Después de lo sucedido en la última reunión, y debido no solo a la cantidad de extranjeros que habían resultado afectados en el ataque al palacio, sino a los miembros de su propia raza, Dylan, Sergei, y Henry, habían tenido una enorme cantidad de trabajo.
Sergei había decidido hacerse cargo de los devrigs, pues sabía que había muchos, especialmente del clan Savaresce, que le habrían hecho la vida difícil a Dylan porque estúpidamente aún le guardaban resentimiento, en especial entre los itslievs.
Dylan por su parte, y siendo tan correcto como era, pensó que no bastaba con hablar con los embajadores y eso lo haría Henry, sino que optó por viajar a cada uno de los países de origen de quienes habían resultado muertos o heridos, para presentar sus disculpas apropiadamente ante los mandatarios correspondientes, así como de hablar con las familias e incluso ofrecer las compensaciones necesarias.
Iziaslav si bien entendía la necesidad de dar alguna clase de explicación por lo sucedido, y que ese asunto estaba muy retrasado, con lo que no estaba de ninguna manera de acuerdo, era con que lo hiciese Dylan, y estaba más lejos aún, de aceptar pacíficamente que aparte de lo anterior, también fuese por ahí de país en país, y menos estando las cosas como estaban.
No obstante, terminaría no solo por ceder, como todos sabían que sucedería, porque a diferencia de Lucien, Dylan no se ponía a discutir y a gritar a nadie, sino que argumentaba con respeto e inteligencia, cosas que, sumadas al encanto transferido por Lucien, hacía virtualmente imposible que alguien pudiese decirle que no, pero, además, Iziaslav ordenaría que Yvaylo fuese dejado en libertad, porque ninguna cantidad de levramzyks le parecerían suficientes si su hijo iba a ir saltando por ahí.
El asunto fue que eso mantendría a Dylan mucho tiempo alejado de Riùrik, algo que a quien gustaría poco sería a sus hijos, mientras que Istvan, y a pesar de la pésima situación en la que había quedado, aún tuvo tiempo de agradecer, porque estando lejos, no podría intentar hacer que Iziaslav revocase la orden con respecto al encierro de ellos.
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Como las cosas estaban relativamente tranquilas, una mañana Lucía se presentó en el Pravitel.
Pero como no agregó nada más, solo la siguieron hasta el despacho de Sergei. El asistente de éste casi se cae en su prisa por levantarse y al mismo tiempo hacer la apropiada reverencia.
Los chicos tuvieron dificultad para no reír estruendosamente ante la mirada del individuo, pero Irakli, que aparte de entrometido, había visto con claridad el motivo de preocupación del sujeto, era además maligno y no pudo guardar silencio.
Esto obedecía a que en aquel momento Sergei conversaba con alguien, pero el mencionado alguien, salió muy de prisa una vez que Lucía entró.
Era cierto que él se sentía descompuesto ante cualquier mujer que llevase sangre Siglair, pero también era consciente de que aquella no solo era su sizviteliani, sino que era la hija de Dylan, razones ambas por las que habría dado gustoso su vida por ella, pero no podía evitar lo anterior.
Como Sergei no era estúpido y conocía de primera mano el carácter de los Yaroslávich, y aquella no solo era una, sino también la esencia que portaba, decidió que, por su propia integridad, lo mejor por hacer era darle lo que pedía y lo hizo sin más dilación.
Siendo que Lucía ya estaba al tanto de las reglas, y no queriendo ocasionar más trastornos de los debidos, decidió que viajaría de la forma permitida. Sin embargo, cuando comunicó su destino a sus acompañantes, encontró una resistencia que no se le había presentado nunca antes.
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Editado: 21.10.2025