Rohit Hecker llegó como siempre muy temprano, pero aquella mañana de viernes parecía llevar mucha prisa debido a que el día siguiente era la fiesta de gala de la Evesbriel. Su cargo nominal era el de jefe de prensa, porque era ella quien habitualmente se encargaba de aquellos difíciles individuos, pero sus labores se extendían a la organización de los eventos y el protocolo de los mismos, de modo que cuando llegó a su despacho, lo primero que hizo fue encender su ordenador para hacer una última revisión de la lista de invitados de aquel año.
Afortunadamente, y en su opinión, en esta oportunidad no tenían invitados de la clase problemática, porque Dylan había estado ausente y era quien normalmente incluía a alguien con quien quisiese resolver algo.
A Rohit le extrañó aquello, porque a pesar de que ella trabajaba en el Pravitel, no era usual que los levramzyk acudiesen a su despacho, pero como tampoco era que nadie pudiese negarse a recibir a uno, le dijo a su asistente que lo hiciera pasar.
Rohit no había tenido oportunidad ni de saludar, y ciertamente tampoco la tendría de preguntar nada, porque aquel individuo no había cerrado la puerta y le estaba haciendo señas para salir. La sorpresa de Rohit no podía ser mayor, porque el único contacto que ella tenía con los de aquel departamento, era a través de Henry Richmond debido a que era quien se encargaba de las reuniones diplomáticas y ella debía organizarlas cuando se efectuaban en Riùrik, pero ver a Sergei Wojciech era casi tan difícil como ver a Iziaslav.
De las últimas generaciones de devrigs, y por últimas se habla de los últimos cuatro siglos, eran poquísimos los que conocían a Sergei, mientras que los itslievs no solo lo conocían, sino que le tenían un muy sólido respeto, o, un justificado miedo si eran más kraviaciks que gente decente, porque si los miembros del Arkel eran peligrosos, Sergei era un primigenio de la clase con la que nadie quería tener problemas.
Si bien su nombre era muy conocido, para la mayoría era solo un alto funcionario de gobierno, y, posiblemente, no habrían creído en su peligrosidad fuera del ámbito político, en especial aquellos que habían tenido oportunidad de conocerlo en alguna reunión, porque Sergei se conducía con una educación y unos modales impecables, aunque no era especialmente simpático.
El mismo Dylan, y aunque ya llevaba una indecente cantidad de años trabajando estrechamente con él, en dos oportunidades recientes, había tenido que replantearse lo que creía saber. Una fue el día del enfrentamiento con Viorica, en el que había visto casi con asombro, a un Sergei sumamente sanguinario y hasta se planteó estar viendo a otra persona. Y la segunda, fue unos días atrás y cuando Sergei la emprendió en contra de Henry al perder la paciencia por lo que Richmond estaba diciendo de Lucien, o al menos eso creyó Dylan. De manera que, si había logrado imaginar que siendo un primigenio, por lógica debía poseer mucha fuerza, igual era una conversación que tenía pendiente con Istvan, quien era su fuente más confiable y paciente de información, después de Janos, pero como éste último estaba inmerso en sus asuntos personales, de momento consideraba inadecuado molestarlo con su habitual curiosidad.
El levramzyk que había conducido a Rohit al despacho de Sergei, le abrió la puerta, y una vez que ella ingresó, el chico cerró dejándolos solos.
Rohit obedeció, y aunque en realidad no había un motivo para sentir tanta aprensión, siendo que ella sabía todo lo que había que saber de aquel individuo, pensaba, muy neciamente, que no necesariamente debía tener uno para emprenderla en su contra, porque en su opinión, aquel estaba en la misma posición de los miembros de la dinastía reinante y podía hacer lo que se le viniera en gana sin ninguna clase de justificación. Después de lo que pareció mucho tiempo, aunque no había sido así, él dejó lo que fuera que hacía, y tomó una hoja de la impresora.
Sergei no era estúpido, así que había notado la alteración de aquella chica, lo que le causaba mucho fastidio, ya que en su opinión no había motivos para la misma, y lo que necesitaba era que hubiese prestado la debida atención y actuase en consecuencia.
Rohit se apresuró a hacer lo que le había dicho, pero si bien no encontró nada especialmente extraño, porque, de acuerdo al orden que figuraba y como había dicho Sergei, el anuncio se haría como se hacía años atrás y antes de que la familia hubiese crecido tanto, es decir, primero se anunciaba la entrada de los príncipes regentes Iziaslav y Mia, seguida de sus altezas reales Iyul y Kýevska; el anuncio de Lucien, y como siempre, venía en rojo, porque nunca se sabía si asistiría; después entrarían Dylan y Lucía, seguidos de Derek e Istziar, pero al llegar a la siguiente línea, el cerebro de Rohit pareció sufrir un cortocircuito al leer: iuv Larsèvirieris Asaly Sofía et dim sizvitel hèvser Dejhertzhir da dam avari Asaly Yaroslávich, Henri D’Albret [1]