A Lucía le estaba costando un poco encajar la marea de cambios que se habían dado en el tiempo en el que ella estuvo ausente; algunos le parecían fabulosos, como el de que las chicas ahora pusiesen entrar al Laki, aunque sabía que ella nunca podría pertenecer al cuerpo de Elskis, sin embargo, se llevó una gran sorpresa y sintió una enorme emoción, cuando Iyul le hizo entrega de su dykari.
No obstante, Lucía había seguido mirándolo sin poder creerlo, porque recordaba el escándalo que se había armado cuando ella había dicho que, en su opinión, las mujeres también tenían derecho a portar uno.
Lucía había dejado de mirar el objeto de discusión cuando Iyul había comenzado a hablar, pero los ojos se le llenaron de lágrimas al escucharlo y un segundo después, estaba colgada a su cuello.
Como siempre había dicho Iyul, él amaba a los aykeris como a los hijos que ahora sabía no tendría nunca, pero Lucía siempre había sido la debilidad de todos, así que la emoción, que como todo en ellos se magnificaba, le produjo una opresión en el pecho y, además, tuvo que parpadear furiosamente para retener las propias lágrimas producto de lo anterior.
Si bien Dylan estaba contento de que su hija lo estuviese con su nueva posesión, lo que no estaba era tranquilo, ya que no podía olvidar la facilidad que parecía tener Lucía para estar metida en los más horrorosos líos, y todos involucraban a los criminales de su raza. Pero si él no había podido evitarlo antes, estaba bastante seguro que tampoco ahora.
Lucía había querido hablar con Iván para disculparse, pero entre el orgullo y la falta de oportunidad, el asunto se había ido retrasando, pero el día que había ido con Dylan a encargar su vestido para la Evesbriel, cuando dejó libre a su padre, sintió el deseo de ir a ver a Loriane, y pensó que era una inmejorable oportunidad para aclarar las cosas con Juliet.
Aunque Irakli y Hani, habitualmente estaban bastante enterados de todo lo que tuviese que ver con Lucía, la cuestión con Louis era que el entrometido aquel no podía permanecer fuera de los pensamientos de ella y ellos lo sabían, y aunque también sabían que en realidad no era por entrometido, sino que era algo que no podía evitar, les molestaba lo mismo, pues en ocasiones se sentían excluidos. Ambos siguieron discutiendo mientras iban en camino, porque otra particularidad de Louis, era que no necesariamente obedecía cuando Lucía le ordenaba callarse, y aunque nadie sabía por qué unas veces sí y otras no, en atención a la propia salud, nadie se metía.
Finalmente llegaron, y a pesar de que no era necesario que ellos entrasen con Lucía, igual lo harían, pero tuvieron la delicadeza de hacerlo en estado de aceleración para no incomodar a las habitantes de aquella casa.
A Lucía se le hacía muy difícil no llamarla mamá, pues aun sabiendo que ahora en realidad no lo era, aquella era la energía que ella percibía. Sin embargo, cualquier saludo que pretendiese dar, quedaría suspendido con la entrada en escena de Juliet.
Los chicos experimentaron el malestar habitual al escucharla, pues de quien se expresaba en aquellos términos era una sizviteliani, sin embargo, al menos Irakli y Mihály tuvieron que hacer a un lado su malestar para ocuparse de Louis, a quien ciertamente no le importaba ni mucho ni poco quién pudiese ser aquella desagradable criatura.
Lo que no había conseguido Loriane, lo logró Mihály, y no tanto por lo que había captado Juliet, sino por el tono, que era uno muy diferente al que le era habitual y casi hostil.