A muchos kilómetros de Riùrik, Lucien, que había estado muy entretenido con una jovencita que llevaba encima tan escasa ropa como cerebro, al menos en opinión de Itlar, repentinamente se llevó la mano al estómago y seguidamente a la cabeza.
La chica que estaba con Lucien, y aunque no parecía estar prestando atención a nada que no fuese el guapo individuo que la tenía en brazos, tendría que haber sido ciega y sorda para no notar la inopinada aparición de un sujeto casi encima de ellos, y emitió un escandaloso chillido.
Itlar no esperó a enterarse de qué era lo que sentía Lucien, pues si ya estaba alarmado, la alarma crecería en forma grosera al escucharlo hablar en su idioma natal, pues aquello era signo inequívoco de que estaba muy mal.
Siendo que ya Itlar había vivido el envenenamiento de Lucien, y habían sido unas de las peores horas de su vida, su reacción obedecía a una especie de trauma que le había quedado y de ahí tanto la mencionada reacción como la orden dada al levramzyk de la guardia con relación a la chica, porque a pesar de que aquella era una ikedev, bien podría estar siendo utilizada para atacar a Lucien, de modo que era imperativo tenerla vigilada y luego se ocuparía de las averiguaciones.
No obstante, apenas si había avanzado poca cosa, cuando Lucien pareció recuperarse y ya lo estaba gritando.
Como Lucien no se había detenido a conversar, sino que había regresado, apenas entró a su departamento montó en cólera al no ver a su acompañante. Después de las necesarias explicaciones, y aunque Itlar no tenía una como tal, Lucien comenzaría a despotricar en contra de Lucía, algo que Itlar entendió menos todavía, pero finalmente se atrevería a preguntar.
Itlar elevó las cejas y ciertamente seguía sin comprender, porque Lucien había reconocido que había sentido como si repentinamente lo hubiesen golpeado, seguido del malestar asociado a un vuelo algo agitado, pero del mismo modo que había iniciado, había dejado de sentir todo aquello sin explicación alguna, aunque evidentemente Lucien había encontrado una, o, más bien, había decidido con su arbitrariedad habitual, endilgársela a Lucía.
Itlar lo miró sin saber muy qué pensar mientras que Lucien agarraba una botella, se iba a su habitación cerrando con un sonoro, innecesario y muy molesto portazo.
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Una vez que Aleksèi se había ocupado de las terribles quemaduras de Iván, y aunque él insistía en que no era necesario pues se regenerarían enseguida, la intervención del veldeky hizo el proceso más rápido y menos doloroso, después de lo cual Iván corrió hacia la habitación de Juliet.
Yves lo miró de un modo que puso muy incómodo a Iván, y ciertamente no necesitaba que el muchachito aquel abriese la boca para enterarse de lo que estaba pensando.
Aunque Mahiro era un primigenio, y naturalmente Yves no vivió su proceso, sí estaba al tanto del mismo que le había sido referido tanto por Andrei, como por los miembros del grupo al que se había adherido y eso incluía a Iván. De manera que sabía que, durante mucho tiempo, al pobre Mahiro lo habían tenido casi encerrado, pues estaban convencidos de que el niño mataría a todo el mundo. Si bien los veldekys de la época poseían muchos conocimientos, era la primera vez que enfrentaban un caso como el de Mahiro, y nadie tenía ni la más mínima idea de cómo proceder y ni siquiera de si podían hacer algo. Cuando se sucedió la maldición, y si bien todos estaban muy alterados, los levjaners y Nadège, pensaron con horror que Mahiro ahora sí, en verdad iba a acabar con todos, y aunque hasta la fecha, el pobre chico no había dado más muestras de aquel aterrador poder después que inconscientemente había matado a un levramzyk, igual decidieron que lo mejor era llevarlo con ellos para no poner en peligro al resto de la tribu.