La Dinastía (libro 7. Aykeris)

Cap. 37 Noche difícil

 

Dylan vio marchar a su hija del brazo de Milorad y se giró hacia Iyul pues le urgía hablar con su hermano.

  • No creo que esa expresión obedezca a que estés preocupado por el pobre Milorad ¿no? – preguntó en tono burlón
  • ¿Por qué iba a estar preocupado por él?
  • No lo sé, tal vez pienses que tu hija intentará enloquecerlo obligándolo a hablarle de las antiguas estrategias de guerra

Aunque no había pensado en ello, Dylan juntó las cejas, porque aquella era otra característica de Lucía que él no lograba entender. Lo normal habría sido que fuese Alexander quien se interesase por aquellas cosas, pero era Lucía quien lo hacía y no había nada que la entusiasmase más que escuchar viejos relatos de batallas o que le hablasen de los avances en armas de guerra, pero lo más peligroso a juicio de Dylan, era su interés en las técnicas para enfrentase cuerpo a cuerpo a un hipotético y muy improbable oponente; de modo que perseguía a Milorad que era conocido por su habilidad en lo primero, y a Iliar por su peligrosidad en lo segundo.

  • Rybik – dijo Iyul – también dije que dudaba que estuvieses preocupado por ello, aunque ahora lo estés, así que dime qué es en realidad lo que te preocupa en primer término, porque lo segundo es necio, ya que sabemos que ella nunca se verá involucrada en una batalla.
  • La verdad es que con respecto a eso, ya no sé qué pensar, Iyul
  • Y te acabo de decir que es necio, porque ya no vamos por ahí guerreando con nadie, así que eso anula la posibilidad de que ella se vea envuelta en algo así
  • Bien, pero hay otro asunto quizá más preocupante
  • Te escucho
  • Sé que es normal que los padres veamos a nuestras hijas como las niñas más hermosas del mundo, el problema es que… al menos con relación a la mía, todos parecen pensar igual

Iyul lo miró durante algunos segundos en los que Dylan se sintió muy incómodo, pues le parecía que estaba siendo objeto de la conmiseración de Iyul.

  • Ven – le dijo y miró a los Levjaners – Misha, Yvaylo
  • Descuida, ya está hecho – le dijo Misha, y así era, porque siendo que Yvaylo sabía perfectamente lo que estaba preocupando a Dylan, apenas se acercó a Iyul, creo el aislamiento
  • Creo que es hora de otra pequeña lección de historia, Rybik – le dijo Iyul

Dylan se sintió lanzado casi treinta años atrás, algo que no lo hizo sentir especialmente bien, pues recordó que en las oportunidades en las que Iyul le había dado una pequeña lección de historia, él había terminado sintiéndose miserable, lo que contribuyó poco a su estado actual.

  • Esto es algo que sabes en líneas generales – comenzó – El primero en perder la cabeza por una Siglair fue nuestro padre, después de él, fue Mikha a quien siguió Andrei, y más recientemente, yo estuve a punto de caer en la misma peligrosa situación, porque es posible que desees quitarme la cabeza después que te diga esto, pero estuve cercano a caer en el hechizo Siglair cuando conocí a Sophie
  • ¡¿Qué?! – le gritó poniéndose de pie
  • Cálmate, Dylan – le dijo él mientras Misha e Yvaylo se habían girado al sentir la alteración

Ellos y si bien creaban el aislamiento, también ponían el mayor empeño en no escuchar las conversaciones, pero como seguían alertas, podían registrar cualquier alteración, así que ambos acataron la silenciosa petición de ayuda de Iyul aplicándose a estabilizar a Dylan.

  • Dylan – continuó Iyul un momento después – te aseguro que no sucedió nada, porque en cuanto Misha lo notó, hizo que nuestro padre ordenase mi inmediato regreso a Illir
  • De modo que fue por eso que abandonaste Inglaterra y no volviste – dijo Dylan que había recordado la intempestiva marcha de Iyul en aquella ocasión
  • Así es, pero lo importante aquí, es que entiendas que esto es algo que sucede sin nuestro concurso y no siempre es amor ¿comprendes? – y, aunque Dylan había comenzado a asentir, luego negó
  • No
  • A decir verdad, tampoco nosotros lo comprendemos del todo, y durante mucho tiempo pensamos que se trataba de una maldición adicional que se nos había adjudicado, pero el asunto es que a partir de la muerte de Andrei, haryk nos prohibió, o al menos a mí, que me acercarse alguna vez en mi vida a una Siglair
  • ¿Por qué solo a ti?
  • Vamos Rybik, sabes perfectamente cómo reacciona Lucien ante una, así que, aunque su vida dependiese de ello, no se avendría de ninguna manera a verlas de otra forma que como una desgracia

En ese momento Dylan recordó que en efecto, Lucien se refreía a Lucía exactamente así y casi pudo escucharlo: Esa niña es una desgracia.

  • Un momento – dijo de pronto – yo no llevaba sangre Yaroslávich cuando me enamoré de Sophie
  • Lo que garantiza en principio, que en tu caso sí era amor real y los aykeris lo prueban – le dijo él – pero la cuestión aquí, es que estábamos si no equivocados, porque se probó con suficiencia que si bien los Yaroslávich podíamos perder la cabeza por una Siglair, no era algo que nos afectaba de forma exclusiva a nosotros, sino  que a los otros hombres también, la diferencia era que eso podía matarnos a nosotros mientras que los demás podían conservar sus vidas, aunque establecer si conservaban la razón estaría un poco más difícil – dijo y Dylan lo miró mal – Escucha, el experto en asuntos Siglair es Istvan, es él quien ha llevado un cuidadoso registro de todas las generaciones Siglair, de sus vidas, sus relaciones y sus… – iba a decir víctimas, pero se corrigió – conocidos; de manera que si quieres saber más acerca de la historia materna de Lucía, deberías hablar con él




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