Iziaslav había convocado a sus hijos, a Janos, a Istvan, y a Sergei a una reunión, de modo que, después de acompañar a desayunar a Mia, le dio un beso excusándose de no acompañarla a dar el paseo matutino por el jardín debido a lo anterior. Cuando iba hacia el salón real, apareció Janos a su lado.
Janos juntó las cejas y se preguntó, primero que nada, qué podía haber sucedido la pasada noche para que Iziaslav estuviese de aquel humor, pues no estaba así cuando él se había marchado, y segundo, se preparó para efectivamente tener un mal día. Él apenas había abandonado su habitación cuando Jeireddin le avisó de la convocatoria, y aunque había tenido la intención de ir a Illir, pues tenía una conversación pendiente con Iziaslav, en ese momento pensó que iba a tener que posponerla, ya que, si no era de naturaleza agradable, al menos para él, con un Iziaslav furioso, menos aún.
Cuando entraron al salón, ya todos estaban allí y se habían puesto de pie, pero Iziaslav notó una falta.
Iziaslav compuso pésima expresión y todos pensaron que en verdad le ordenaría al levjaner traer al muchachito aquel, aunque tuviese que hacerlo de los cabellos, pero para sorpresa de todos, no lo hizo, y lo que hizo fue sentarse, así que los demás lo imitaron.
Aunque nunca, al menos que Dylan supiese, se había suspendido una Evesbriel, por algún motivo no solo él, sino todos, parecían haber olvidado que, en efecto, solo faltaban unos pocos días para aquella celebración. Sin embargo, nadie dijo nada y se dispusieron a escuchar para enterarse de qué era lo que el soberano quería discutir.
Los presentes a diferencia de Dylan, advirtieron que Iziaslav no iba a discutir aquello, y le habrían aconsejado a Dylan no insistir, pero Iyul fue más allá pasándole un urgente mensaje a su hermano para que no lo hiciera.
En este punto, y si bien entendieron que aquel: <<Yo me encargo>> podía ir en directo perjuicio del susodicho, quien se preocupó fue Janos y no porque le interesase mucho o poco la suerte de un Savaresce, sino porque sería él quien tendría que decirle no sabía qué exactamente a Amaranta, y le gustaba menos, porque era justamente lo que había querido conversar con Iziaslav debido a que se lo había prometido a la chica, pero sabía que al menos en ese momento, nadie podía contradecirlo.
Sergei por su parte, que era quien tomaba apresuradas notas, miraba a Dylan con una expresión que estaba a medio camino entre la preocupación y la conmiseración; lo primero, porque sabía lo muy contrariado que estaría pensando que se estaban saltando las leyes por las que él tanto había luchado; y lo segundo, porque al igual que Janos, y que todos en realidad, sabía que nadie podía contravenir una orden real.
Janos fue tomado por sorpresa, especialmente después de lo que acababan de escuchar con relación a Avitzedek, pero como nada lo iba a hacer cambiar de opinión con respecto a su boda, hizo a un lado lo anterior.
Dylan no entendió bien por qué todos tenían aquella expresión de asombro, pues siendo que Janos ostentaba aquel título, lo natural era que su esposa también. Lo que Dylan no sabía, era que aquel título en realidad no existía para una mujer y de ahí que Iziaslav hubiese ordenado preparar el decreto. Y definitivamente no recordaba, que ya le habían explicado que era uno que se les concedía únicamente a los individuos que se casaban con las hijas de un Hlavary, suponiendo que perteneciesen a la misma tribu.