La Dinastía (libro 7. Aykeris)

Cap. 38 Peligroso

 

Después que Dylan y Lucía habían abierto el baile, él la dejó en compañía de un apenado Sergei.

  • No voy a morderte, Sergei – le dijo ella en cuanto Dylan se había alejado

Sergei ya había tenido ocasión de conocerla, pero no tenía ni la más lejana idea de cómo tratarla, porque en principio, Iziaslav no había tenido hijas, ya que Emiliana en realidad no lo había sido y en cualquier caso él nunca habló con ella. También era cierto que había conocido a algunas princesas, pero la naturaleza de su trabajo con quien más lo obligaba a relacionarse era con los dignatarios de las diversas monarquías, principados o imperios. Y para coronar todo el asunto, aquella era una Siglair, y si alguien no podía olvidar lo que aquellas criaturas podían hacerles, ese era Sergei que había visto morir a Andrei por causa de una. De modo que la incomodidad de Sergei estaba plenamente justificada y todo lo que quería hacer era alejarse a toda prisa. Todo esto fue claramente percibido por Lucía que compuso expresión de tristeza.

  • Lo lamento, Sergei

Aquello no mejoró en nada la situación del pobre sujeto, porque aparte del malestar que le produjo escucharla debido al credo de todos ellos con relación a que ningún príncipe tenía por qué disculparse por nada, vino a sumarse el sentir casi como un golpe físico, la más de media docena de miradas de los ZD que si bien no estaban visibles, la fuerza de su ira fue perfectamente captada por Sergei.

  • No debes temerme, porque no puedo negar lo que soy, pero sería incapaz de hacerle daño a alguien que como tú, ha dedicado su vida a servir con tanta fidelidad a mi familia
  • Biagyzlim, nym sizviteliani – dijo con rapidez doblando una rodilla ante ella
  • Levántate – dijo ella y él obedeció, aunque seguía con la cabeza gacha – Mírame Sergei – ordenó, y, aunque era la última cosa que quería hacer, tampoco podía desobedecer – Independientemente de lo que creas que puedo hacerte, créeme que no será así, no solo por lo que dije antes, sino porque tengo aun otro motivo para estar agradecida contigo, y es que te has dedicado con el mismo ahínco de lo anterior, a mantener vivos los ideales de tío Andrei, de modo que en mí encontrarás no solo gratitud, sino disposición para ayudar en cualquier forma que sea posible. Ahora puedes marcharte, pero no olvides lo que acabo de decirte
  • No lo haré – dijo él – Dhavjá nym sizviteliani – agregó alejándose a continuación
  • Lucía – escuchó la voz de Irakli
  • Si vas a
  • Dirígete hacia otro lugar
  • ¿Por qué?
  • El que se acerca no es un individuo de la clase…
  • No fastidies, Zurab
  • Principessa – escuchó casi enseguida y se giró
  • Sarì Savaresce
  • Giorgio – dijo él

Los ZD cursaron un urgente mensaje a Istval quien en ese momento estaba conversando con Iziaslav, pero en cuanto las voces de sus compañeros colisionaron en forma violenta en su cabeza, se quedó a media frase y casi de inmediato corrió en aquella dirección sin detenerse a pensar que ni había pedido permiso para retirarse, ni que aquello podía reportarle pésimas consecuencias, pues nadie deja a un soberano sin su autorización.

  • ¿Me concedería el honor de un baile? – estaba preguntando Giorgio cuando él llegó

Giorgio no era un Lovet y ni siquiera estaba cerca, pero seguía siendo un devrig y registró con claridad meridiana la enfurecida mirada de Istval, pero antes de que pudiese volverse, tuvo que prestar atención a Lucía.

  • Sería una grosería no hacerlo, sarì – le dijo a él mientras detenía a Istval – Tranquilízate, Korsacov, y en realidad háganlo todos ustedes, porque por muy peligroso que sea este individuo, no sería tan imbécil como para intentar romperme el cuello en un salón lleno de personas.

Istval sabía quizá mejor que nadie, salvo por Yvaylo tal vez, que era un pésimo asunto contrariar a aquella chica en ciertas circunstancias, y, aunque Istval era anárquico, tenía claro que no podía impedirle a una princesa hacer lo que le viniese en gana estando en público, de modo que se tragó su ira.

  • ¿Lavny? – escuchó el coro de voces
  • Quizá no podamos impedirle esto, pero le haremos la vida tan miserable como sea posible. A partir de este momento, ese infeliz no puede respirar sin que yo lo sepa ¿Está claro?
  • Ak sarì – contestaron todos

No obstante, si bien los ZD estaban dispuestos a acatar las órdenes de Istval y no tenían alternativa con relación a las de Lucía, Lucien era otro asunto de más difícil arreglo, porque en cuanto vio a Giorgio al lado de la chica, lanzó el vaso que tenía en las manos y un segundo después estaba frente al sorprendido devrig.

  • Luciano – dijo Giorgio, pero no podría pasar de ahí, porque lo próximo que todos vieron, fue el puñetazo que le acomodó el enfurecido sujeto

Como Iziaslav, Istvan y Milorad, habían estado mirando hacia donde Istval había corrido, fueron los primeros en llegar, pero mientras Iziaslav sujetaba a Lucía, nadie podía hacer lo mismo con Lucien, así que vieron con preocupación, cómo estaba masacrando a Giorgio. Sin embargo, cuando Lucien sacó su Dykari, escucharon a Avitzedek.

  • ¡Iziaslav!




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