La Dinastía (libro 12. Milyk et Vörkessel)

Cap. 39 Malos recuerdos

 

Iván, Iliar y Radek partieron rumbo a la sede del Arkel en Italia, pero mientras Iliar y Radek se fueron derechos al despacho de Domenico, Iván se rezagó, porque, aunque era improbable que Yves aun estuviese allí, igual quiso hacer la comprobación. Iliar entró como de costumbre sin anunciarse y no era que ningún levramzyk fuese a ponerse en la posición de atravesarse en su camino.

  • Domenico
  • Iliar – dijo él, pero mirando a Radek
  • ¿Dónde está? – preguntó este

Domenico conocía poco a Radek, pues él no era un primigenio, y aparte del tiempo que Radek estuvo ausente, cuando regresó, no era que fuese por ahí haciendo relaciones sociales, algo que en cualquier caso se le daba muy mal, de modo que lo único que Domenico sabía de él, era lo antipático y peligroso que era, así que, a pesar de que se suponía que no representaba un peligro para ellos, siendo como era, al menos para él, un desconocido y por efectos de la práctica, se protegió adecuadamente.

En el caso de Radek y, aunque se relacionó poco, lo que no sabía de aquellos miembros de su raza a los que no conocía y que no averiguó por sus propios medios, le fue informado por Yves, y lo que sabía de Domenico era que todos lo llamaban el Istval italiano, pero lo que no sabía, era si compartía con el aykeri su habilidad, de modo que, si era así, igual tenía otras formas de quebrar su resistencia si se ponía creativo.

Independientemente de las intenciones de cada uno, en ese momento hizo su entrada Iván, de manera que, aunque Domenico hubiese querido ocultar algo y no era así, sabía que con Iván no había caso.

  • ¿Y bien? – preguntó Iván ahorrándose las fórmulas de cortesía
  • No lo sé – contestó e Iván clavó sus ojos en los de él – Adelante – dijo con sorna – pero te agradecería recordar que necesito mi cabeza

Como ciertamente Iván no necesitaba de un permiso para hurgar en cualquier cabeza, ya lo estaba haciendo desde que había entrado, al igual que Radek quien no había necesitado forzar nada, pues Domenico, y al ver a Iván, había dejado de protegerse para no terminar con un molesto dolor de cabeza.

  • ¿Quién es ese tal Renzo Morelli? ¿Y qué quería Yves con él? – preguntó
  • Entiendo que no conozcas a Renzo, porque es un bambino, pero sí conoces a Yves y no es de la clase que va por ahí compartiendo información…
  • ¡Domenico!
  • Renzo es en principio un arqueólogo, pero también un hábil timador que se dedica a vender objetos de arte, aunque los mencionados objetos sean falsificaciones. Yves le mostró una fotografía y después que Renzo reconoció al sujeto y le dijo su nombre, lo dejó en paz – concluyó, pero Iván elevó una ceja - ¿Qué?
  • ¿Y después de eso?
  • Ya sabes
  • Vámonos, el pequeño Istval no sabe una maldita cosa útil – dijo Radek dando la espalda y comenzado a caminar
  • Mi nombre es Domenico, señor Izbork
  • Bien por ti

Domenico se llevaba muy bien con el aykeri, pero no por eso le gustaba que aquel infeliz lo llamase pequeño Istval, pero, aunque protestara y no volvería a hacerlo, Radek en ningún caso lo llamaría de otra manera.

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En Illir era ya muy tarde cuando Lucía sintió la presencia de su hermano y se giró.

  • Alex
  • No quiero ser entrometido, pero… ¿Qué sucedió, Lucía?

Aunque ella no había tenido intenciones de aclarar nada con relación a su disgusto con Iván, un momento después estaba contándole todo a Alexander y se preparó para escuchar, o bien un largo discurso acerca de su insensatez, o que Alex se alterase mucho y le dijese que había perdido el juicio. Sin embargo, Alexander la escuchó en serena calma y no dio muestras de ninguna emoción buena o mala.

  • Entiendo – dijo cuando ella hizo silencio
  • ¿Entiendes?
  • A menos que haya alguna otra cosa que no me estés diciendo…
  • Claro que no
  • Bien, entonces creo que lo mejor es que descanses un rato y…
  • Alex, te estoy diciendo que creo que cometí un terrible error…
  • Lucía – la interrumpió él – entendí eso, y siendo que tú también lo hiciste…
  • ¿Y si estoy equivocada pensando que lo estaba antes?
  • No, no lo estás
  • ¿Cómo podemos estar seguros de eso?
  • Lucía – dijo colocándole las manos sobre los hombros – créeme, no estás enamorada de Iván ni lo estuviste nunca, o bueno, tal vez enamorada sí, porque hasta donde sé, casi todas las chicas que conocen a ese cretino, piensan de la misma manera, pero sabes que una cosa es enamorarse y otra muy distinta amar – puntualizó

Lucía aun discutiría por un largo rato más, pero Alexander se empeñó lo mismo en sacarla de su error, pues él sí estaba positivamente seguro de que lo era.

  • Gracias – dijo ella finalmente y cuando se tranquilizó un poco
  • ¿Por?
  • Por creerme, porque el ergelar sigue pensando…
  • Ey – la detuvo – no puedes culparlo, porque si tú misma, hasta hace un minuto lo estabas dudando, no es juicioso…
  • ¡Lo que no es juicioso es que se meta en lo que no es su problema! – vociferó y Alex se frotó la frente – Yo no voy por ahí opinando acerca de sus cuestionables relaciones o diciéndole a quién puede o no, meter en su cama
  • Ya basta, Lucía. Es posible que no nos guste o que nos incomode, pero no podemos evitar que quienes nos aman, se preocupen por nosotros
  • ¿Preocuparse? Solo es un maldito entrometido, y la próxima vez, en verdad voy a sacarle el corazón




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