Después de la Evesbriel todos habían vuelto a sus lugares de origen y la vida había continuado. Pocos días después se hizo el anuncio de que la orden de exilio que pesaba sobre los Lothian había sido revocada, excepto para Swaney Lothian, y se aseguraron de que todos fuesen debidamente informados que esa decisión había obedecido a una petición expresa del Sizvitel Lucien Iziaslav Yaroslávivh.
Cuando Lucien leyó el comunicado que había recibido al igual que todos los Devrigs, no le hizo mucha gracia ser mencionado, pero aunque arrugó el entrecejo al ver su nombre, evitó hacer ningún comentario, porque eso sin duda le habría supuesto tener que soportar otra interminable y nada halagadora descripción de lo infantil de su actitud por parte de Dylan.
Al final del invierno abandonaron Yaroslavl y se trasladaron a Milán, pero después de unos días, Lucien pareció aburrirse y se fueron a Florencia. Dylan no se mostró muy conforme con ese destino, no había vuelto allá después del último encuentro con Emiliana que cambió tan drásticamente su vida. Sin embargo, acompañó a Lucien a la que había sido la casa de su hermana y de su ahora difunto esposo.
Dylan sabía que Lucien nunca profesó gran afecto a Emiliana, pero aun así y sabiendo que aunque en realidad no era su hermana como había creído, no le pareció apropiado dejarlo ir solo.
A Dylan no le gustaba nada entrar a ese lugar, pero de igual modo continuó, y efectivamente experimentó un lógico malestar al entrar. Echó un rápido vistazo a la estancia y los recuerdos asaltaron su mente. Se vio acostado en esa cama, adolorido y confuso. Ahora sabía que lo que había visto cuando había logrado abrir los ojos y que en ese momento le había parecido una alucinación, no era tal, y que en realidad los ojos de Emiliana en lugar de su color habitual habían sido rojos en aquel momento.
Lucien por su parte, aunque no estaba prestándole atención, sino que se había dedicado a buscar lo que lo había llevado allí, sintió la repentina inestabilidad de Dylan y giró la cabeza, vio que se había sentado y se acercó a él.
A Lucien le pareció más prudente no decir nada en aquel momento, aparte de que no había nada qué decir en realidad, y como ya tenía lo que había venido a buscar, le dijo que se marchaban.
A Dylan le extrañó que no siendo Emiliana hija de la misma mujer, tuviese en su poder aquella joya que además era más bien sencilla si se tenía en cuenta la procedencia, pero al mismo tiempo pensó que para datar de un época tan antigua era un fino trabajo de orfebrería, ya que se trataba de una fina cadena de la que pendía una solitaria esmeralda.
Dylan pensó que era mejor dejar ese asunto, porque evidentemente todo lo relacionado con su madre le producía mucho dolor a Lucien.
Sin embargo, aquella visita despertó la curiosidad de Dylan por otro asunto en el que nunca se había interesado realmente, y a la luz de los hechos le parecía insólito no haberlo hecho, de modo que unos días después, decidió hablar con Lucien de aquello.
Lucien pareció pensarlo un momento antes de decidirse a hablar, conocía a Dylan y sabía que aquello aparte de no gustarle, iba a causar cierta conmoción en él, porque aun tenía ciertas ideas equivocadas.
Por un momento Dylan se arrepintió de haber preguntado, porque después de esa de advertencia, estaba seguro que lo que escucharía con toda seguridad no le resultaría especialmente agradable, pero igual asintió y se preparó a escuchar la explicación.
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Editado: 17.07.2021