Cap. 12 Ecos del tiempo

Lucien, a diferencia de los demás, no parecía especialmente sorprendido al escuchar al hombre, mientras que Iziaslav y Janos, era obvio que querían descabezar a aquel desgraciado. Iyul tenía expresión de enorme preocupación y se preguntaba como siempre, por qué su hermano parecía destinado a ser el blanco de tantos desquiciados. Dylan solo tenía la preocupación, pues sabiendo lo difícil que era Lucien con el asunto de la seguridad, lo tendrían muy difícil. Los Saint-Claire, y aunque estaban furiosos, habían logrado cierto nivel de calma.

En el caso de Yves, y al escuchar al sujeto, había mirado a Darko asumiendo que él LL habría concluido lo mismo que él, pero tendría que esperar un poco, porque en vista de que Lucien había continuado mortificando al detenido, lo que no logró fue extraer ninguna otra información, e Iván estaba cejijunto debido a que él tampoco había captado nada más como Yves sabía que no lo haría. Así que finalmente cuando Lucien ordenó lanzarlo a un calabozo en Zatvor, Itlar se dio mucha prisa en obedecer y lo envió con los levramzyks mientras él volvía a la sala.

• ¿A un calabozo? ¿Qué sucede contigo, ergelar? —le preguntó Michel haciendo que Lucien juntase las cejas por la palabreja
• Habría que quitarle su estúpida cabeza —concordó Derek
• ¿Lucien? —preguntó Iziaslav con más calma de la que habrían esperado en aquellas circunstancias
• No ha dicho todo lo que sabe —contestó
• Lo imagino, pero ¿viste algo más? —insistió Iziaslav
• No —y en este punto miró a Iván haciendo que Yvaylo se tensase
• Encárgate, Sesviatsky
• Puedo hacerlo, pero dudo que consiga algo más, sarì
• ¿Cómo? —preguntó Iyul
• No podrá decirnos nada más, sarìeris —intervino Yves —porque ese hombre es un mercenario

El término como lo conocemos hoy en día, no se empleaba en la época en la que habían desaparecido Iziaslav y Janos, de manera que, mientras que Darko se encargaba de explicarles a ellos, la preocupación de los demás había crecido de manera exponencial, porque ellos sí sabían bien lo que era un mercenario, y por ese mismo camino entendieron lo que había dicho el hombre con relación a que Lucien estaba marcado, pero más allá de eso, pensar que había un grupo así, pero compuesto por devrigs, era una catástrofe de grandes dimensiones.

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Tiempo atrás, un devrig que compartía con Yves la visión estratégica y política, con Iván el salvajismo propio de los primigenios y la larga experiencia en batalla, y con ambos la habilidad otorgada por el éter, notó lo mismo que Yves, es decir, después de las guerras napoleónicas, vio el tablero político en su conjunto y supo casi sin lugar a ninguna duda, que se avecinaba un conflicto de grandes proporciones.

Este sujeto, al que por ahora llamaremos Nachalnik[1], era un primigenio, y, para más señas, uno de sangre Yaroslávich, pero que, al igual que muchos otros, no tenía idea de ello. Como todo varón devliano había sido entrenado desde niño para la guerra, así que a sus veintisiete años ya había participado en muchas, pero en la última batalla que libraron unos días antes de lo sucedido en el valle de devrig, perdió un ojo y casi la vida, al atravesarse en la trayectoria de una flecha que volaba hacia Iliar. Por lo anterior, y si bien pensaron que no iba a lograrlo, igual al finalizar aquel enfrentamiento lo recogieron y lo colocaron en manos del joven Haliq, pero como se dijo, con escasas esperanzas de que sobreviviese.

Si bien aquel no era un individuo especialmente popular, ni mantenía una estrecha amistad con las figuras importantes del clan, lo que sí tenía, era la especial habilidad de hacerse con mucha información y era un buen rastreador, pero conocido o no, ningún devliano dejaba a sus heridos ni a sus muertos tirados en los campos de batalla.

Nachalnik y dada la condición en la que había quedado, no estuvo presente cuando se reunieron en el valle para aplastar a las fuerzas enemigas como había planeado Iziaslav, pero por lo ya explicado, cayó dentro de la maldición al igual que todos aquellos que llevaban sangre Yaroslávich. En el caos que siguió a la transformación, nadie notaría su desaparición, y aunque suene extraño, en realidad no lo era, pues perder soldados formaba parte de su cotidianidad, y estando como estaban las cosas después de la maldición, nadie se puso a buscar a nadie.

Aunque las cosas no hubiesen sucedido como lo hicieron, y suponiendo que Nachalnik hubiera sobrevivido, igual habría abandonado a su tribu, porque se habría visto a sí mismo como incompleto e inútil para la batalla, y ciertamente no quería escuchar a Mikha diciéndoselo, de modo que apenas pudo, se marchó.

Al principio no sabía qué hacer, porque su vida giraba en torno a aquello para lo que había sido preparado, es decir, para la guerra, así que, sin eso, su vida carecía de un sentido, de modo que después de un tiempo, llegó a considerar el quitársela, pero descubriría que eso parecía imposible. Como él se había marchado antes de que nadie en la tribu supiese lo que les había sucedido en realidad, no estaba enterado de nada, y pasaría mucho tiempo antes de que se enterase.

Lógicamente al comenzar a pasar los años, y aparte de los cambios que había advertido en sus sentidos, en sus habilidades, y siendo que cuando veía su reflejo en el agua, notaba que no variaba, fue cuando la idea de que algo sobrenatural sucedía con él, comenzó a tomar forma, Llegado a ese punto, recordó a los svetsniks y pensó que eran los únicos que podrían darle una respuesta. No obstante, no le atraía para nada la idea de buscar a su tribu y presentarse no solo con su incapacidad, sino con algo que no podía explicar, de manera que desechó la idea y continuó como pudo.