Iyul y Dylan entraron al Dvorets, entregaron sus capas al mayordomo y luego de saludar, el hombre se dirigió Iyul.
Iyul asintió y caminó hacia las escaleras. A Dylan le agradó el hecho de que los colores allí parecían ser menos explosivos que en los otros Dvorets. En las paredes había algunas pinturas, pero casi total ausencia de los recargados mosaicos bizantinos. Lo que si notó en gran cantidad fue porcelana china, o al menos se le hacían muy parecidas a las piezas que había visto cuando estuvo en ese país.
Llegaron ante una puerta de doble hoja sumamente ornamentada con lo que a Dylan le pareció filigranas de oro macizo. Los dos guardias que estaban ante la puerta hicieron la misma inclinación y le dirigieron a Iyul el mismo respetuoso saludo que le había dado el mayordomo, y Dylan se preguntó que querría decir Larsèvirier, pero tendría que esperar para preguntárselo luego.
Dylan se volvió sin siquiera mirar el lugar por donde había desaparecido Iyul y se dedicó a mirar la decoración. Sin embargo, casi inmediatamente sintió que se abrían de nuevo las puertas y escuchó.
De modo que Dylan traspuso el umbral y se encontró en una estancia tan enorme como todo lo demás. Había sillones, mesas de distintos tamaños con muchos adornos, y de pie cerca de la ventana estaban tres hombres, Iyul y dos más. Sin embargo, antes de que pudiese tomar una decisión acerca de quién podía ser Iziaslav, escuchó la orden y no le quedó duda.
Pero siendo curioso como era, una vez que se incorporó de nuevo, miró con detenimiento al individuo. Era tan alto como sus hijos, con el cabello negro azulado y bastante más largo de lo que Dylan hubiese esperado. Tenía los ojos que según le pareció a Dylan, eran azul medianoche, pero para su mayor asombro y mientras lo miraba, éstos cambiaron a un azul bastante clarísimo. Tenía largas y rizadas pestañas, y una barba al ras de la piel, pero aparte de todo esto, Dylan pensó que casi parecía hermano de Iyul.
El sujeto sonrió y ahora Dylan sí se sorprendió, porque con la sonrisa se hacía más notorio aun el parecido con sus hijos, y aunque el mismo no era tan marcado como el que existía entre Iyul y Luciano, sin duda lo había y mucho. Sin embargo, y aun sabiendo que aquel era el padre de sus amigos, a Dylan se le dificultaba mucho verlo como tal debido a que aquel individuo se había quedado en la treintena si mal no recordaba lo que le había referido Iyul, de manera que como había pensando apenas verlo, más parecía el hermano de éstos que su progenitor.
Aunque a Iyul no le parecía tan buena idea hacerlo, le era imposible negarse, de modo que hizo una inclinación de cabeza y se retiró.
Dylan siempre había sido un sujeto práctico y directo toda su vida, de modo que ahora lo era mucho más, así que dejó de preocuparse por lo que pensaba, porque si de cualquier manera él iba a saberlo, entonces no tenía caso preocuparse, y en ese momento Iziaslav sonrió de nuevo, con lo que Dylan se reafirmó en su idea de que Luciano tenía la misma sonrisa.
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Editado: 17.07.2021