenía ese derecho al ser la soberana de Riùrik.

Aunque quienes visitaban el Pravitel, estaban acostumbrados a ver el uniforme de los levramzyks, el de los levjaners que no difería en mucho del de los anteriores más allá del pañuelo que llevaban atado al cuello, se hizo mucho más obvio, ya que éstos no solo eran los jefes de las guardias de los príncipes y venían siete sin contar a Janos y a Iziaslav quien era escoltado por Milorad y Darko, de manera que quienes estaban en el hall, no solo se hicieron rápidamente a un lado, sino que todos adoptaron la posición de respetuoso saludo a su soberano y a sus príncipes.

A pesar de los muchos años que ya tenía Dylan ostentando su título, seguía incomodándole aquella muestra de respeto, que al menos en su caso, consideraba exagerada, pero se olvidó de eso y miró con atención a Lucien.

Ese día, y como cabría haber esperado, el malcriado individuo estaba de un humor asesino y lo había corrido de sus habitaciones en cuanto él había entrado. Sin embargo, ahí estaba, sonriéndole de forma encantadora a sus súbditos, y aunque aquello era bueno en sí mismo, Dylan siempre se preguntaba cómo se las arreglaba aquel infeliz para estar furioso, y aun así mostrarse encantador con la multitud.

Kyv por su parte, que en cuanto habían llegado, había mostrado su interés por la arquitectura, dejó de prestarle atención para mirar a Lucien, pero con el comentario que haría a continuación, casi le causó un colapso a Iyul, tanto por el contenido de la frase, como por la ternura con la que fue expresada y que no le era habitual a su mujer.

  • La gente sigue adorándolo como cuando era niño

Aunque Iyul no detuvo la marcha, giró la cabeza con tanta violencia, que ella tendría que haber sido ciega para no notarlo.

  • ¿Cómo sabes eso? – preguntó
  • ¿Qué cosa? – preguntó ella a su vez y él repitió lo que Kyv acababa de decir
  • Pues no sé, pero supongo que solo lo imaginé, porque es obvio que lo adoran ¿no?

Iyul no dijo nada más, pero colocó aquello a la cabeza de lo que le preguntaría a Nadège la próxima vez que lo viese, pues no se suponía que la gente fuese por ahí recordando cosas de sus anteriores existencias. Él sabía que las aptitudes, y los afectos u odios, podían transferirse de una existencia a otra, lo que explicaba las inclinaciones de las personas a tener ciertas destrezas, o relaciones catastróficas o excelentes con otras a las que ni conocían, o conocían muy poco, pero de ahí a recordar cosas puntuales como lo que acababa de decir Kyv, había un largo trecho, al menos en su opinión.




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