La Dinastía (libro 12. Milyk et Vörkessel)

Cap. 30 Iván

Todos los que conocían a Iván, en algún momento habían dicho que se comportaba como un príncipe, y no hacían con ello referencia a sus refinadas maneras, o a sus exigentes gustos, sino que desobedecerlo, por ejemplo, reportaba las mismas consecuencias catastróficas que se habrían agenciado de haber desobedecido a un miembro de la familia real. No obstante, los únicos que sabían con certeza que Iván llevaba aquello en la sangre, eran los primigenios.

A grandes rasgos, casi todos sabían que la madre de Iván había sido hija del Hlavary de una tribu ugro-finesa a la que llamaban Tíverts, pero los únicos que sabían la historia completa y como ya se dijo, eran los primigenios.

Iolan le había tenido manía a la tribu de los tívertses, y su enfrentamiento duró largo tiempo para sus estándares, ya que los devlianos se caracterizaban por un salvaje ataque que solía arrasar con todo en corto tiempo, pero lo tívertses les dieron mucho trabajo, ya que también eran muy salvajes, y si bien los devlianos los aventajaban en caballería, la ventaja de los tívertses estaba en que en su tribu hasta las mujeres eran guerreras feroces.

En un enfrentamiento que tuvieron, Amlek, el hijo mayor de Iolan que era uno de sus más salvajes krasnilevs, había sido herido de gravedad, pero si bien no murió, lo que si resultó fue capturado. Iolan había montado en cólera, pues si bien Amlek era su hijo, lo que parecía molestarle era que también, era uno de sus mejores guerreros, de modo que se vio obligado a modificar sus planes originales. Los devlianos habían capturado a su vez a uno de los hijos del Hlavary de los tívertses, y su idea era entregarlo a cambio de la rendición de armas. Sin embargo, como Iolan quería recuperar a Amlek, los términos del intercambio variaron y el príncipe tívertse fue entregado a cambio de Amlek.

Darko para entonces contaba con quince años, aun no se había casado y estaba dando tantos problemas con las bizlykis como Kireg, pero daría unos mucho mayores al ser comisionado para acudir con los hombres que harían el intercambio, porque en esa oportunidad vio a Elèa. Cuando regresaron, y como aquel niño era de lo más inconsecuente y no parecía tenerle el adecuado aprecio a su cabeza, se fue derecho al avari de Iolan a decirle que quería a aquella ledzidy para él.

Nadie sabía con exactitud si Iolan actuaría como lo hizo por temor a perder a otro guerrero que no solo a su corta edad ya había demostrado ser formidable en batalla, o si solo fue una excusa para atacar a los tívertses, el asunto fue que, cuando decían que Darko había obtenido a su mujer a sangre y fuego, era puntualmente cierto, porque, aunque demoraron algunos meses en planificar una estrategia efectiva para atacar y vencer, no solo lo hicieron, sino que casi exterminaron a aquellos pobres desdichados, saqueando además todos sus tesoros que eran muchos, y si alguien sobrevivió, no como para reagruparse en una tribu que pudiese hacerles sombra. El costo fue alto, porque los devlianos sufrirían muchas más bajas de las habituales, y durante mucho tiempo culparon a Amlek y a Darko por ello, al primero por no haberse hecho matar, y al segundo por haberlos arrastrado a aquella carnicería.

Darko no la tendría fácil con Elèa, pues habría sido mucho esperar, suponer que una mujer quisiese no solo a su captor, sino al que hacía responsable por el exterminio de su tribu, aunque aquello no era algo especialmente novedoso por esos días. Aparte de lo anterior, Elèa sí era como sería Lucien en cuanto a comportamiento, pues estaba perfectamente consciente del rango que había ostentado dentro de su tribu, y aparte de peligrosa, era caprichosa, arrogante, y en opinión de la mayoría, parecía una fría estatua de hielo, y quienes a día de hoy la recordaban, no era por sus buenas memorias, sino porque Iván tenía la cara de su madre casi en cada detalle y salvando las distancias de sexo.

Si bien no sabían cómo se las había arreglado Darko con aquella criatura, Iolan nunca la vio con buenos ojos, ya que en su opinión no era útil debido a que los primeros partos de Elèa fueron hembras, y como sabemos, él lo que esperaba de las mujeres era que les diesen a sus hombres hijos varones.

Finalmente, cuando Iván nació, fue una gran alegría no solo para su progenitor, sino para toda la tribu, y evitó que Iolan se pusiese difícil intentando que Darko repudiase a Elèa y consiguiese otra mujer más apta.

Aunque Darko y Elèa amaban a toda su progenie, el comportamiento de ambos con Iván fue fuera de serie, y el niño crecería entre la quizá excesiva atención de su padre, y el empeño de su madre en hacerle entender que él no era cualquier guerrero, sino que descendía de una larga lista de Hlavarys y era un sizvitel por derecho de sangre. De modo que, Iván se comportaba en forma análoga a como lo hacía Mikha, y todos los niños de la tribu aprenderían con rapidez, que era muy mal asunto molestar a aquel pequeño individuo, porque su cara de niña no era un obstáculo para que los hiciese polvo, algo que comprobaron con mucho perjuicio quienes intentaron molestarlo por lo anterior.

Iván adoraba a sus padres, y por lo único que se peleó con Elèa, fue porque ella no estaba de acuerdo en su relación con Iliar, ya que Kireg no estaba casado con la madre de éste, así que Elèa veía con muy malos ojos a la inocente criatura y su hijo nunca estuvo dispuesto a aceptarlo, así que cuando se cansó de los venenosos discursos de su madre en contra de Iliar, se plantó ante ella y sería cuando Elèa comprobaría que todo lo que había estado metiendo en aquella cabeza, había surtido efecto, pues le quedó clarísimo que su hijo no solo no estaba dispuesto a soportar que dijese nada más de su amigo, sino que le ordenó con todas sus letras, que lo dejase en paz o no le gustarían las consecuencias. Fuera de eso, no volvió a tener problemas con su madre, y aunque ésta nunca quiso a Iliar, dejó de fastidiar y de hecho pensó que aquel chico se convertiría en una especie de sirviente de su hijo, algo en lo que no pudo equivocarse más, pero como no llegaría a verlo, dejó de meterse en aquella relación, y el poco tiempo que viviría después de eso, lo hizo sintiéndose sumamente orgullosa de su vástago.




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