La Dinastía (libro 2. Génesis

Devrigs

Dylan miró a su amigo como si le estuviese hablando en un idioma desconocido, se llevó la mano a la sien y luego intentó no parecer demasiado grosero.

 

  • Luciano  --  dijo con paciencia  --  ¿De qué diablos estás hablando? Porque no creo estar entendiendo nada
  • Estoy hablando de que no soy un ser humano normal. Los Devrigs fuimos creados a partir de… una maldición  --  Dylan lo miró y no sabía si reír o preocuparse, o simplemente tal vez aquel infeliz había estado bebiéndose hasta el viento
  • No, no he estado bebiendo nada  --  ahora Dylan abrió los ojos de forma desmesurada y Luciano agregó  --  Esa es una de nuestras características  --  pero considerando que Dylan estaba más allá de las palabras y Luciano sabía que de momento no diría nada, decidió continuar  --  Hace mucho, muchísimo tiempo, tanto que no puedo precisarlo, hubo tres sujetos que disgustaron seriamente a la madre naturaleza y ésta decidió castigarlos, tanto por su maldad, como por su cruel comportamiento hacia todas las criaturas vivas.

 

Dylan decidió que había solo dos opciones, o Luciano se había pasado la noche bebiendo Dios sabía qué porquería, aunque lo había negado, o definitivamente su amigo había perdido el juicio, y en caso de ser esto último, algo que lucía bastante probable, lo mejor era seguirle el juego al menos hasta asegurarse primero de qué tan grave era el asunto, y segundo, de ser capaz de levantarse y controlarlo. De modo que con precaución, comenzó a probar si sentía correctamente todas sus extremidades mientras intentaba seguir el hilo de lo que Luciano decía.

 

  • De ese modo  --  continuaba Luciano  --  la madre naturaleza decidió conferirles ciertos poderes que se convertirían en su maldición. Todos sus sentidos se verían multiplicados, es decir, su vista, su olfato, su tacto, su oído, su gusto y lo más importante tal vez, su percepción, instinto y sentimientos.
  • ¿Y eso es malo? Porque a mí me luce como ventajoso  --  dijo Dylan siguiendo el juego
  • No necesariamente, porque esto haría que al poder percibir todo lo visible, viesen hasta lo que no quisiesen ver, del mismo modo que escucharían todo lo que no quisiesen escuchar, percibirían los sabores de un modo tan exagerado que perderían el gusto hasta por los manjares más deliciosos, ya que todo sabor les resultaría excesivo, viéndose obligados a comer muy poco y cosas solo de origen tan natural como fuese posible, pero lo más terrible como ya dije, fue lo tocante a sensaciones y sentimientos, porque amarían hasta la locura y odiarían en la misma medida, lo que los obligó a intentar suprimir por completo sus sentimientos, y sumado a todo lo anterior, todos sus males se multiplicaron también, su crueldad se volvió salvaje y su poder destructor causó devastación. Para lo que no estaban preparados era para afrontar el hecho de que así como todos sus instintos salvajes habían crecido, también lo había hecho su capacidad para sentirse miserables por lo que hacían, y el mayor castigo de todo era que aparte de tener que vivir una vida sangrienta y al mismo tiempo martirizada por la culpa, esta vida miserable no tendría fin.
  • ¿Cómo has dicho?
  • Lo que has escuchado, estas criaturas no podrían morir jamás.

 

Dylan lo miró unos segundos y decidió que ya había tenido suficiente, de modo que decidió ponerle fin y se levantó a toda prisa, pero Luciano se paró frente a él en cuanto Dylan estuvo de pie.

 

  • Déjame pasar, Luciano
  • No, es necesario que me escuches, y debes hacerlo porque…  --  hizo una brevísima pausa y luego agregó  --  porque ahora tú también eres uno.

 

Dylan lo miró y ahora no sabía si golpearlo y amarrarlo, aquello ya era demasiado, porque una cosa era que Luciano creyese ser una especie de monstruo mitológico y otra muy distinta que se empeñase en hacerle creer que él lo era. El problema fue que independientemente de lo que él pensara, no pudo hacer nada y quisiera o no, se vería obligado a seguir escuchando los disparates de Luciano, porque sin saber cómo, estaba de nuevo tirado en la cama y estaba a punto de descubrir cosas que habría preferido ignorar.

Cuando Luciano empujó a Dylan de nuevo a la cama, éste se sintió de veras furioso. Por consideración a su amigo había soportado la primera parte de esa absurda conversación, pero aquel trato no estaba dispuesto a aguantarlo de nadie, de modo que volvió a ponerse de pie, pero Luciano seguía ante él.

 

  • Luciano, eres mi amigo, pero no puedes obligarme a algo que no deseo
  • No es mi intención obligarte, pero es necesario que me escuches
  • ¡Pero no quiero hacerlo, maldición!  --  explotó Dylan cuya paciencia ya había alcanzado el límite
  • Posiblemente, pero igual tendrás que hacerlo  --  siguió diciendo Luciano con increíble tranquilidad  --  Así que siéntate

 

Dylan Danworth ciertamente no estaba acostumbrado a que nadie le diese órdenes, el único había sido su padre y con alguna dificultad, pero él estaba muerto, y de ahí en más no estaba dispuesto a aceptarlo de nadie. De modo que se dispuso a hacer a un lado a Luciano sin mayor consideración, solo que no pudo hacerlo.




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