Pasado un mes del ataque sufrido durante la Evesbriel, Iziaslav estaba furioso, porque si bien había consentido en esperar, la falta de resultados prácticos era algo para lo que, ni estaba preparado, ni dispuesto a aceptar. De modo que convocó a una reunión general que sería la más breve a la que hubiesen asistido, y de la que no saldrían nada bien parados los miembros del Arkel.
Se hizo un breve, pero incómodo silencio, porque lo que tenían que informar, sabían no pondría especialmente contento a su soberano, lo que no calcularon, fue la magnitud de su ira.
Sabiendo lo anterior, el ambiente se tensó tanto, que casi podía tocarse, y aunque nadie parecía querer o tener algo que decir, por supuesto eso no aplicaba a Lucien.
Alexander y Lucía, actuando en forma independiente, se concentraron en Lucien, pues habían sido los únicos en percibir la tormenta que estaba a punto de desatarse. Sin embargo, no solo Iyul que estaba sentado al lado de Iziaslav, sino Dylan que lo hacía al lado de Lucien, parecieron sobresaltarse más que los demás, cuando Iziaslav comenzó a gritar a Istvan, y por ese mismo camino a toda la plana mayor del Arkel. Dylan se perdería más de la mitad de lo que Iziaslav estaba vociferando, no solo por la sorpresa, sino porque lo hacía devliano antiguo, y si con dificultad había aprendido a comunicarse en devriùrik, lo otro había resultado francamente imposible.
Sin agregar nada más, se levantaron y abandonaron la sala de juntas, mientras Dylan pensaba que aquello era no solo injusto, pues era testigo de los muchos esfuerzos que habían estado haciendo a lo largo de ese último mes, el tenerlos encerrados no contribuía de ninguna manera a avanzar en ningún sentido en la consecución de resultado alguno. Alexander por su parte, lo que pensó fue que estaban mejor encerrados que muertos, que sería como sin duda estarían si Iziaslav no hubiese intervenido, porque Lucien se habría ahorrado el discurso, o quizá no, pero lo habría finalizado en forma muy sangrienta.
Aunque Dylan quería protestar, ya llevaba mucho tiempo siendo un devrig, y sabía que aquel no era el mejor momento para hacerlo, además, recordó lo que le había repetido Lucien hasta el cansancio: Siempre te he dicho que es un maldito autócrata.
Tanto el soberano, como el malcriado príncipe, abandonaron el salón casi inmediatamente después que lo habían hecho los levjaners, así que Dylan miró a su hermano mayor que en aquel momento se frotaba las sienes con los dedos.
Lógicamente y conociéndolo, Iyul sabía lo que iba a decir, pero en verdad, en ese momento necesitaba pensar cómo manejar aquel desastre, porque no era que él en particular pensase, y nunca lo había hecho, que necesitase de una guardia, pero en las presentes circunstancias, con un loco que quería sus cabezas, suelto por ahí, le preocupaban sus hermanos, las mujeres de la familia, y todo lo que podía suceder en su mundo con los jefes del Arkel encarcelados.
Con las cosas así, Alexander decidió hacerse cargo, se puso de pie, miró a su gemela y ambos abandonaron el salón.
Alexander asintió y le permitió marcharse, no solo para poner al corriente al resto del Arkel de las nuevas circunstancias, sino para que comenzara de inmediato con las asignaciones que encontrase pertinentes.
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Editado: 01.10.2025