Edin fiel a su palabra, en cuanto fue informado de la próxima visita de los Saint-Claire, envió aviso a Istvan quien se presentó de inmediato en el Chateau de Edin, y aproximadamente media hora después, llegaban los Saint-Claire.
Aunque Phillipe se había hecho el propósito de no albergar ningún prejuicio ni adelantar ninguna idea con relación a aquellos seres, no pudo evitar sorprenderse. En primer lugar y a pesar de no haberse hecho ninguna expectativa, su primera sorpresa se la llevó al llegar a la propiedad, que según podía recordar pertenecía al Duque de Auxerre. Hizo un rápido paseo por su memoria y recordó que Jean Paul Dòmine había tenido dos hijos, Pierre y Etienne. Phillipe no había conocido ni al Duque ni a Pierre, pero a Etienne sí; sabía además que Pierre había fallecido relativamente joven a causa de una pulmonía, si no recordaba mal, y que Etienne había emprendido un viaje del que no había regresado nunca y lo presumían muerto, por lo que el título lo ostentaba el hijo de Pierre, y lo último que se había sabido de él era que vivía en las colonias de América, aunque algunos se habían planteado la posibilidad de que el chico hubiese muerto, ya que las primeras expediciones francesas con intenciones de colonización no fueron muy exitosas, pero los representantes de los intereses de los Dòmine habían demostrado que el susodicho Duque de Auxerre estaba vivo, por lo que sus propiedades fueron respetadas y no anexionadas a la corona, y hasta ahí llegaba su información.
Phillipe detuvo sus pensamientos y estaba a punto de preguntar a Madeleine el nombre del sujeto con el que se iban a entrevistar, algo que ahora pensaba había sido un terrible descuido no preguntar, pero ya el cochero estaba abriendo la portezuela del carruaje, de modo que ayudó a Madeleine a bajar sin poder preguntar nada.
Fueron recibidos en la puerta por un hombre que no tenía aspecto de mayordomo, sino de soldado, aunque sus ropas eran bastante inapropiadas en opinión de Phillipe, ya que consistían en camisa blanca, pantalón y botas altas todo negro, de manera que se correspondían más con las de un pirata que con las de un militar. El hombre no dijo nada, se limitó a hacer una ligera inclinación y los hizo pasar.
A diferencia de Phillipe, Madeleine sí iba con mucha aprensión, pero al entrar y a pesar de que le bastó ver al hombre que les había franqueado la entrada, para saber que se trataba de uno de ellos, no experimentó la misma sensación que cuando estuvo en el Chateau de la condesa.
Fueron conducidos hasta un salón donde se encontraba otro hombre con una vestimenta muy similar a la que acaban de ver y que se completaba con un chaleco y una especie de pañuelo en el cuello. Era de elevada estatura, cabello negro, ojos azul oscuro y Phillipe estuvo seguro que no era francés. De modo que se preguntó qué demonios hacían aquellos extranjeros en la propiedad de un duque francés.
Phillipe hizo una inclinación de cabeza y Madeleine una ligera reverencia.
Aunque no era un asunto sencillo hurgar en la mente de un Saint-Claire, más que ver, Istvan percibió la confusión de Madeleine, porque ella iba con la idea de ver a Edin, y del mismo modo le bastaron unos pocos segundos para determinar que Phillipe no tenía malas intenciones, de modo que consideró que de momento al menos, no corrían ningún peligro y dio su autorización a Edin que permanecía oculto, para que se dejase ver.
Ellos así lo hicieron y unos minutos después hizo su entrada Edin, lo que ocasionó que Phillipe se pusiese de pie de inmediato y sus ojos doblasen su tamaño habitual.
Madeleine miraba alternativamente a uno y a otro sin saber qué pensar mientras que Phillipe intentaba tranquilizar sus pensamientos.
Si bien Phillipe era un sujeto de mente abierta y que estaba de vuelta de muchas cosas, ciertamente nada lo habría preparado para aquello y su cabeza era un caos entre dudas, preguntas y un sin fin de cosas más.
Phillipe hizo su mejor esfuerzo, y después que había caído de nuevo en el sillón del que se había levantado a causa de la sorpresa haciendo que Madeleine lo hiciese también, asintió.
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Editado: 20.08.2021