La Dinastía (libro 12. Milyk et Vörkessel)

Cap. 46 Casi innecesario

 

Dylan había podido afrontar la conversación con Alexander con cierto malestar, pero bien, y aunque no le había gustado, él sabía que su hijo era en extremo ecuánime y gustándole o no la decisión tomada por Iziaslav, no discutiría.

Pero si bien lo anterior salió bien y era con aquella seguridad que había decidido hablar con él primero, estaba igualmente seguro que la siguiente conversación no sería de ninguna manera fácil, más como no podía retrasarla, se iría derecho a la casa de Derek.

  • Rybik, que gusto verte – dijo Istziar corriendo hacia él
  • ¿Cómo estás, linda? – saludó él dándole un beso en la frente
  • Es afortunado que seas mi padre, Rybik – escucharon a Derek
  • ¡Phillipe! – exclamó Istziar con disgusto

Aun cuando ya tenían muchísimos años casados, Istziar seguía molestándose con su díscolo marido por aquella estúpida broma.

  • ¿Olvidé algo, haryk?
  • El buen juicio, por ejemplo – contestó Dylan y Derek rio
  • Bien, pero dudo mucho que vengas a traérmelo, y siendo que no es la hora de la cena, dime entonces qué estás haciendo…
  • Derek Phillipe – lo interrumpió Istziar – él puede venir cuando lo desee
  • Seguro, pero…
  • Derek, he venido porque tengo algo importante que hablar con ustedes
  • ¿Lo ves? – preguntó en tono triunfante – No me echa tanto de menos como para venir sin un motivo

Dylan meneó la cabeza, porque estaba bastante seguro que Derek podría vivir eternamente, pero nunca dejaría de ser el descocado de siempre.

  • ¿Linda, puedes decirle a Sofía que venga un momento, por favor? – preguntó a Istziar ignorando los comentarios anteriores
  • Ella no está en casa, Rybik
  • ¿Y dónde está? – preguntó neciamente, porque aquella personita casi nunca decía dónde iba
  • ¿Dónde crees? – preguntó Derek a su vez, aunque no parecía esperar una respuesta, porque no se detuvo ahí – Apenas si tuvo la gentileza de venir por algunas cosas y decir que se marchaba a Labrit
  • ¿Disculpa? – preguntó en tono muy alterado mientras que Derek lo miraba con fastidio
  • Vamos padre, no supondrás que ahora que sabe que no va a matar a HD, iba a quedarse mucho tiempo fuera de su cama y…
  • ¡Derek Phillipe! – exclamaron Istziar y Dylan al mismo tiempo
  • Wow, wow – escucharon ahora a Michel – Por ese camino, mi dulce madre, y mi ecuánime abuelo, van a quitarte la cabeza, o como mínimo, a cortarte la lengua, padre – agregó con sorna, pero como no era que el fuese mucho mejor, miró a Dylan y éste se encomendó a los cielos – ¿No crees que va siendo hora de que dejes esa anticuada y medieval postura, abuelo?

Dylan se sentó apoyando la cabeza en las manos y no muy seguro de a quién tenía más deseos de apalear, pero Derek parecía el seguro ganador en aquel momento.

  • ¿Cómo pudiste permitir esto, muchachito?
  • Seguro que no lo dices en serio, porque tú la conoces tan bien como todos, y sabes que impedirle algo, es el camino más seguro para que, no solo lo haga más de prisa, sino para que quien intente impedirlo termine muy mal
  • ¡Es tu hija, Derek!
  • Ajá, pero eso no cambia las cosas
  • Más bien las agrava, diría yo – dijo el otro incordio
  • Escúchenme bien ustedes dos, se van ahora mismo a buscarla, porque necesito hablar con ella y con Henri, y no voy a moverme de aquí hasta haberlo hecho
  • ¿Y por qué mejor no vas tú mismo y…?

Dylan nunca en su vida había golpeado a sus hijos, a pesar de que, al menos Derek, había hecho muchos méritos para ello. Sin embargo, en aquel momento perdió la perspectiva producto de una combinación entre la ira y la indignación, y de no haber sido por la habilidad de Michel, en verdad habría apaleado a Derek.

  • ¿Qué sucede contigo, Jean Michel? – preguntó Derek un momento después y cuando se sintió estable
  • Hombre, de nada
  • ¿Qué? Estaba hablando con…
  • Sin duda tú lo estabas haciendo, pero él iba a sacarte la cabeza si seguías allí
  • No digas estupideces, niño
  • Bien, pero, en cualquier caso, ya que estamos aquí, busquemos a los tórtolos y volvamos

En ese momento fue que Derek notó que estaban a solo unos pasos del Castillo de Labrit, y con su espíritu práctico se encaminó hacia las puertas.

Sofía, y como había dicho Derek, solo había ido a su casa a buscar algunos efectos personales, pero también era cierto que había sido una gentileza de su parte, pues conociéndola, habría podido enviar por ellos o prescindir por completo de cualquier cosa, así que aquella veloz visita, solo fue para participarles que se iba con Henri. Y en el caso del mencionado individuo, ni siquiera estaba al tanto de los planes de Sofía, porque después del desastre vivido en el Pravitel, entre ella y Andro lo habían trasladado a Labrit, se habían ocupado de atenderlo, y una vez que estuvo lo bastante consciente como para entender algo, Sofía se limitó a decirle que iba a su casa, pero nada más, haciendo que Henri pensase, muy neciamente, que al menos a partir de ese momento, ella se comportaría con algo más de juicio y se quedaría donde debía. Sin embargo, como no había sido así, tendría que aguantarse, ya que comprobó de forma más bien difícil, que mencionarle regresar a la casa de sus padres, hacía enfurecer a la muchachita.




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