El Haigala era el centro de atención médica de Yaroslavl, y a pesar de que pudiese pensarse que debido a sus extraordinarios poderes los Devrigs no enfermaban, no era así y precisamente por lo anterior las enfermedades solían atacarlos con mucha violencia.
El Haigala era un edificio inmenso y a diferencia de los hospitales de la época, era ventilado y luminoso. Los lijeniks y sus ayudantes iban de un lado para otro y atendían a sus pacientes con mucha rapidez, otra característica que diferenciaba a este lugar de otros que se dedicaban a la misma tarea.
En uno de sus amplios pasillos, varios hombres miraban hacia una puerta con expresión de preocupación.
Decirle eso no pareció ser muy buena idea, porque Itlar seguía culpándose por lo sucedido. Itlar tenía veinte años cuando nació Yvaylo, de modo que de haber sido humanos comunes no había casi ninguna posibilidad de que hubiesen llegado a ser los amigos que eran. Dadas las condiciones en las que había nacido el mydevrig, todos temían por su vida, Iván estaba destrozado y Darko intentaba mantener a flote a su hijo cuyo mayor problema siempre había sido la dificultad para manejar el dolor de las pérdidas, de manera que Milorad y Jovanka se habían hecho cargo del cuidado del pequeño y frágil Yvaylo, algo de lo que sin duda se habrían encargado Iliar y su esposa, pero Tiana había muerto la misma noche que la madre de Yvaylo, de manera que Iliar no estaba en mejores condiciones que Iván. Para ese entonces, ya Itlar formaba parte del grupo de Iyul, Aleksèi, Istval y Lucien y habría sido muy improbable que se interesase mucho en un recién nacido, pero como éste era hijo del mejor amigo de su padre, siempre se mantuvo al pendiente del niño. Una vez que Yvaylo superó el período crítico y estuvieron seguros que viviría, Istval y Lucien que siempre fueron terribles, le hacían toda clase de bromas al pequeño mydevrig cuando apenas comenzaba a caminar, de forma que Itlar se convirtió en una especie de guardián para evitar que aquellos dos le hiciesen la vida miserable al niño. Sin embargo, cuando Yvaylo había crecido un poco más, fue evidente que aquel muchachito sería igual o peor que aquellos de quienes Itlar intentaba protegerlo. Había sido Yvaylo quien le diese el primer gran susto de su vida a Itlar cuando a los cinco años quemó su avari, pero lejos de recibir un castigo por ello, el asunto se convirtió en motivo de celebración, porque era la primera muestra que daba del poder con el que había nacido, de manera que su orgulloso abuelo, no podía estar más feliz, el loco de Iván le había regalado un caballo por la hazaña, y Milorad se había dado mucha prisa en construirle su primer arco.
Haciendo memoria, Itlar no recordaba prácticamente un día en el que Yvaylo no hubiese hecho alguna travesura, pero todo el mundo parecía decidido a protegerlo y a aplaudirle cualquier cosa que hiciese – incluido Iziaslav – aunque aquel necio estuviese destruyendo la aldea. Con todo y a pesar de sus diferencias, ya que no podían estar más alejados los comportamientos del formal Itlar y del díscolo Yvaylo, se había forjado entre ellos una amistad que había perdurado en el tiempo.
Aunque eso era cierto y era la razón para que todos estuviesen allí, Iván y Milorad parecían en las mismas condiciones de abatimiento que Itlar, pues en el caso del primero, y a pesar de su carácter bromista y despreocupado, su hijo parecía ser lo único que le interesaba en la vida, incluida la propia, pero todos se giraron cuando escucharon la puerta y vieron a Aleksèi asomar la cabeza.
No había terminado de decirlo cuando casi fue atropellado por Iván, Itlar y Milorad, mientras que Darko, Iliar y Aritz entraron con más calma. Iván se había ido derecho a la cama y estaba abrazando a su hijo.
Después que los demás lo habían saludado, la puerta se abrió con violencia y todo lo que vieron fue un revuelo de faldas, muchos gritos y a continuación Yvaylo estaba siendo abrazado y besado por Istziar y Jovanka.
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Editado: 16.10.2021