Cap. 37 Ordenando las cosas
En cuanto Edin y Andrew habían partido a cumplir con lo ordenado por Istvan, y los Lovets se habían hecho cargo de los acompañantes de Louis, Istvan se había acercado al aún consternado Maurice y lo había sacado del estudio.
- Maurice, présteme atención -- le dijo Istvan, porque el hombre aun parecía en shock
- Van a procesarlo por esto -- estaba diciendo, pero luego miró a Istvan -- ¿No pueden llevárselo como hicieron con Madeleine hasta que todo…?
- Maurice, por favor escúcheme -- lo interrumpió Istvan -- Nadie tiene por qué saber lo que sucedió aquí
- ¿De qué habla? Esos hombres vieron…
- Ya nos estamos encargando de ellos -- pero Maurice interpretó muy mal aquello de modo que Istvan le aclaró -- no, no necesitamos matarlos para eso
Después que le explicó lo que estaban haciendo sus hombres, tanto con los testigos como con los que habían participado en el proceso, Maurice se tranquilizó un tanto.
- Ahora voy a encargarme del cadáver de su hermano, pero no podemos desaparecerlo así nada más, ya que era una figura pública y resultaría muy sospechoso, de modo que haremos todo lo necesario para que parezca un asalto en su propia residencia, después de lo cual ustedes serán notificados y es recomendable que se hagan cargo de la exequias ¿me ha comprendido?
Maurice asintió, después de lo cual Istvan fue a hacer lo que había dicho. Cuando esto quedó resuelto, se fue con Istval a buscar a Madeleine. Llegaron al Dvorets de los Korsacov en Krasny [1] región ubicada a ambas orillas del río Yeniséi en Siberia del Este. Apenas entraron y sin tener tiempo de avanzar mucho, una mujer se atravesó en su camino.
- Zdravi, mhàyr -- saludaron ambos
- Un poco tarde para saludar ¿no te parece? -- dijo ella mirando a Istval
- Biagyzlim mhàyr, advi mirkeiriv pryzvak [2] -- dijo Istval con la sombra de una sonrisa
- Si no te importa… -- dijo Istvan señalando las escaleras
- Eso tendría que haberlo preguntado tu hermano antes de llenar mi casa de Lovets y dejar a una chica aquí y para más señas una vidmagy
En ese momento fueron interrumpidos por una joven que venía corriendo.
- ¡Mamá, es una Saint-Claire! -- pero al ver a los acompañantes, la chica se colgó del cuello de Istvan -- ¡Istvan!
- ¡Istval Korsacov! -- dijo la mujer volviéndose hacia el gemelo -- ¿Has perdido el juicio?
Istvan se llevó una mano a la sien y deseó, como tantas otras veces, sacudir a su hermano, porque de los mil sitios a donde podría haber llevado a Madeleine, no se le había ocurrido un lugar más apropiado que su propia casa, y para mejorar la situación Madeleine venía tras la chica y miró a los dos hombres en forma interrogativa.
- Está muerto ¿verdad? -- preguntó
- ¿Sker advajèvk zdy? -- preguntó al mismo tiempo la mujer
- Madre, ella es Madeleine Saint-Claire -- y luego miró a Madeleine -- esta es mi madre Jovanka y ella mi hermana Istziar Korsacov
Si bien Jovanka ya la había visto, no se le había acercado como lo había hecho Istziar, de modo que le dio la mano, pero seguía mirando con algo muy parecido a la ira a su hijo. Madeleine por su parte, aunque ya sabía que aquellas personas parecían no envejecer mucho, le sorprendió la apariencia de Jovanka que parecía hermana de los Korsacov, y hacer referencia al parentesco era del todo innecesario, ya que tanto los gemelos como la chica eran extraordinariamente parecidos a su madre, la única diferencia era que los ojos de Jovanka en lugar de azules, eran de un color indefinido que estaban a medio camino entre el azul y el verde, y tenía la piel algo más tostada que la de ellos.
- Madre, necesito hablar con Madeleine -- dijo Istvan y luego miró a su hermano -- Istval -- él hizo una mueca de fastidio pero se volvió hacia Jovanka
- Madre acompáñame por favor, tú también Istziar -- y sujetando la mano de su hermana comenzaron a descender
Istvan guió a Madeleine hacia la habitación de la que la había visto salir, la invitó a sentarse y le refirió lo sucedido. Madeleine lo escuchó en silencio hasta el final y después lo miró.
- Tal vez esté usted pensando que soy insensible porque no lamento la muerte de mi tío
- No me corresponde a mí juzgar, Madeleine, pero créame que la comprendo
- ¿Cómo está papá?
- Inicialmente estaba muy preocupado por lo que pudiese sucederle a Phillipe, pero en cuanto le aclaré que nos haríamos cargo, se tranquilizó.
- Se lo agradezco mucho -- dijo ella poniéndose de pie
- No tiene por qué
- Sí, sí tengo, ya que por Etienne sabemos que no acostumbran a intervenir en los eventos de los humanos
- No es exactamente así, procuramos hasta donde no es posible, evitar desastres sin que sea demasiado obvio o altere el curso natural de los acontecimientos.
- En cualquier caso se lo agradezco lo mismo -- dijo ella -- ¿Ya puedo volver a casa?
- Por supuesto, no es usted una prisionera, fue traída aquí por su seguridad así que podemos marcharnos de inmediato
- Aunque me pareció que mi presencia no le resultó grata a su madre, igual me gustaría despedirme y agradecerle su involuntaria ayuda.
- Naturalmente -- dijo Istvan y una sonrisa asomó a sus labios -- pero le aseguro que mi madre no estaba molesta con usted, lo que sucede es que mi hermano disfruta incordiándola.