La Dinastía (libro 3. Profecía)

Cap. 22 Regresando

Habían transcurrido diez días desde que Dylan recuperase el conocimiento, y durante ellos, a través de las conversaciones sostenidas con su nuevo y pequeño amigo, se había enterado que las cosas no iban bien para su familia. Dylan no era una mala persona, pero debido a su posición, nunca se había preocupado por las vidas de personas como aquellas. No obstante, tuvo oportunidad de ver muy de cerca las precarias condiciones de las mismas, y por un lado se sintió mal al sentir que estaba siendo una carga muy pesada para ellos, y por el otro sintió indignación, porque en su opinión nadie debería vivir de aquella manera. Según lo que le contó Tommy, aquellas tierras pertenecían al Clan MacNab, y su padre era un campesino libre que trabajaba para ellos a cambio de la vivienda y una pequeña parte de la cosecha. Aquella era una práctica común y en la mayoría de los casos injusta, pero era la realidad de la época.

También se enteró que había tenido un hermano que había muerto un par de años atrás, aunque al parecer Tommy no estaba muy claro en la razón del deceso. Otro asunto que parecía preocupar a los Stuart, era que su hija se acercaba a los dieciséis años y debían buscarle un marido, pero al parecer aquello tampoco iba a resultar sencillo teniendo en cuenta la situación familiar que hacía casi imposible la cuestión de la dote.

Dylan había comenzado a salir una vez que se sintió lo bastante bien y acompañaba a Thomas al campo, aunque en aquella época en realidad iba solo por costumbre, porque como resultó claro para Dylan, había poco qué hacer, de modo que solo lo ayudaba a cortar madera con el fin de aprovisionarse para el invierno.

En una de esas salidas, Dylan notó que Thomas estaba preocupado por Mary, ya que el invierno anterior había estado muy enferma a causa de las bajas temperaturas, su salud se había resentido quedando bastante delicada y temía que al igual que su otro hijo muriese a causa de ello, con lo que quedó aclarado el asunto de la muerte del hermano pequeño de Tommy. A todo esto había venido a sumarse el inicio del invierno y el techo estaba en pésimas condiciones, pero no tenían recursos para repararlo.

Siendo que el ánimo de Dylan no estaba precisamente bien, todo este conjunto de calamidades solo hicieron que se deprimiese aun más, pero también notó que a pesar de la vida que se veían obligados a llevar, los Stuart parecían felices en medio de sus desgracias, y Tommy siempre estaba sonriente a excepción de los momentos en los que su madre decidía tirar de sus orejas. De modo que ante ese panorama, Dylan tomó una decisión, aquella gente merecía una vida mejor y él se encargaría de que así fuese.

A pesar de que Dylan nunca había sido especialmente simpático, tampoco era una persona de malos sentimientos, y enfrentarse con aquella realidad que hasta ahora había ignorado, le había sentado terriblemente mal y era por eso que quería ayudar a aquellas buenas personas que sin conocerlo, le había dado albergue, cuidado y habían compartido con él lo poco que tenían. Aparte de lo anterior, su ya no tan nueva condición, había hecho que su sensiblidad humana se exarcebara, de manera que sumado al agradecimiento, el afecto por mínimo que fuese, en su caso también parecía manifestarse en forma exagerada, algo que a la larga, le ocasionaría muchos inconvenientes.

El día de navidad a pesar de tener muy pocos alimentos sobre su mesa, reinaba un ambiente festivo en la humilde vivienda, e incluso se hicieron sencillos obsequios. Mary, que era una hábil costurera, les había hecho unas camisas a su esposo y a su hijo, y un sencillo pero bonito vestido a Elizabeth. Thomas le había regalado unas  guirnaldas de flores a su esposa e hija y había tallado un barco de madera para Tommy. Y para mayor sorpresa de Dylan, que se sintió sumamente apenado con ellos, Mary y Elizabeth habían bordado su inicial en unos pañuelos, y Tommy le había dado un tosco soldadito de madera que había tallado él mismo.  Así que Dylan, aunque había decidido que primero iría a su casa y enviaría a Hegel a hacer los arreglos pertinentes, cambió de opinión y decidió hablar con Thomas esa misma noche.

  • Thomas, hay un asunto que quería conversar contigo antes de partir
  • ¿Partir?  --  preguntó Tommy en tono horrorizado
  • Silencio, Tommy  --  ordenó su padre
  • Sí Tommy, ustedes han sido muy amables y nunca podré agradecerles bastante lo que han hecho por mí, pero ya es hora de volver a casa, aunque espero que nos volvamos a ver pronto si tu padre acepta lo que voy a proponerle  --  y ahora miró a Thomas que lo miraba a su vez con curiosidad  --  Poseo algunas propiedades, de modo que estoy en posición de ofrecerte un lote de tierra para que las trabajes
  • Dylan, te lo agradezco mucho, pero soy un hombre libre y…
  • No te estoy pidiendo vasallaje, Thomas, seguirás siendo un hombre libre, pero con más oportunidades de progresar
  • Sabes que no es así, porque si tú eres vasallo de algún noble, entonces todos los que trabajen para ti también lo serán
  • Thomas, mi única sujeción es al rey  --  y el hombre se sorprendió de escuchar aquello, porque para que eso fuese cierto, sería necesario que Dylan ostentase algún título muy poderoso que lo situase muy alto en la pirámide feudal
  • ¿Dónde exactamente están tus propiedades?

Pero antes de que Dylan pudiese contestar, todos vieron que su expresión variaba y había girado la cabeza hacia la puerta, aunque ellos no habían escuchado nada, pero un par de segundos después, escucharon que llamaban y Thomas se puso de pie para ir a abrir.

  • Buenas noches, señor, lamentamos interrumpir, pero buscamos a aquel caballero  --  dijo Iyul
  • Ya me preguntaba cuándo vendrían por mí  --  dijo Dylan  conteniendo una emoción que no se imaginaba que iba a sentir al escuchar aquella voz



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En el texto hay: tristeza esperanza

Editado: 20.08.2021

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