La Dinastía (libro 3. Profecía)

Cap. 40 ¿Por qué yo?

Mientras Lucien esperaba el regreso de Itlar, sus pensamientos vagaron al pasado.  El había sido un niño alegre y normal, y aunque en aquel tiempo no estaban rodeados de los lujos que fueron añadiéndose con el avance de las civilizaciones, al ser el hijo menor del Hlavary [1] recibía el tratamiento correspondiente, era cuidado por sus hermanos y su madre, respetado por todos y simplemente adorado por su padre.

 

Cuando Iziaslav no estaba en campaña pasaba mucho tiempo con él, solía llevarlo de paseo y sostenían largas charlas. Desde la perspectiva actual, las mismas no podrían ser consideradas las más aptas para ser sostenidas con un niño, ya que versaban más que todo acerca del arte de la guerra y la expansión territorial, pero era lo que se acostumbraba. Por otra parte, y aunque normalmente eso habría sido trabajo de Janos, que era el encargado de la enseñanza de los niños, fue Iziaslav quien lo enseñó a manejar las armas de la época, a cazar y a montar.

 

Cuando les fue impuesta la maldición, la relación se distanció un tanto, porque si bien Lucien adoraba a su padre, daba la vida por su madre, y siendo que Gianna había perdido su alegría a raíz de aquello, Lucien naturalmente culpaba a su padre de ello. Sin embargo, y a pesar del distanciamiento, siguió queriéndolo y respetándolo.

 

A sus hermanos y a él se les permitía jugar con los otros niños, pero solo los hijos de los Levjaners eran aceptados en su círculo más cercano, es decir, solo a ellos se les permitía comer con los príncipes o ir a su avari. De modo que Lucien no tuvo amigos verdaderamente cercanos y de su edad, porque los únicos hijos de Levjaners más o menos cercanos en edad y que habían sobrevivido a la maldición, eran los Korsacov y Misha, y de ellos el que siempre estaba con Lucien era Istval, pero el aykeri era doce años mayor que él y parecía más su guardián que otra cosa. Sin embargo, con el tiempo tanto Iyul como él aprendieron a verlo como un verdadero amigo, ya que no solo pasaba mucho tiempo con ellos, sino que su natural simpatía y desenfado los divertía. Años más tarde nació Itlar y poco después Aleksèi, y como el desarrollo de los chicos parecía haberse detenido en el momento de la maldición mientras que la primera etapa de los mydevrigs seguía el curso normal de desarrollo, cuando Itlar y Aleksèi llegaron a los quince años, parecían sus contemporáneos, y un poco más tarde nació Yvaylo que se uniría al grupo años después.

 

Cuando tuvo lugar la trágica muerte de Gianna, Lucien había enloquecido de dolor, y en honor a la verdad había un vacío en sus recuerdos del tiempo posterior. Cuando había recuperado de nuevo el control de sus actos y la consciencia plena, ya habían transcurrido muchos años y fue cuando Iyul y Mikha le contaron todo lo sucedido en ese tiempo incluido el hecho de que Aleksèi estaba preso, quiso hablar con Iziaslav, pero, aunque lo hizo, no consiguió nada, pues para entonces, Iziaslav culpaba a Aleksèi no solo de agresión, sino que lo hacía responsable por el tiempo que Lucien había permanecido perdido.

 

Sus hermanos y sus amigos hacían todo lo posible por animarlo, pero a pesar de haber recuperado la cordura, Lucien seguía triste y deprimido, y a la pena de haber perdido a su madre había ido a sumarse el hecho de que su amigo estuviese preso por su culpa. De modo que fue muy poco lo que pudieron hacer por él y quien más había resentido ese cambio había sido Iyul, ya que hasta el momento de los hechos, habían sido muy unidos y ahora Lucien parecía no querer nada con nadie.

 

Por ese entonces, aunque Iziaslav iba a Illir asiduamente a verlos, vivía en otro lugar con la maldita vidmagy, como siempre la llamó Lucien. No obstante, durante todas sus visitas, Lucien lo único que hacía era pedirle la libertad de Aleksèi, pero él siempre se negó. De modo que el resentimiento de Lucien fue creciendo conforme pasaba el tiempo hasta que finalmente un día cualquiera, después de una terrible discusión con Iziaslav donde lo había acusado de asesino y demás calificativos insultantes, abandonó el salón real y se fue a su habitación seguido por Iyul y por su hermanos, pero ninguno pudo hacer nada ni para evitar la destrucción general ni para tranquilizarlo, y por último Lucien le había gritado a sus hermano que a partir de ese momento no tenía familia y no lo verían nunca más allí.

 

Cuando Iziaslav se había enterado que el chico se había marchado, inmediatamente fueron convocados los Levjaners y se ordenó la búsqueda, pero les llevó algún tiempo localizarlo, después de lo cual Lucien había amenazado a cualquiera que se atreviese a ponerle una mano encima, de modo que Iziaslav fue advertido del paradero de su hijo y él mismo fue por él, pero con iguales resultados, porque Lucien le había gritado que no regresaría por ningún motivo y que lo  matase de una vez como había hecho con su madre.

 

Aquel fue uno de los más duros golpes para Iziaslav y evidentemente por muy autócrata que fuese,  amaba mucho a sus hijos como para pensar en algo así. De manera que se marchó, pero ordenó que Lucien fuese vigilado sin que se diese cuenta.

 

Ahora, cientos de años después de todos aquellos trágicos sucesos, Iziaslav y Janos miraban a Lucien que parecía no ser consciente de su presencia, porque se había perdido en los recuerdos, mismos que los dos hombres no habían tenido ninguna dificultad en ver, pero lo que ambos estaban pensando, superando el malestar que le habían producido los mismos, era que por mucho que Lucien se empeñase en decir que estaba haciendo aquello por Dylan, ellos estaban seguros que no era así. Sin embargo, no alcanzaban a entender el increíble hecho de que le interesase la vida de una Saint-Claire.



#1771 en Otros
#324 en Novela histórica
#1110 en Fantasía
#704 en Personajes sobrenaturales

En el texto hay: tristeza esperanza

Editado: 20.08.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.