La Dinastía (libro 6. Mavraì)

Cap. 31 Preocupaciones

 

Los gemelos acababan de cumplir ocho años y hacía dos que habían perdido a su madre, sin embargo, y aunque no era la practica usual, Dylan se había dedicado tanto a sus hijos que ya prácticamente no tenía una vida propia. Dividía sus días entre la supervisión de las actividades de los niños, entrenar con Lucía y el tiempo que dedicaba a sus charlas con Lucien. Iyul, Iziaslav, Yvaylo, Derek cuando iba a Illir y hasta Phillipe, habían hecho todo cuanto les había sido posible por convencerlo de salir y distraerse, pero ninguno había tenido suerte.

Unos días después de Ivanie, Dylan se dirigía a la habitación de Lucien luego de haber asistido un rato a las prácticas de esgrima de Alexander, pero cuando llegó a la puerta se detuvo en seco.

  • ¿Cuánto tiempo lleva allí?  -- le preguntó a los guardias omitiendo el habitual saludo
  • Aproximadamente una media hora, sarì  --  contestó uno de los Lovets

La sorpresa de Dylan obedecía a que había percibido con total claridad la presencia de su hija, y en los pocos más de dos años que llevaban allí, ella nunca había estado en aquella habitación. Como los hechos se habían precipitado de forma inesperada, Dylan nunca tuvo ocasión de llegar a una conclusión en lo tocante a la animadversión que existía entre su hija y Lucien, aunque antes de que su vida se viniese abajo, casi había estado de acuerdo con Iyul y con la mayoría que sostenía que simplemente se repelían por tener un carácter muy similar. No obstante, después de lo sucedido todos evitaban hablar de Lucien en su presencia como si con aquello él fuese a olvidar una situación que formaba parte de su día a día. Sin embargo, desechó cualquier pensamiento y se apresuró a entrar, porque aunque Lucien parecía no estar allí, no le parecía buena idea que su hija fuese a mortificarlo. Como todo esto había pasado a la velocidad de la luz por su cerebro, antes de que los Lovets pudiesen abrir las puertas ya él lo había hecho.

  • ¿Lucía?  --  dijo caminando a toda prisa hacia el sillón donde estaba Lucien
  • Zdravi, haryk  --  lo saludó ella con tranquilidad  --  ¿Cómo estuvo la lección de Alex?
  • ¿Lucía qué estás haciendo aquí?  --  le preguntó ignorando lo que ella había preguntado
  • Nada, solo vine a ver por qué este necio está aquí encerrado
  • Linda…
  • Pero bueno, como no quiere hablar me voy, no es divertido fastidiar a alguien que no quiere contestar

Dicho esto se levantó y se dirigió hacia las puertas dejando a Dylan boquiabierto y sin saber qué decir y menos aún qué pensar, pero luego tendría mucho tiempo para pensar mil cosas, entre ellas un disparate supremo que lo llevó directo a hablar con Iziaslav.

  • Quiero preguntarte algo, haryk
  • ¡Vaya!  --  exclamó él casi con regocijo  --  Hacía mucho tiempo que no decías eso, llegué a pensar que habías perdido tu innata curiosidad  --  pero al percibir la preocupación de Dylan cambió su expresión  --  ¿Qué sucede, Rybik?
  • Se trata de Lucía. Ella está bien  --  se apresuró a aclarar al ver la alarma en los ojos de Iziaslav  --  pero hay un asunto que quisiera me aclarases
  • ¿Y es…?
  • Verás, sé que cuando un ser humano es víctima de una transformación, absorbe parte de la esencia de su izbretel, pero conserva también la mayor parte de la propia ¿no?
  • Así es
  • Bien, pero ¿qué sucede con los mydevrigs?
  • Syn ¿qué es lo que te preocupa realmente?  --  preguntó, pero Dylan siguió el curso de sus propios pensamientos sin contestar en forma directa
  • Normalmente heredamos las conductas, las manías o hábitos de nuestros padres…
  • No, aclaremos Rybik  --  lo interrumpió Iziaslav  --  podemos heredar los rasgos físicos, predisposición a  enfermedades o la enfermedad en sí que puedan haber padecido nuestros progenitores, pero las conductas son aprendidas así como los hábitos son adquiridos mediante la educación que recibimos y los modelos que copiamos. Es cierto que nacemos con ciertas características como por ejemplo la de Lucía para alimentarse correctamente y es innegable que eso te lo debe a ti, pero entre las cosas que vienen en nuestra sangre y los modelos aprendidos, es que se forma finalmente nuestro carácter   --  hizo una pausa pensando en lo que iba decir, porque era un tema delicado  --  Te pondré otro ejemplo de alguien que conoces bien, Lucien  --  dijo poniendo atención para saber si era conveniente seguir por ese camino  --  Como bien sabes, Lucien se parece mucho a mí, Iyul también si hablamos del aspecto físico, pero Lucien a pesar de lo mucho que se ha negado a aceptarlo, actúa de la misma forma que lo hago yo, tiene las mismas reacciones y se expresa casi en los mismos términos. Iyul es tan hijo mío como Lucien, pero fue Lucien quien copió todas mis conductas y mis hábitos. Sin embargo, heredó de su madre su inestabilidad psíquica ¿comprendes la diferencia?

Y ciertamente comprendía, pero esto solo pareció preocuparlo más, algo que no le pasó inadvertido a Iziaslav. No obstante, antes de que pudiese preguntarle de nuevo a qué venía esto, Dylan salió de su abstracción.

  • ¿Puede heredarse la maldad?
  • Syn, ya hemos discutido antes acerca de los conceptos del mal y del bien, pero asumiendo que estemos hablando de lo comúnmente aceptado como malo, la respuesta es no, esa clase de maldad se aprende y se ejerce a conveniencia. Las personas no nacen malas o buenas, solo actúan de acuerdo a lo que han aprendido y en algunos casos a consecuencia de un problema mental  --  aclarado esto, decidió preguntar de nuevo  --  ¿Cuál es el problema, Rybik?
  • En teoría soy muy parecido a mi padre, y aunque hay mucha gente que no lo consideraba una buena persona, me consta que nunca hizo daño a nadie a menos que él considerase que se lo merecía. Sin embargo, el caso de mi madre era muy diferente, mi madre era mala por el puro placer de destruir y por fortuna no creo parecerme en lo más mínimo a ella




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