La Dinastía (libro 5. Sangre Real)

Cap. 21 Pasado y presente

Janos Dvòrak no solo había sido uno de los mejores amigos de Iziaslav, sino que debido a la confianza que el último tenía en él, le había encomendado la educación de sus hijos. Esta habría sido una tarea que podía recaer únicamente en dos hombres, Janos o Milorad, pero siendo que el destino del segundo era convertirse en Levjaner, fue Janos el que se ocupó de todos los chicos, aunque Milorad nunca dejó de estar pendiente de los rybiks, especialmente de Lucien por lo que todos sabían de él.

Cuando Gianna murió, Janos se convirtió en el pilar donde los rybiks encontraron apoyo y consuelo, pero cuando Iziaslav regresó y a pesar de que Lucien no estaba bien y sería el que más tardaría en recuperarse, como Janos no podía hacer nada más por él y no soportaba ver a Iziaslav quien no solo era el asesino de Gianna, sino a quien hacía directamente responsable del estado de Lucien, Janos decidió marcharse. Por esa época entró Iván en escena, porque los príncipes estaban desesperados, Milorad había tomado el lugar de Janos, pero tampoco había podido adelantar nada con Lucien; sus hermanos temían que la locura se los hubiese robado para siempre y fue cuando acudieron a Iván.

Sin embargo, y pesar de todo el poder que la naturaleza le había concedido a Iván, pasó mucho tiempo antes de que pudiese penetrar el sólido muro tras el que se había encerrado el chico, y todavía mucho más tiempo antes de poder establecer una comunicación medianamente normal con él. El dolor había devastado no solo la mente, sino el cuerpo del joven príncipe y fue una ardua tarea el recuperarlo.

No obstante, y aunque Lucien volvió, de cierta manera una parte de él había muerto junto con su madre, y en el proceso parecía haber perdido su alegre sonrisa, su confianza en todos y su capacidad de amar. Se volvió irritable e irritante, sus bromas se tornaron ácidas, por último rompió el contacto con su familia y vivía metido en toda clase de problemas persiguiendo con saña a todos los Devrigs que a su juicio tenían un comportamiento salvaje. Después de un determinado tiempo, solicitó ser admitido en el Laki para formarse como Lovet, pero siendo como era un príncipe heredero, esto le fue negado, lo que solo contribuyó a que su resentimiento en contra de su padre y de su sangre aumentara en forma desmedida.

Iyul hizo denodados esfuerzos por mantenerse en contacto con su hermano, pero Lucien había decidido que si no quería a uno no querría a ninguno e Iyul fue rechazado por sistema.

Pasaron muchísimos años antes de que Lucien aceptara que hiciese lo que hiciese no dejaría de ser lo que era, y aunque siguió rechazando todo lo concerniente a su raza, se cambió el nombre y se fue a vivir a Milán en forma más o menos permanente, poco a poco fue aceptando también las eventuales visitas de su hermano y de ese modo fue enterándose de las reformas que se habían ido llevando a cabo para cimentar las bases de una convivencia relativamente civilizada entre los miembros de su raza. Lucien había nacido siendo un príncipe y lógicamente estaba acostumbrado a aquel tratamiento, pero su aversión al mismo nació en el momento en el que se enteró de que a su padre lo habían hecho soberano de todos los Devrigs, algo que lo hizo montar en cólera, porque en su opinión, no había nadie que se lo mereciese menos que Iziaslav, pero finalmente tuvo que hacerse a esta idea también, y después que varios inocentes individuos perdieron sus cabezas por llamarlo alteza, la mayoría dejó de hacerlo más que por complacerlo, en beneficio de la propia salud.

Cuando los territorios fueron adquiriendo la estructura de países organizados, la mayoría de los Devrigs del Clan Yaroslávich y los desertores de los otros dos clanes, se concentraron en Yaroslavl, de modo que ahora no eran solo una raza, sino un país y Lucien se convirtió en un príncipe adorado por sus súbditos.

Iyul asumió la tarea de enlace entre Lucien y el mundo al que pertenecía, y aunque el menor fingía vivir una vida normal y como la de cualquier humano, todos se mantenían al pendiente, porque sabían que el pequeño sizvitel era una bomba de tiempo que podía hacer explosión en los momentos más inconvenientes. Iván les había advertido que aquel era un individuo al que era mejor no molestar ni alterar en demasía o las consecuencias podían ser funestas, algo que pudieron comprobar en diversas ocasiones. A pesar de que Lucien se esforzaba en llevar una vida normal, nunca se relacionó de manera muy cercana con nadie, no tenía amigos ni relaciones sentimentales duraderas.

Con este panorama y sabiendo lo que sabían, cuando Dylan apareció en la vida de Lucien, inicialmente nadie le prestó mucha atención, era simplemente otro miembro de la nobleza europea que le serviría de compañero de diversión por algún tiempo y luego desaparecería como todos los demás, o simplemente Lucien se cansaría y buscaría otra compañía. Sin embargo, y contra todos los pronósticos, aquella relación duró más tiempo que las anteriores y fue una verdadera sorpresa el enterarse que lo había convertido en su djali, porque a pesar de que al principio de su transformación y cuando aun no podían controlar su naturaleza, su padre y sus hermanos efectuaron muchas transformaciones, él no, y de haberlo hecho, la mayoría de los individuos a los que habían transformado fueron masacrados con posterioridad por Iziaslav, y cuando se impuso por decreto que ningún miembro de la familia real podía efectuar transformaciones, esto no afectó en nada a Lucien, porque por decisión propia nunca lo había hecho y perseguía con saña a los que lo hacían.

Teniendo en cuenta todo lo anterior, cuando se tuvieron las primeras noticias de la transformación de Dylan, mismas que no eran muy claras, ya que Edin que había sido quien presenciase lo sucedido en la boda de los Arlington, evidentemente había corrido a Levzheir para informar de los hechos, pero de lo único que estaba seguro era de que Dylan era un Devrig, y lógicamente tenía la sospecha de que había sido transformado por Lucien o éste no se habría dado tanta prisa en sacarlo de Cleves. De manera que tanto él como Istvan asumieron que por imposible que pareciese aquello, lo había hecho Lucien.




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