La Dinastía (libro 2. Génesis

Separación

Iziaslav había entrado a la habitación de Luciano y había permanecido un buen rato sentado en la orilla de la cama de su hijo en silenciosa contemplación. Poco antes del amanecer se puso de pie, pasó la mano por la cabeza de Luciano y le dio un beso en la frente para luego y después de una última mirada, abandonar la habitación.

 

Dylan vio todo esto y sintió un enorme pesar, aunque podía entender las razones de Luciano, ahora que conocía también las de Iziaslav, aquella separación entre padre e hijo le parecía muy cruel, pero ambos eran tercos y orgullosos y a pesar de que Luciano no lo aceptase y montase en cólera cada vez que alguien lo mencionaba, era tremendamente parecido a su padre.

 

Unos momentos después, Janos entró a la habitación y luego de mirar por un rato a Luciano, se volvió hacia Dylan.

 

  • Deberías ir a descansar un rato
  • No estoy cansado
  • Bien, pero entonces ve a cambiarte,  no es conveniente que Lucien te vea en ese estado. Luego ve a comer algo y antes de que comiences a protestar, es una orden de Iziaslav.

 

Dylan entendió lo que Janos le estaba diciendo, porque aun llevaba encima las mismas ropas y éstas estaban sucias y todas manchadas de sangre. De modo que abandonó la habitación, se dio un baño, se cambió de ropas y luego fue al comedor. Iziaslav e Iyul estaban allí, pero ninguno de los dos parecía muy interesado en comer, y en el caso del primero, sostenía en sus manos un vaso que no contenía jugo de naranjas precisamente, mientras que Iyul solo parecía interesado en el café.

 

Después de un rato de juguetear con la comida fingiendo que comía y cuando  estaba a punto de levantarse, entró el mayordomo.

 

  • Altezza, la signorina Massera  --  anunció el hombre

 

Iyul miró a su padre y como este no dijo nada, se volvió hacia el mayordomo que esperaba.

 

  • Hazla pasar  --  un momento después entró la mujer
  • ¡Giulio!  --  dijo acercándose mientras Iyul y Dylan se ponían de pie
  • Anastasia  --  saludó Iyul

 

Al mirarla, Dylan entendió por qué le había resultado familiar el nombre cuando lo había escuchado el día anterior y se asombró mucho, porque sin duda aquella chica era una Devrig, no había cambiado absolutamente nada desde que la viese por primera vez, algo que había ocurrido hacía más de diez años atrás  poco después de comenzar su amistad con Luciano. Recordó que de hecho Luciano había sido víctima de sus muchas bromas con relación a que terminaría casado con aquella damisela, pero salió de sus recuerdos porque la chica lo estaba mirando.

 

  • Señorita Massera  --  la saludó él con la mayor formalidad
  • Dylan, tanto tiempo  --  le dijo mientras se acercaba a él

 

A él todavía le resultaba algo violenta la falta de formalidad en el trato entre los Devrigs, aunque luego pensó con diversión que probablemente un trato más distante y formal resultaba ridículo entre personas que estarían en contacto por toda la eternidad. Sin embargo, obvió eso y miró hacia donde estaba Iziaslav que ni se había puesto de pie, ni parecía que ella lo hubiese visto, y aquello era insólito tratándose de alguien que no pasaba precisamente inadvertido. No obstante, y aunque Dylan seguía siendo franco y directo, tenía muy claros los beneficios de la discreción, de manera que no hizo ningún comentario al respecto y luego de un par de frases de compromiso, se excusó y abandonó el comedor en compañía de Iziaslav.

 

  • Señor…
  • Si no quiero ser visto nadie puede hacerlo  --  contestó él a la pregunta que sabía venía  --  Con el tiempo aprenderás a dominar eso también

 

Ya Luciano y Janos le habían hecho referencia  a eso, pero al igual que otras muchas cosas, a Dylan le parecía imposible, aunque acababa de ver que así era.

 

  • ¿Cómo es posible lograr algo así?
  • Tienes que manejar muy bien y tener mucho control sobre tu mente, porque es la mente la que domina la materia, pero como podrás suponer no todos los Devrigs lo logran, si no son capaces ni siquiera de dominar sus instintos, alcanzar ese nivel de control les está simplemente negado.
  • Pero usted dijo que yo lo lograría con el tiempo
  • Lo harás, y más pronto de lo que imaginas
  • ¿Cómo puede estar tan seguro?
  • No he vivido tantos años como para que las cosas me pasen desapercibidas, Rybik. Sé que tienes un soberbio dominio sobre tus emociones, por supuesto aun eres joven y te falta experiencia, pero lo que te falta de experiencia te sobra en tenacidad y fuerza de voluntad. De modo que alcanzarás todo aquello que te propongas.
  • Bueno gracias, y le prometo esforzarme al máximo
  • Sé que lo harás, y aunque naciste siendo un miembro de la nobleza y todo trabajo debe parecerte impropio, serías un gran Lovet.




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