La Dinastía (libro 13. Ignar Arihan)

Cap. 08 Libres

Como Henri conocía bien a todos los detenidos, no envió el mensaje de su liberación con un levramzyk, sino que fue él mismo a darles la noticia, pero, además, como Iziaslav había ordenado que antes de hacer nada más, fuesen revisados por los lijeniks, y estando seguro que uno de ellos, o todos, protestarían por aquello, fue que decidió ir él mismo y asegurarse de que entendiesen que no iba a dejarlos ir a ninguna parte, y eso incluía comer, dormir o bañarse siquiera, hasta que hubiesen cumplido con la orden.

Como había previsto, ninguno estuvo contento, pero los más difíciles fueron Iliar, Iván e Yves, el primero porque a diferencia de la mayoría de los devrigs, Iliar comía mucho y era justamente lo que quería hacer, mientras que los otros dos estaban desesperados por retomar su trabajo.

  • ¡D’Albret! —gritaron las tres joyas
  • Rybiks —se quejaron los demás
  • Pueden gritar todo lo que quieran y saben que los escucharía, aunque no lo hicieran, pero no irán a ninguna parte hasta que los hayan examinado —les dijo Henri tajante
  • ¿Qué sucede contigo, kicyk? Muero de hambre
  • No fastidies, Iliar, ni vas a morir, y menos de hambre, ni podrás salir hasta que cumplas la orden de Iziaslav, o yo mismo te voy a apalear —lo amenazó Kireg
  • Es mala idea, Saint-Remy —advirtió Henri al notar que intentaría evadirse

Yves maldijo para sus adentros al recordar que aquel individuo compartía con Iván y con él la habilidad, pero también la de la precognición, ya que él ni siquiera había alcanzado a formar el pensamiento. Iván simplemente se limitó a mirarlo mal, sujetó a Yves y lo arrastró con él hacia la enfermería.

  • Suéltame, necio. Se caminar —se quejó
  • Mientras más pronto salgamos de esta necedad, más rápido podremos volver a lo nuestro, y, por otra parte, acabo de salvar tu necia cabeza
  • ¡Ja! Tu querido D’Albret, puede ser muy hábil, pero yo soy casi un primigenio y…
  • Y un estúpido —lo interrumpió Iván —porque no importa lo que creas de Henri, o de ti mismo, sino que él te destrozará la cabeza sin miramientos, y no los tendrá debido a que, precisamente, no es un primigenio y no tiene la consideración que tenemos nosotros contigo por tu condición

Si la intención de Iván era fastidiarlo, y así era, lo consiguió con resonante éxito, porque si había algo que, más allá de fastidiar, hacía sentir miserable a Yves, era que le recordasen algo que no podía olvidar, pues había nacido con ello.

A partir del siglo XVIII cuando Edward Jenner desarrolló la vacuna contra la viruela, Yves comenzaría una cacería para saber si alguien encontraba una cura para su padecimiento, y aunque Haliq no había dejado de hacerlo, nunca lo desanimaba cuando el chico llegaba con alguna novedad. A pesar de todo, aún batallaban con el mismo asunto, aunque habían logrado grandes avances, porque aun cuando la hemofilia de Yves era Tipo A de gravedad moderada, una que afectaba solo a un 1% de la población, y posiblemente lo habría matado hacía mucho, ya que los sangrados se presentarían incluso después de lesiones menores, lo que lo ayudaba un poco en este sentido era la constitución que había adquirido con la transformación, pero, además, ya Haliq había desarrollado el suero especial que contenía el factor de coagulación faltante en su organismo, el problema era que solo podía administrárselo cuando Yves sufría algún evento traumático que lo llevase al Haigala, porque de ninguna manera había conseguido que Yves se presentase allí por voluntad propia y con cierta frecuencia para administrárselo de modo preventivo, y sostenía que si no era una cura definitiva, no valía la pena perder el tiempo.

En la actualidad, y, en realidad, desde hacía varios años, Haliq trabajaba en la terapia génica con miras a conseguir el tan deseado efecto permanente, pero si bien había avanzado lo suficiente como para conseguir uno que se acercaba bastante a una cura funcional, y que consistía en administrar en una única infusión de un vector viral inofensivo, una copia del fator de coagulación ausente en las células del hígado para que este la reprodujese, y había tenido cierto nivel de éxito en las pruebas, Kiel se había encargado de explotar la pequeña burbuja de esperanza, recordándole que las células de un devrig se reproducen a una velocidad demencial, y las copias, siendo un agente externo no propio del organismo en cuestión, no tendría oportunidad en el de un devrig.

De manera que sí, recordarle a Yves su condición, era un mal asunto por donde quiera que se lo viese.

Las tres criaturas fueron las primeras en ser examinadas, después de lo cual Henri respiró, pero aun esperó a que terminasen con Istvan a quien examinaron después que lo habían hecho con los demás.

  • ¿Quieres descansar un poco antes de…?
  • ¿Descansar? —lo interrumpió él —Llevó un mes encerrado
  • Entiendo, pero al menos querrás bañarte y cambiarte antes de que te de los informes
  • Claro. Disculpa, Henri

Iliar, Iván e Yves, se habían ido el primero a comer y los otros dos a bañarse y cambiarse. Una vez que Yves estuvo listo y abandonó su habitación, se encontró con su equipo.

  • ¡Lavny! Nos alegra…
  • Menos charla y díganme qué han estado haciendo —interrumpió él a Aelio sin detenerse
  • Bueno…
  • ¡Saint-Remy!




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