La Dinastía (libro 2. Génesis

La invitación

Iyul entró al Dvorets y fue recibido por el mayordomo quien tomó su capa y se inclinó ante él.

 

  • Larsèvirier [1]
  • ¿Dónde está?
  • En el salón real, larsèvirier

 

A pesar de que Iyul casi había crecido dentro de aquellas paredes, hacía mucho tiempo que no sentía a aquel lugar como su casa. Caminó con paso firme por el largo corredor que conducía a lo que llamaban ostentosamente el Salón Real, porque era donde Iziaslav recibía a quienes querían hablar con él, y aunque a Iyul no le agradaba de manera especial encontrarse con ningún Devrig quejándose por una cosa u otra, y sabía que a Iziaslav no le gustaba ser interrumpido,  también sabía lo que sucedería a continuación.

 

En cuanto llegó a las puertas del salón, los dos guardias se inclinaron, le dirigieron el mismo respetuoso saludo y franquearon la entrada. Como lo había imaginado Iyul, había varios Devrigs a los que ni siquiera conocía, aunque sin duda tenían derecho a estar allí, esperando para hablar con el Sozdatel [2]

 

Iyul entró y se movió con la mayor discreción, pero a pesar de las enormes dimensiones de aquel salón, apenas había traspuesto la entrada, Iziaslav levantó la mano y el desdichado que estaba hablando fue silenciado de inmediato. Los dos sujetos que estaban a los lados de Iziaslav que con toda seguridad estaban mortalmente aburridos, prestaron atención, porque aquello no ocurría casi nunca a menos que quien estuviese hablando ofendiese o molestase a Iziaslav de alguna manera. Sin embargo, les tomó solo un par de segundos notar la presencia de Iyul.

 

  • La sesión continuará luego  --  dijo uno de ellos

 

Iziaslav se puso de pie y todos los presentes en el salón se inclinaron hasta que él lo abandonó. Uno de los individuos que había estado al lado de él, se acercó con rapidez a Iyul.

 

  • Larsèvirier
  • ¿Podrías dejar la formalidad Mirsad?  --  y el hombre sonrió
  • Me alegra verte Iyul
  • Gracias
  • Sígueme, tu padre te está esperando

 

Salieron de allí y se dirigieron hacia el final del pasillo, se detuvieron ante una puerta y luego del saludo los sirvientes la abrieron. Iyul caminó directo hacia donde estaba Iziaslav y dobló la rodilla en tierra, pero antes de que pudiese formalizar el saludo, él lo detuvo.

 

  • Te he dicho que no hagas eso, Iyul

 

De modo que se puso de pie con rapidez. Aquello era algo que Iyul había aprendido desde que era un niño, aquel sujeto era sumamente temperamental y tan pronto estaba de un humor como de otro, por esta razón prefería guardar las formas, ya que no sabía cómo iba a encontrarlo en determinado momento, y si no lo saludaba como era debido y estaba de malas, podía pagarlo muy caro.

 

  • Lo siento, Svaraltnik [3]
  • Déjennos solos  --  ordenó Iziaslav

 

Tanto Mirsad como el otro sujeto que estaba con Iziaslav, se inclinaron y caminaron hacia la puerta, pero él detuvo a uno de ellos.

 

  • Goran, que Nikolai y Krasmir se encarguen del asunto  --  le dijo
  • Enseguida Sozdatel’  --  después de eso, desaparecieron
  • ¿Y bien? ¿Cómo está?
  • Como siempre, malcriado, arrogante y terco  --  dijo Iyul sabiendo que eso era exactamente lo que él quería escuchar, y en efecto sonrió
  • ¿Por qué lo hizo?  --  preguntó después de unos segundos
  • Es su amigo
  • Amigo  -- dijo en forma pensativa  --  ¿Valía la pena?
  • Es posible
  • Iyul
  • Es diferente, Svaraltnik
  • ¿En qué sentido?
  • Es honesto
  • Honesto  --  repitió Iziaslav,  miró con fijeza a Iyul y luego volvió a hablar  --  ¿Crees que lo haga?
  • También es terco, de modo que es muy posible, lo cual sería una pena, porque Lucien sufrirá por ello

 

Iziaslav miró a Iyul, pero guardó silencio por un largo rato. Iyul sabía perfectamente lo que él estaba pensando, Iziaslav era un individuo extraño, era frío, calculador y muy poco dispuesto a ver nada bueno en nadie, algo en lo que Lucien se le parecía extraordinariamente como en casi todo. Sin embargo, amaba a sus hijos, pero Iyul sabía que Lucien era lo más preciado para él, era su debilidad y lo más peligroso era que sus enemigos lo sabían, razón por la cual, la mayor parte del tiempo Lucien era vigilado en exceso cuando se encontraba en territorio enemigo, y por su causa había muerto una ingente cantidad de Devrigs pertenecientes a los Savaresce o a los Lothian,  aunque él no lo supiese. Y una cantidad tal vez un poco menor, pero no menos alarmante, de miembros de su propia familia habían perdido la vida solo por hablar mal de él y que para desgracia del implicado esto llegase a oídos de Iziaslav. De modo que no había nada que estuviese más lejos de la mente de Iziaslav que arriesgar a su hijo de ninguna manera.




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