La Dinastía (libro 2. Génesis

Ilusión

Mientras todo aquello sucedía, los hermanos Yaroslávich sí habían estado disfrutando de la compañía de unas hermosas señoritas, pero si bien Iyul no había ocupado su mente en otra cosa que no fuese lo que tenía entre manos, Lucien se había estado sintiendo inquieto, y aunque no por ello dejó de aprovechar muy bien el tiempo, una vez satisfechos sus instintos, despachó a su agraciada acompañante y en lugar de dormirse como seguramente había hecho su hermano, se alistó a toda prisa y abandonó sus habitaciones.

 

Estaba seguro que algo le sucedía a Dylan y su intención era averiguarlo, y aunque existía la posibilidad de que lo echara a patadas si lo interrumpía tan inoportunamente, algo le decía que no sería así. Sin embargo, cuando se disponía a entrar a su habitación fue detenido.

 

  • Vycenniani, nym sizvitel  --  dijo un sujeto que por el uniforme era un Havarik

 

Aunque Lucien en primera instancia se sorprendió, de inmediato reaccionó como era de esperar.

 

  • ¿Pretendes impedirme el paso?  --  preguntó con voz helada
  • Tengo órdenes de no dejar pasar a nadie, nym sarì
  • ¡Soy tu sizvitel, imbécil!  --  vociferó Lucien  --  ¡Así que apártate ahora mismo de mi camino o lo vas a lamentar!
  • Vycenniani, nym Sarì  --  volvió a disculparse el Havarik

 

Lucien era lo que podría llamarse una buena persona en líneas generales, pero aunque se esforzase en olvidarlo, seguía siendo un príncipe y ciertamente uno no acostumbrado a que se le desobedeciese. Había crecido rodeado de personas a quienes bastaba que él expresase el más mínimo deseo para desvivirse por cumplirlo, de modo que no estaba en su sistema que nadie se le opusiese y menos aun que cuestionasen una orden suya. De manera que en aquel momento aparte de la ira, toda la altivez y la soberbia que corría por sus venas hicieron violenta explosión y con la rapidez que los caracterizaba, al minuto siguiente su Dykari brillaba en su mano.

 

Aunque el Havarik estaba perfectamente entrenado para defenderse, también era plenamente consciente de que no podía ponerle una sola mano encima a aquel individuo sin convertirse en reo de alta traición, por lo que se preparó a morir sin remedio. Y sin duda aquello lucía muy posible, porque Luciano jamás repetía una orden, pero…

 

  • ¡Lucien!

 

Aquello por sí solo no habría bastado para salvar la vida del Havarik, pero el mismo fue velozmente apartado de la trayectoria del Dykari y Lucien se volvió con la furia brillando en sus ojos.

 

  • ¿Qué demonios está sucediendo, Korsakov?

 

  • Por favor te pido que me escuches, sarì  --  dijo Istvan en un tono más respetuoso una vez superado el peligro
  • No veo razones para ello, así que apártate
  • Sarì, debo hablarte de Lord Danworth

 

Si antes tenía la duda, ahora Lucien estuvo plenamente convencido que algo serio le había sucedido.

 

  • Él está bien, pero en este momento descansa y es mejor que así sea
  • ¿Por qué exactamente?  --  preguntó sujetando sus emociones
  • Por órdenes de tu… de Iziaslav  --  se corrigió a toda prisa

 

Pero aquello no le decía mucho más a Lucien y no estaba dispuesto a quedarse sin respuestas.

 

  • Si me acompañas podré explicártelo  --  dijo Istvan

 

Lucien miró hacia la puerta cerrada y aun se debatió unos instantes entre la necesidad de ver con sus propios ojos que en realidad Dylan estaba bien y la de saber qué diablos estaba sucediendo.

 

  • Créeme sarì, él está bien, yo no te mentiría

 

Él sabía que al menos eso era cierto, Istvan no podía mentirle sin cometer con ello un crimen, de modo que se decidió a seguirlo. No le alegró mucho más ver que se dirigían hacia las dependencias reales, porque ciertamente en aquel momento lo último que   quería era ver a Iziaslav, pero guardó silencio y continuó caminando al lado de Istvan.  Ingresaron a las dependencias de Iziaslav y pasaron directamente a un comedor pequeño, aunque fácilmente cabían allí con comodidad unas veinte personas, pero solo estaban Iziaslav, sus inseparables consejeros, Janos y dos Lovets.

 

  • Dhakvrevit Sozdatel’  --  saludó Istvan
  • Buon mezzogiorno  --  saludó a su vez Luciano
  • Syn, te agradecería infinitamente que al menos de momento suprimieses el uso de ese idioma  --  dijo Iziaslav
  • Lamento que no te agrade  --  dijo Lucien, aunque en su tono había cualquier cosa menos arrepentimiento  --   pero es mi idioma y no pienso dejar de utilizarla solo porque a ti te moleste




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