La Dinastía (libro 2. Génesis

Inglaterra

Dylan casi había perdido la paciencia con Luciano, llevaba dos días discutiendo con él por el mismo asunto y decidió que ya tenía suficiente. Lo había intentado todo para hacerle entender sus motivos, pero él consideraba todo eso inapropiado y una absoluta necedad de su parte exponerse de aquel modo. Sin embargo, cuando se disponía a salir lo encontró en la puerta.

 

  • Ya es suficiente Luciano, iré así lo creas conveniente o no
  • Ya lo sé, pero no irás sin mí.
  • Veamos, sostienes que es una locura  --  dijo con los restos de su moribunda paciencia  --  ¿Puedes decirme entonces por qué demonios…?
  • Porque  se me da la gana y te recuerdo que no estás en posición de discutir  --  dijo él con toda la tranquilidad del mundo

 

Y había sido así como Luciano había terminado acompañándolo, pero al llegar a Livingstone, Dylan expuso sus condiciones.

 

  • Acepté que vinieses, pero por ningún motivo te acercarás a ella
  • Créeme que no muero por hacerlo

 

Dylan marchó a Darnley y lamentó de veras la situación con la que se encontró. Sin embargo, y aunque estaba viendo el estado en el que se encontraba Kendall, no se acercó de inmediato, sino que estuvo un rato observándolos. Kendall estaba desecho y cabizbajo, apenas si prestaba atención a quienes se le acercaban, mientras que Sophie exhibía una belleza triste, sus ojos estaban enrojecidos, y aunque seguían siendo hermosos, estaban marcados por el sufrimiento. A su lado se encontraba el hijo mayor de Kendall, y Dylan vio con facilidad que estaba preocupado por su madre, mientras ella lo estaba por Kendall. Cuando vio que pensaba enviarlo a descansar, decidió finalmente acercarse. Después del saludo que pareció devolver algo de vida a su amigo, se enfrentó a Sophie. Su corazón comenzó a latir con desenfrenó al encontrarse con sus ojos, pero cinco años de práctica en el ejercicio de suprimir sus emociones surtieron su efecto y logró vadear la tempestad que se agitaba en su interior. No obstante, se sintió muy incómodo cuando vio que ella estaba sintiendo lástima por él. Lástima que sin duda no merecía, aunque podía coincidir con ella en que faltaba vida en sus ojos, pero no en su interior.

 

Dylan los acompañó hasta que finalizó la inhumación de Lord Arlingthon, pero cuando se estaba despidiendo Kendall protestó.

 

  • No estoy dispuesto a aceptar que te marches
  • Kendall  entiendo que no es el mejor momento para…
  • ¡Al diablo con eso!  --  lo interrumpió Kendall  --  Llevas cinco malditos años fuera y ahora no vas a…
  • Kendall  --  lo interrumpió Sophie con suavidad colocando una mano sobre su brazo  --  Quizá Lord Danworth tenga otros asuntos que atender, o tal vez necesite descansar después del viaje.
  • No se trata de eso lady Arlingthon  --  dijo él conservando la fría formalidad  --  pero ustedes sí necesitan hacerlo

 

Dylan miró a Sophie con preocupación al verla estremecerse, porque siendo que estaban al inicio del invierno, le pareció que no iba lo suficientemente abrigada. Su primer impulso fue quitarse la capa para cubrirla, pero aquello no habría sido procedente.

 

  • Es mejor que vayas a casa Kendall, Lady Arlingthon podría enfermar con estas temperaturas.

 

Kendall miró a su esposa y acto seguido hizo lo que Dylan había estado a punto de hacer, pero luego de esto y mientras caminaban, miró a su amigo.

 

  • Quédate a cenar con nosotros  --  le pidió

 

Esa no había sido la intención de Dylan, si bien era cierto que pensaba pasar algún tiempo con Kendall, éste no incluía a Sophie. Sin embargo, no pudo ignorar la súplica muda de Kendall y terminó por claudicar.

 

A cierta distancia de ellos, Yvaylo ahogó una maldición, porque ya le había costado bastante mantener las emociones de Dylan a raya y había esperado que una vez terminadas las exequias, él volviese a Livingstone, pero aquel rybik era decididamente obstinado.

 

Una vez en la casa, Sophie se excusó y subió a ver a los niños, lo que fue un alivio para Dylan cuyo corazón ya estaba exhausto por un latir tan prologadamente violento. Kendall se acercó a la licorera y luego de servir dos copas, se volvió hacia su amigo.

 

  • ¿Dónde te habías metido? ¿Por qué no contestaste ninguna de mis cartas?  --  preguntó con un deje de reproche en su voz
  • Ya te lo dije, he estado viajando. Apenas  hace unos días que leí tus cartas y aquí me tienes.
  • A estas alturas ya debes conocer el mundo entero, pero me pregunto qué te ha hecho nuestra tierra para que la evites con tanto ahínco.
  • Como ya lo dije también, no me gusta la inactividad.
  • Nunca te gustó. Aun recuerdo que querías un bote para remontar el río  --  dijo Kendall y Dylan sonrió al recordar aquello
  • Al menos cumplí mi sueño y he remontado algunos  --  ambos rieron pero luego la expresión de Kendall se volvió seria y Dylan supo sin ningún esfuerzo lo que venía
  • ¿Cuándo piensas casarte Dylan?
  • Cuando lo estime conveniente
  • ¿Conveniente? ¡Tienes treinta y dos años!
  • No necesito que me lo recuerdes, soy perfectamente consciente de mi edad




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