La Dinastía (libro 7. Aykeris)

Cap. 11 Desastre

 

Iván miraba a Lucien y se preguntaba qué hacer con él, ya habían transcurrido seis años desde que había caído de nuevo en aquel vacío, y aunque en algunas ocasiones le pareció captar algún fugaz pensamiento en la vacía mente del sizvitel, éstos eran tan imprecisos como veloces y el Levjaner llegó a pensar que se lo estaba imaginando.

Aquel era un caso por demás extraño y si se hubiese tratado de un humano común, sin duda habría muerto, ya que para la época no se manejaban los actuales procedimientos de la hidratación endovenosa, de manera que no podían suplir la necesidad de alimento y nutrientes que requiere cualquier organismo para subsistir. No obstante, y aunque los devrigs eran una raza que estaba muy avanzada en términos científicos, tampoco habían llegado tan lejos aún, sin embargo, se las estaban arreglando bastante bien al menos con respecto a eso, y sería a raíz de esta desesperante situación, que se adelantarían mucho a los métodos de soporte alimenticio que tardarían mucho más en conocerse en el mundo, y la razón principal de que en esta ocasión el cuerpo de Lucien no se estuviese deteriorando tanto como años atrás.

Lo que tenía a Iván muy preocupado aquella mañana era la extraña reacción del organismo de Lucien y que estaba directamente relacionada con la situación de Alexander. Ya en una ocasión anterior habían sido testigos de lo mucho que había sufrido Lucien cuando los aykeris habían estado enfermos, así como el día que fueron atacados, pero  en ambas oportunidades Dylan lo había experimentado de la misma forma mientras que en esta y según los informes de Iliar, ni Dylan ni Lucía parecían estarlo pasando tan mal, así que Iván terminaría por concluir que esto se debía al estado de postración en el que se encontraba Lucien.

  • Sarì  --  saludó el Levjaner en cuanto sintió que Iziaslav entraba a la habitación

Iziaslav apenas le hizo un gesto con la cabeza y se acercó a la cama; se sentó junto a su hijo y pasó una mano por los cabellos de Lucien.

Iziaslav había amado sinceramente a Gianna, y era algo de lo que individuos como Milorad o Janos estaban bastante seguros, porque de no haber sido así, no la habría tomado por esposa, sino que se habría contentado con tenerla como a tantas otras, porque Gianna era una esclava producto de un botín de guerra. No obstante, y siendo que había perdido a su primera esposa sin prácticamente haberla conocido, Iolan no puso muchas objeciones cuando su hijo quiso tomar a Gianna, ya que lo único que le interesaba a aquel individuo era que su hijo le diese a su vez muchos vástagos para defender sus tierras y conquistar otras.

Habían sido felices durante los primeros años de matrimonio, pero la salud mental de Gianna pareció comenzar a deteriorarse con las sucesivas pérdidas posteriores a los nacimientos de Mikha y Andrei. Cuando nació Iyul se sintieron muy felices no solo porque era otro varón sano y fuerte, sino porque Iziaslav ya pensaba que su mujer no podría darle más hijos. No obstante, la felicidad les duró poco, pues el próximo embarazo fue problemático y temieron que terminase en pérdida nuevamente. Gianna se encontraba francamente mal, había comenzado a  decir incoherencias y después de varias desapariciones en el bosque, Iziaslav se vio obligado a colocarle una guardia especial.

El consejo se mostró muy preocupado, ya que si bien no prestaban mayor atención a los embarazos en general, aquella era la mujer del Hlavary y su descendencia obviamente preocupaba a todos, así que no les parecía juicioso que una chica que a todas luces no estaba muy sana y había perdido a muchos de los bebés, siguiese teniendo la responsabilidad de proveerlos de futuros príncipes, de manera que le habían hecho ver a Iziaslav la conveniencia de buscar otra esposa, pero él en verdad la quería y se negó a hacerlo.

Con el nacimiento de Lucien, quien casi enloqueció fue Iziaslav por muchos motivos, de entre los que destacaba que el chico había nacido un día especialmente señalado, pues coincidió con un fenómeno celeste igual al acaecido el día del nacimiento de los gemelos y que terminó del mismo modo, es decir, con una espectacular lluvia de estrellas. Según la cultura de su raza, aquello significaba que el pequeño sizvitel sería un personaje grande e importante, pero lo que interesaba a Iziaslav al menos al inicio, era que su hijo había nacido sano, aunque no tan fuerte como los mayores, pero a lo anterior, vino a sumarse algo más serio que él se empeñaría en evitar y olvidar.

Durante los primeros meses todo marchó bien, Lucien era inquieto y curioso, de manera que incluso antes de aprender a caminar, ya se escapaba de la tienda y Gianna vivía prácticamente todo el día tras el pequeño. No obstante, poco después de que el niño cumpliese su primer año y en una de sus escapadas, fue mordido por una serpiente; Mikah que era el mayor y quien había salido en persecución el pequeño fugitivo, escuchó el grito del chico y se apresuró a darle alcance, pero cuando vio al animal reaccionó con tanta rapidez como pudo cogiendo una piedra y aplastándole la cabeza; a continuación alzó a su hermano y corrió de vuelta, lo puso en brazos de su madre y salió a toda carrera en busca de Nadège. Fueron unas horas terroríficas, pues aunque Mikha había vuelto al lugar donde había encontrado al chico y había traído la serpiente para que Nadège la viese, y él había dicho que no era especialmente venenosa, Lucien sufrió todos los síntomas de un terrible envenenamiento, determinándose así que siempre sería especialmente sensible a aquellos bichos independientemente de su peligrosidad.

A partir de ese día, Gianna pareció desconectarse de todo lo demás, hijos y marido incluidos para dedicarse exclusivamente a Lucien, de manera que el chico no respiraba sin que su madre lo supiese, y aunque Iziaslav también vivía mortificado porque parecía imposible que Lucien se estuviese quieto un minuto, lo de Gianna era simplemente extremo y aun así, Lucien se las ingenió para escaparse tantas veces como le fue posible. Con las cosas así, el pequeño príncipe había crecido rodeado no solo del amor desmedido de sus padres, sino terriblemente sobre protegido por todos, ya que ni sus hermanos escapaban a la responsabilidad de cuidarlo.

  • Permíteme, sarì  --  escuchó Iziaslav la voz de Iván y salió de sus recuerdos
  • ¿Sker?
  • Debo colocarlo en la tina




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