
Los trámites en el aeropuerto de Riùrik eran casi igual que en cualquier otro, y la diferencia la establecía, en que los devrigs pasaban por un control más expedito si eran habitantes de Riùrik, y solo un poco más demorado si no lo eran, ya que debían declarar el motivo de su visita.
En el caso de los más bien pocos ikedevs que habían conseguido la residencia, si se los comparaba con la población devrig, también cumplían con un trámite más corto, mientras que los que no lo eran, demoraban mucho más en el control aduanal.
Todos los devrigs del mundo sabían aquello con independencia de dónde residiesen, pues sus izbretels estaban obligados a informarles todo lo relativo a su condición, incluido el hecho de que debían comunicar con antelación al consulado correspondiente su intención de visitar el país.
El cuerpo de levramzyks que se ocupaba de lo que en otros países era la policía y que allí eran llamados Levyks, estaba ocupado por personal rotativo, ya que una vez que se había abierto el país a los ikedevs, vieron la necesidad de tener un cuerpo de funcionarios que se ocupara del orden civil, de manera que una vez que los levramzyks terminaban su período de formación en el Arkel, recibían aquella asignación durante cinco años, después de lo cual pasaban a formar parte de la división a la que aplicasen. Los Levyks y si bien eran levramzyks recientes, no había que llamarse a engaño con ellos, pues poseían la misma formación que cualquiera que hubiese pasado por el Arkel, y quien ostentaba la comandancia de aquella división, era Adrian Brander, y era la única división que tenía su sede en Lucía.
Aquel día y cuando uno de los funcionarios de vigilancia, notó que había un devrig en la fila de los ikedevs, dio inmediato aviso a su jefe inmediato.
El jefe de grupo después de avisar a los funcionarios de aduana para que no mostrasen extrañeza, se comunicó con Adrian y éste le dijo más o menos lo mismo que él le había dicho al levyk, pues, aunque aquello no era habitual, sí era el procedimiento estándar en caso de que una situación así se presentase.
El levyk siguió al sujeto y prestó la mayor atención a sus pensamientos cuando respondía a las preguntas del funcionario de aduana, notando que se estaba esforzando en que pareciera real, con lo que se condenó de forma inmediata. El chico recibió la orden de abandonar su puesto y seguir al susodicho, mientras que Ziad Verbitzky, que era el jefe del grupo de guardia ese día, recibía del funcionario de aduana la fotografía y los datos que había dado el visitante, se los pasaba a Adrian, y éste a su vez, cursaba la alarma que pondría en movimiento a las divisiones correspondientes.
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Aunque Itlar pensó que después de hablar con Yves, Lucien se iría a casa, lo escuchó decirle al levjaner que lo esperaría allí para saber qué había averiguado. No obstante, como aquel individuo no podía estarse tranquilo, comenzó a caminar hacia el patio de entrenamiento, pero si bien observó por un momento lo que hacían los chicos, después continuó su camino.
Istvan que había recibido la noticia de que el sizvitel estaba allí en Levzheir, pero no por qué, fue a su encuentro.
Y como en realidad no se había detenido, tanto Istvan como Henri los siguieron. Ya casi habían recorrido todo el Laki y Lucien miró su reloj, pero si iba a decir algo, el ruido de cascos lo distrajo y girándose echó a andar hacia la fuente del sonido.
En una explanada adyacente a las edificaciones del enorme castillo donde funcionaba el Laki, vio a varios jinetes que intentaban, con distintos niveles de éxito, acertarle a una treintena de blancos distribuidos a lo largo de la explanada, pero después de unos minutos, rio.
Como es bien sabido, los devlianos apreciaban mucho sus monturas, pues sus corceles habían hecho parte de su equipo de guerra, y aunque ciertamente todos los primigenios seguían no solo apreciándolos, sino que la mayoría poseía cuadras propias, por algún motivo, quizá relacionado con los muchos cambios que se habían dado en el tiempo, Lucien pensaba que ya los levramzyks no recibían aquel entrenamiento, debido al hecho de que ya no iban por ahí haciéndole la guerra a nadie. Sin embargo, Lucien parecía imposibilitado para estar sin fastidiar a alguien.
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Editado: 28.11.2025