Una vez que Istval había sacado a Lucien de escena y lo había puesto en tierra de nuevo, tuvo que enfrentarse a su ira. Si bien era cierto que nadie estaba autorizado a golpear a un sizvitel o siquiera a tocarlo sin su consentimiento, Istval a diferencia del resto de sus congéneres, y aunque se habría dejado matar por sus altezas reales si sabía que había hecho algo mal y que por tanto estaban en su derecho para disponer de su vida, si no era así, no habría poder humano ni divino que lo hubiese convencido a dejarse apalear sin defenderse. De manera que aunque Lucien tenía toda la intención de machacarlo, Istval no se dejó, aunque tampoco lastimó al furioso individuo limitándose a detener el ataque, y como él no estaba en el estado de furia que estaba Lucien, tuvo bastante éxito.
Lucien tardó unos segundos en procesar lo que Istval acababa de decir y reaccionó de forma similar a Yvaylo, o al menos casi con las mismas palabras.
Lucien no era ajeno a los procesos biológicos del ser humano, pero naturalmente aquello en particular no era algo por lo que hubiese tenido que preocuparse nunca, sin embargo, a diferencia de Yvaylo, él no pensó en lo que aquello había implicado para su cultura en el pasado, sino en que era una cuestión desagradable y con la que un caballero no tenía nada que ver. No obstante, y como en su posición ninguna mujer, a excepción de la que los ocupaba, lo había tratado jamás de otro modo que no fuese con el debido respeto independientemente de si se encontraba indispuesta o no, lógicamente no entendía qué importancia podía tener aquello o por qué Istval sostenía que esta circunstancia podía amenazar su vida de alguna manera, así que Istval dedicó unos minutos a instruirlo al respecto.
Istval rio, pero al menos Lucien pareció perder el interés por enviarlo a Zatvor.
Después que Yvaylo había dejado a Lucía en su habitación, caminó por los pasillos del palacio en actitud pensativa. A pesar de lo que le había dicho Istval, y aunque sabía que era verdad porque estaba bastante seguro de que Dylan la última cosa en la que habría pensado sería en comprometer a su hija a una edad tan temprana, sabía igualmente que en cualquier caso aquella era una cuestión de la que debían estar al tanto los progenitores de la criatura en cuestión, pero siendo que Yvaylo no tenía idea de cómo proceder ya que Lucía no tenía una madre que se ocupase de informar al padre y al mismo tiempo se ocupase de los detalles, se fue a hablar con la suya.
Jovanka se alegró mucho al ver a Yvaylo, pues aquel seguía siendo visto como el bebé de la casa.
Jovanka era una mujer a la que todos reconocían como una con un carácter muy difícil, pero lo que nadie podría negar nunca era que se trataba de una madre a tiempo completo, de manera que le bastó mirarlo para saber que algo lo preocupaba.
Yvaylo sonrió e inclinándose le dio un beso antes de comenzar a hablar. A pesar de que Jovanka no era su madre biológica, no solo era la única que había tenido, sino que lo había sido en todos los sentidos posibles, era la que lo había alimentado, cuidado cuando estuvo enfermo, la que curó sus heridas infantiles y lo defendió de los aykeris e incluso de Lucien cuando ellos querían fastidiarlo, de manera que sí, Jovanka era su madre, la amaba y tenía una fe ciega en ella.
Mientras Jovanka lo escuchaba, pensaba que aunque Yvaylo era el vivo retrato de Iván, sus actitudes, sus sentimientos y su delicadeza eran los de Adrik; Jovanka sabía que aunque lo había amado y para ella Yvaylo era su hijo más pequeño, y a pesar de la constante alegría que el chico exhibía, tras aquellos ojos azul inmensidad seguiría siempre una leve sombra de tristeza por no haber tenido la oportunidad de conocer a su verdadera madre. Una vez que Yvaylo había terminado su exposición, Jovanka sujetó sus manos y lo miró directo a los ojos.
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Editado: 17.11.2021