La Dinastía (libro 7. Aykeris)

Cap. 03 Parece, pero no es

 

Los dos primeros días de viaje de Lucía fueron simplemente agotadores para el pobre Phillipe, que siendo un hombre tan mayor, ya no estaba para esas carreras. Sin embargo, Lucía no parecía notar esto, ya que ella en principio, por su condición no registraba el agotamiento, y segundo, no solo había heredado la vitalidad que caracterizase a su abuelo, sino la inagotable curiosidad de su padre, de manera que quería hacerlo y saberlo todo en el momento. Evidentemente Dylan no se sentía cansado, pero sí abrumado por  la contante actividad de su hija, algo que en opinión de Yvaylo era beneficioso, porque le impedía pensar en lo que no debía y le hacía daño.

Aureliè había resultado de gran ayuda, porque habiendo efectuado aquel viaje con su padre unos años antes, había podido cubrir con éxito las ausencias de Phillipe cuando éste estaba realmente muy cansado.

Y en el caso de Irakli y Hani, para el final del primer día ya ellos y Lucía eran los mejores amigos del mundo y definitivamente no se había podido encontrar a dos sujetos más dispuestos y mejores cómplices, con lo que quedó demostrado lo acertado de la designación, y aunque ellos mismos no habían estado muy contentos al principio, ya que estaban predispuestos por la forma como le había ido a Istval con la sizviteliani, se encontraron disfrutando mucho de su compañía. Aquellos chicos, aunque habían vivido muchísimos años, se habían quedado en la veintena y eran alegres por naturaleza, de modo que hacían un trío perfecto.

 

Alexander por su parte, había pasado los dos primeros días en el Laki, siendo emocionalmente preparado para afrontar el entrenamiento que le aguardaba, pero adicional a eso, Darko se había dado a la tarea de explicarle en detalle el funcionamiento del cuerpo humano, algo que según el LL era de la mayor importancia, ya que teniendo el conocimiento de los procesos orgánicos, el cerebro cumpliría con su labor y mantendría a Alexander convenientemente ocupado analizando los cambios registrados en su organismo durante el proceso y el porqué de los mismos, lo que lo ayudaría a controlar el dolor.

Durante las sesiones con Darko, Alex lamentó de veras que su hermana no estuviese presente, ya que sabía cómo le apasionaba la ciencia y habría disfrutado enormemente de las amenas explicaciones del LL. Como él no era un alumno regular, contaba con algo más de tiempo libre, así que se le permitió asistir a las exhibiciones de defensa personal e incluso participar en una, y aunque Iliar se aseguró de que el havarik con el que se enfrentó, tuviese claro que era un chico y más importante aún, que era un sizvitel, el individuo en cuestión le confesó al LL que no había sido sencillo, porque Alexander exhibía una excelente técnica de combate y a pesar de que evidentemente su fuerza todavía no había alcanzado su punto máximo, ya era  mucha más de la que se habría esperado para su edad.

Derek por su parte, llevaba dos días en estado de total agitación, lo que le valió ser reprendido por su Lerervyl.

  • Phillipe, eres un devrig con un poder muy superior a un devrig común y con cierto tiempo de entrenamiento, así que no se justifica de ninguna manera tu lamentable comportamiento. Cuando pierdes el control eres destructivo, pero también vulnerable, así que concéntrate

Aunque Derek lo miró con deseos de golpearlo, estaba muy lejos de hacerlo por varias razones. Primero, porque a pesar de la mencionada pérdida de control, tenía muy presente lo que la misma había ocasionado la vez anterior. Segundo, porque le había costado mucho que los Lerervyl lo tratasen como a uno más de los estudiantes. Tercero, porque sabía que él tenía razón, y por último, porque no habría tenido ninguna oportunidad en contra de aquel sujeto en ese momento.

Liever Izhèvsk era un Devrig primigenio, y había sido uno de los Lièrenvyr [1] que formaba parte del cuerpo armado de Iziaslav. Su poder al igual que el de Iván, residía en su control mental, aunque no alcanzaba los niveles de destreza y habilidad de Iván o Istval, pero era superior al de otros individuos que lo ostentaban en mayor o menor medida, de modo que cuando Iziaslav decidió que necesitaba a sus guerreros de nuevo, Liever pasó a formar parte del cuerpo de formación, y en su caso a las órdenes de Iván que era el que comandaba esa área específica. Como Iván estaba preso en Illir, Liever había asumido la jefatura de esa cátedra, y aunque no se ocupaba de todos los estudiantes, sí lo hacía con especial atención de Derek y de Henri.

Ese día su disgusto obedecía a que durante el entrenamiento, y aunque sabía que Derek seguía sintiendo cierto resentimiento por Henri, se veían obligados a trabajar y estudiar juntos, pero Derek se había excedido, con la resultante de que Henri había respondido con igual intensidad, pero con mayor frialdad, porque él no estaba en las condiciones de alteración en las que se encontraba Derek y éste último había terminado con una alarmante hemorragia nasal.

No obstante, después de su discurso de reprimenda a Derek, Liever se volvió hacia Henri que esperaba en respetuoso silencio, y que además sabía que aquello iba a costarle también a él como mínimo un castigo.

  • D’Albret
  • Sarì
  • ¿Tienes una explicación?
  • No sarì, a menos que consideres una, el haber pensado que Phillipe sería capaz de bloquearme
  • ¿Intentas decirme que no notaste que estaba fuera de control?
  • Lo hice, pero también asumí que lo superaría
  • Creí haberles dejado claro  --  dijo ahora mirándolos a los dos  --  que en este negocio la primera regla es no asumir nada, es un pésimo asunto pensar por los demás. Ustedes tienen un extraordinario poder que los coloca en una posición de ventaja ante cualquier enemigo, ya que tienen completo acceso a sus pensamientos y sentimientos, de manera que tienen que concentrarse en lo que están viendo y no en lo que creen que puede suceder. Repito, ustedes manejan hechos y es estúpido guiarse por suposiciones
  • Ak sarì  --  dijeron ambos
  • Bien, D’Albret vas…
  • Sarì  --  lo interrumpió Derek y él lo miró  --  es injusto que lo castigues, todo esto fue mi culpa, así que quien se merece el castigo soy yo
  • Bien, entonces los dos van al calabozo y los quiero mañana a primera hora aquí




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