La Dinastía (libro 13. Ignar Arihan)

Cap. 02 Radek

Radek vio que Nivi seguía dormida cuando él estuvo listo para salir, así que la cubrió mejor, le dio un beso en la frente, cogió su capa y salió. Mientras bajaba los escalones recordó las burlas del descerebrado de Iliar con relación a la capa y juntó las cejas. Las burlas de Iliar obedecían a que ya casi ningún devrig utilizaba capa, con excepción de los príncipes en todas sus presentaciones, e Iván, pero si éste último no le prestaba atención a su otra mitad, Radek tenía escasísima paciencia y ya lo había sacudido en más de una ocasión y cuando a Iliar se le antojaba molestarlo por aquello.

  • Dhakvrevit sarì —saludaron los levramzyk
  • Dejavrys

Normalmente aquel saludo estaba destinado a los miembros de la casa real o a sus superiores, y aunque Radek no era ni lo uno ni lo otro, por algún motivo, posiblemente relacionado con el carácter del individuo, era que lo saludaban de aquella manera.

Radek juntó las cejas al ver que uno de los chicos le sostenía la puerta de un automóvil, pero decidió subir sin hacer ningún comentario a pesar de que odiaba muy sinceramente aquel método de traslado, pero como también estaba cansado de que Istvan lo persiguiese por no observar las normas actuales, fue que no dijo nada. Le indicó al chico a donde se dirigían y poco después estaban en un lugar que tampoco era de su agrado, es decir, en el aeropuerto, y como cabría suponer, si los coches no le gustaban, los aviones menos aún. Allí ni siquiera le devolvió el saludó al tripulante, sino que entró, se sentó y se colocó las almohadillas que, supuestamente reducían el ruido, aunque él las encontraba poco útiles.

Mientras volaban hacia Rask, la isla militar donde se encontraban las instalaciones del complejo militar aéreo y naval de la nación, Radek recordó la primera vez que había estado en aquel lugar. En principio Radek se había horrorizado cuando le habían dicho que su nave ahora se exhibía en el Museo Nacional como una reliquia, pero una vez que controló su ira, quiso saber qué había sido de quien fuese su primer oficial, es decir, Erik Kjeldsen, para lo que recurrió a Lucien. Una vez obtenida aquella información, se había ido derecho a buscarlo.

En esa ocasión había prescindido de cualquier medio de transporte que no fuesen sus piernas, causándole una sorpresa a los levramzyks de guardia en la entrada de las instalaciones, quienes estuvieron a punto de acribillarlo. No obstante, cuando se bajó la capucha, los chicos enmudecieron, pues con independencia de su antigüedad, si trabajaban allí, no había manera de que no conociesen aquel rostro, ya que había una enorme pintura suya en el hall principal del edificio administrativo de la División Naval que también, llevaba su nombre.

  • ¡Boo! —había exclamado Radek al ver sus expresiones
  • ¡Nym Kraznjal![1] —saludó uno cuadrándose y los otros dos lo imitaron
  • Ese no soy yo —dijo él, aunque efectivamente lo era
  • ¿En qué podemos ayudarte, nym sari? —preguntó uno de los chicos y él lo miró de arriba abajo
  • En nada, solo vengo a ver a Erik —contestó e intentó continuar, y aunque ciertamente no era a él a quien iban a impedírselo, el mismo levramzyk se adelantó
  • Permíteme conducirte, sarì —dijo poniéndose en marcha

Aunque Radek no necesitaba ser conducido a ninguna parte, pues podía encontrar a Erik sin esforzarse mucho, decidió mostrarse amable y no dijo nada. En cuanto ingresaron al hall, juntó las cejas al ver la pintura antes mencionada, y decidiendo arbitrariamente que aquello era idea de Lucien, colocó en su lista de pendientes sacudirlo. También fue consciente de las miradas de aquellos con los que se cruzaban, así como de sus pensamientos, y si lo primero lo incomodaba, lo segundo le causaba risa, pues estaban casi convencidos de estar viendo a un fantasma.

A Erik no le supuso ningún reto percibir la energía de quien se acercaba, a pesar de estar concentrado en unos mapas, así que se puso de pie y ya caminaba hacia la puerta cuando el levramzyk asomó la cabeza.

  • Vycenniani, sarì, pero nym Kraznjal solicita verte
  • ¡Krazny! —exclamó Erik acercándose mientras el levramzyk se marchaba discretamente
  • Vaya, sí que has cambiado, Kjeldsen —dijo él

El comentario obedecía a que ahora Erik llevaba el cabello corto y lucía un uniforme que lo hacía ver casi como Iván.

  • En cambio, tú no has cambiado nada —comentó —Me alegra verte, Krazny, porque ya pensaba que no lo haría nunca más
  • No es fácil deshacerse de mí, pero no he venido a ver cómo te has convertido en un estirado miembro del Arkel —dijo con su acostumbrada falta de delicadeza —sino porque necesito saber si mis posesiones siguen en el mismo lugar —agregó y Erik rio
  • Sí y no. Verás, una gran cantidad está donde lo dejaste, pero me tomé la libertad de cambiar otra en moneda nacional para colocarla en el banco y…
  • ¡Jhaines, Erik! —exclamó molesto —No me digas que lo pusiste en manos del estafador de Di Siena —completó y Erik volvió a reír
  • Por supuesto que no. En principio, Publio Di Siena ahora es un inversor importante, aunque no dudo que siga intentando estafar incautos, pero no tengo tratos con él, mientras que nuestro Banco Nacional es otro asunto y nuestra moneda es muy sólida en el mercado mundial. Aparte de lo anterior, he invertido en acciones que cotizan muy bien y puedo decirte que has consolidado una pequeña fortuna, aparte del oro que, como te dije en un principio, sigue estando en el mismo lugar. De manera que, puedes disponer de tus dravyas cuando quieras —concluyó abriendo un cajón y sacando un sobre que le pasó a Radek
  • ¿Y esto es?
  • Tarjetas bancarias. Supongo que no lo sabes, pero ahora no vamos por ahí con una bolsa llena de monedas. Casi todas las transacciones se gestionan a través de pagos electrónicos




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