Después que Dylan había matado a Swaney y mientras contemplaba el cuerpo que se desangraba ante sus ojos, fue consciente de que a pesar de que había querido hacer aquello y decididamente aquel desquiciado merecía morir, eso no le proporcionaba satisfacción ni ninguna sensación de paz o sosiego, y por el contrario el dolor no solo seguía allí, sino que parecía aumentar con cada latido de su corazón, un corazón hecho pedazos, pero destinado a seguir latiendo dolorosamente por tiempo indefinido.
Sin embargo, una vez que Henri, Louis y Tommy habían acabado con los hombres de Swaney, Henri se acercó a Dylan.
Dylan pensó que aquello era mejor que nada y se pusieron en camino. Sin embargo, pasaría un tiempo antes de que se enterasen de lo inútil de su búsqueda.
Iyul con ayuda de su padre, había detenido a Lucien mientras Istval y Edin sujetaban a André. Unos minutos más tarde estaban de nuevo en Darnley y André tuvo una fugaz visión del desastre antes de que lo introdujeran en el castillo, y como parecía haber recuperado la voz, no pudo guardar silencio.
En realidad si por él hubiese sido, le habría arrancado la cabeza sin más trámite en la cueva, porque había suficientes pruebas de que había atentado contra la sangre real y no contra uno, sino contra tres, de modo que eso suprimía la necesidad de más averiguaciones, pero habían recibido la orden silenciosa de Iziaslav para trasladarlo a Darnley y eso no era susceptible a ser discutido.
Habían llegado al piso superior y André fue empujado sin ceremonias al interior de la habitación, pero fuera lo que fuere lo que André hubiese podido esperar, ciertamente no era encontrarse ni en aquel lugar ni en presencia de las dos pequeñas personas que lo miraban en aquel momento con el más frío odio, pero también registró con rapidez otras dos presencias que no podían haberlo sorprendido más, las de Phillipe y Madeleine ¿qué demonios hacían ellos ahí? Sin embargo, otra cosa llamó su atención y pasó la vista de Phillipe a los niños y luego a Iziaslav, y en todos vio los mismos ojos y casi los mismos rasgos, pero no tuvo ocasión de pensar mucho más, porque Iziaslav le estaba hablando
André nunca, en todos los años que llevaba siendo un Devrig, había estado en presencia de Iziaslav, porque se suponía que aquel individuo no abandonaba La isla, pero ciertamente no necesitaba que nadie le dijese quién era, porque el parecido con sus hijos era en extremo notable, y de no haber sido así, la forma en que se conducía y la arrogancia que brotaba por cada poro de su piel, gritaban en forma escandalosa su condición y posición, de modo que entendió que lo que menos le convenía era contrariarlo, menos aún conociendo todas las historias que circulaban con respecto a él, de las que por lo menos una, ya la estaba comprobando con el mencionado parecido, y si el hijo era como era, no quería imaginarse cómo sería el padre. El asunto era que pensando todo eso se había tomado más tiempo del que ellos parecían considerar prudente para contestar.
André era definitivamente un imbécil, y aunque lo había demostrado en incontables ocasiones con anterioridad, volvió a hacerlo al abrir la boca de nuevo.
Iziaslav lo miró en forma peligrosa y a continuación lo sujetó por el cabello y lo arrastró hacia donde aun estaba el cadáver de Kendall.
El Lovet se acercó a André y sujetándole el rostro, clavó sus fríos ojos en los suyos y un segundo después André emitió un quejido, pero Istval no se detuvo hasta unos segundos más tarde, aunque a André le parecieron siglos de tortura. A continuación Istval les hizo un relato de lo que había descubierto, y aunque lo sabían culpable, escuchar a Istval solo acrecentó la ira colectiva.
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Editado: 29.09.2021