La Dinastía (libro 7. Aykeris)

Cap. 30 En casa

 

El tiempo pasado con los svetsniks había sido de arduo trabajo, especialmente en lo tocante a la peligrosa habilidad con la que todos los convocados habían nacido, pero si bien recibirían entrenamiento con todos y cada uno de los svetsniks, el más duro sería Diell. Derek y Henri que creían que ya habían superado la parte más difícil de su entrenamiento, porque ni Iván ni Liever eran maestros dados a la suavidad, comprobaron que no podían haber estado más equivocados en la vida y hubo momentos en los que realmente desearon morir. A Iván no le fue mucho mejor, la diferencia con él era el tiempo que llevaba ejerciendo el control no solo de las mentes ajenas sino de la propia, su problema era su soberbia y desmedida arrogancia que en opinión de Diell, lo hacía incompatible con el grado que había alcanzado dentro de la organización, de manera que Iván fue apaleado en todos los sentidos posibles, y aunque no deseó morir como los chicos, sí tuvo que aplicarse mucho para no intentar arrancarle la cabeza a Diell, porque destrozar su cerebro estaba definitivamente fuera de su alcance.

Istval e Irakli si bien no la tuvieron más fácil, su problema estaba en su anarquismo, de manera que en sus casos quienes casi renunciaron fueron los svetsniks. Heilig y Erde dijeron que no querían ni acercárseles, mientras que Sadix estaba segura que Maikata Priroda había cometido un increíble error con aquellos dos, y en el caso de Vady, juraba que los mataría con sus propias manos si volvía a escuchar sus voces. Con las cosas así, quien más tendría que aplicarse sería Diell y no únicamente con las criaturas, sino con sus propios compañeros, porque a pesar de su dilatada experiencia, seguían conservando su humanidad y ésta estaba haciendo mucho ruido.

Lucien resultó otro reto difícil de superar, porque en su caso a lo primero que tendrían que enfrentarse sería no solo al odio inveterado que él les profesaba, sino al propio rechazo de casi todos por el problemático príncipe. Sadix fue la única que desde un inicio se mostró más dispuesta, pero eso no hizo que él la tratase mejor y de hecho bastante peor. Sin embargo, una vez que lograron hacer que les creyese en cuanto a que no tenían ningún motivo para hacerle mal alguno, comenzó un lento pero firme avance, la cuestión era que si Iván era arrogante, este muchachito le llevaba una grosera ventaja, pues habiendo nacido siendo un príncipe, aparte de la mencionada arrogancia era soberbio, malcriado, discutidor, orgulloso y un largo etcétera de muy difícil manejo, a lo que venía a sumarse que era simplemente incapaz de seguir órdenes pues estaba acostumbrado a que quien las daba era él, de manera que para conseguir cualquier cosa de él era necesario darle una indecente cantidad de explicaciones y hasta que no quedaba completamente satisfecho y convencido de que debía hacer algo, no lo hacía.

Mjèsek tuvo una muy larga conversación con sus compañeros para hacerlos si no entender, porque lo tenían claro, sí aceptar que si Lucien era imposible no había posibilidad alguna de que Lucía fuese mejor, porque habían comprobado sin sombra de duda que si bien su gemelo era Alexander, compartía la esencia de Lucien casi hasta en el último de los detalles. No eran precisamente los svetsniks quienes iban  ponerse a discutir los posibles motivos de Maikata Priroda para hacer algo como aquello, y con lo único que se habían mostrado en desacuerdo era con la elección de Istval e Irakli, pero no dejaba de parecerles algo sumamente fuera de lugar y muy inconveniente, porque ciertamente Lucía no era hija de Lucien. No obstante, en la gemelita había algo de suma importancia que obraba en su favor y de lo que Lucien carecía, y era que ella había nacido siendo una vidmagy, de modo que si bien dio casi los mismos problemas que Lucien, su aprendizaje con relación a su especial y ancestral habilidad fue veloz y muy superior a lo que habrían podido esperar.

De todo aquel extraño grupo, el que menos problema dio fue Alexander, algo que alegró a los svetsniks, porque el chico aparte de aplicado era sumamente cortés, diplomático, inteligente y para sorpresa incluso de los svetsniks, portador de un poder que solo se le había concedido a las mujeres de su familia, de modo que en conjunto, era quizá el más poderoso del grupo. Sin embargo, y como les hizo notar Diell, la perfección si bien era la meta perseguida, no solía ser una realidad absoluta, porque Alexander también había heredado la peligrosidad de sus ancestros Yaroslávich y era seguro que llevado a los extremos y a pesar de que tenía un soberbio control sobre su mente y sus emociones, podía resultar directamente letal de muchas y muy variadas formas.

Si bien era cierto que ni siquiera los svetsniks sabían de cierto cuánto tiempo les tomaría entrenar adecuadamente a aquellos individuos, el mismo había superado bastante el que pudiesen haber imaginado, sobre todo si se tenía en cuenta que entre ellos había tres devrigs primigenios y más cuando uno era un Levjaner, otros dos eran Lierenvyrs, y dos más que estaban a punto de convertirse en lo mismo, así que su opinión en el sentido de que solo los aykeris llegaban prácticamente sin ningún entrenamiento, fue solo una ilusión y los svetsniks serían quizá los más sorprendidos con relación al tiempo que les llevaría concluir con el trabajo. Pero finalmente, mientras los veían alejarse se sintieron aliviados, al menos, algunos de ellos.

  • No puedo creer que haya terminado – dijo Erde
  • Y yo me alegro de que así sea – expresó Vady
  • ¿Mjèsek? – dijo Heilig pues esta era la única que no estaba mirando al grupo que se alejaba
  • Nos fue confiada la tarea de instruirlos y prepararlos. Hemos cumplido con nuestra obligación – dijo ella aun con los ojos cerrados
  • Pero no parece que eso te cause satisfacción – dijo Ahorí, pero ella no dijo nada
  • Lo importante es que cumplimos con lo que nos fue encomendado y está concluido – dijo Erde
  • ¿Lo está? – preguntó Mjèsek




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