La Dinastía (libro 7. Aykeris)

Cap. Decisiones

 

Un par de días después de la Evesbriel, Alexander fue a hablar con su hermano. Ekain y Franz lo vieron acercarse y se inclinaron ante él.

  • Dhakvrevit larsevirier
  • Dejavrys

Ekain se puso rápidamente de pie para abrir la puerta, pues Derek había dado estrictas órdenes de que, sin importar el día o la hora, jamás debía impedírsele el paso a su padre ni a sus hermanos.

  • Kasny din – saludó
  • Buenos días, Alex
  • Necesito que hablemos un momento

Aunque Derek aún no terminaba de vestirse, le dio una silenciosa orden al sirviente para que los dejase solos.

  • ¿Qué sucede, Alex?
  • Es momento de hablar con papá y con el abuelo

Derek caminó hacia la ventana y estuvo mirando la blanca extensión de nieve antes de decir nada.

  • Me caso en unos días, Alex
  • Ya lo sé, pero ese no es motivo para seguir retrasando esto
  • Aún no he pensado qué vamos a hacer con Lucía ¿tú sí?
  • No podemos hacer nada, ella tiene la misma misión que nosotros
  • Esto va a…
  • No tiene por qué
  • Alexander, para papá siempre seremos niños, y adicional a eso, Lucía es una chica. Y suponiendo que ignoremos todo lo anterior, separarse de ella va destrozarlo
  • Y es nuestro deber ayudarlo a que no sea así

Finalmente Derek asintió y terminó de vestirse mientras Alex cursaba un mensaje a aquellos que habían ido a instruirse con los svetsniks. Después del desayuno, se reunieron todos en el salón privado de Alex. El último en presentarse fue Lucien que durante los dos últimos días había estado teniendo todos los problemas del mundo para que su hermano mayor dejase de sermonearlo, de modo que venía, para variar, del peor humor. Una vez todos allí, Alex expuso su punto, pero si bien la mayoría lo entendía y compartía la necesidad, habría sido mucho esperar que la criatura se mostrase de acuerdo al menos con una parte.

  • ¿Qué haremos con Dylan?
  • Nada, porque él tendrá que aceptar algo para lo que ninguno de nosotros tiene el derecho y ni siquiera la posibilidad de oponerse.
  • Alex, he conocido a Dylan casi toda su vida, de modo que, si piensas que podrás hacerlo a un lado sin una indecente cantidad de explicaciones, y de hecho no podrás, estás tristemente equivocado. Adicional a lo anterior, cómo harás para que no se preocupe por la desgracia, porque todos nosotros sabemos que no necesita tanta preocupación, pero…
  • No estoy muy segura de que tú mismo lo tengas claro, ergelar – lo interrumpió la desgracia, pero él decidió, prudentemente, en opinión de todos, ignorarla
  • Derek y yo nos haremos cargo de eso – dijo Alex

Aun discutieron un poco más, o al menos lo hicieron ellos cuatro, porque el resto se limitó a escuchar sin emitir opiniones que no les correspondían.

  • Bien, hay que pedir entonces una reunión del Adestrarshy
  • Encárgate tú de eso – le dijo Lucien
  • Tú eres el mayor – le dijo Alex mirándolo con reprobación – y te corresponde a ti asumir el liderazgo
  • Aclaremos algo, Alexander. Puedo ser el mayor, pero si pudiera, ni siquiera sería lo que soy, y sabemos que nunca gobernaré a nuestra maldita raza. De manera que haré lo que se me pidió que hiciese, únicamente porque pienso que el mundo no se merece una desgracia como nosotros, y, aunque no es que sean especialmente buenos o se merezcan una gran conmiseración, tampoco merecen morir como pueden hacerlo si nuestros congéneres siguen susurrando malignas ideas en sus necios oídos. Pero de ahí a que asuma una posición que nunca he querido, hay una distancia enorme.

Dicho esto, abandonó el salón diciendo antes de salir que le hiciesen saber cuándo tendría lugar la molesta reunión. Los que había conocido a Lucien toda la vida, como eran los casos de Iván e Istval, tenían la sombra de una sonrisa en los labios; Henri, Irakli y Derek, solo pensaban en que salvando las distancias, Lucía se parecía en forma extraordinaria a aquel sujeto; y en el caso de los aykeris, una miraba hacia el lugar por donde había salido Lucien con expresión neutra, mientras que Alex se frotaba la frente en un gesto que se le hacía muy familiar a Istval, de modo que fue él quien decidió hablar.

  • Alex – dijo acercándose y el chico le hizo un gesto de asentimiento – No vale la pena que te preocupes tanto por él, todos sabemos que Lucien nunca pudo aceptar el habernos convertido en lo que somos, y, aunque no sabemos exactamente cómo o por qué, no se convirtió en un problema de otra clase, porque siendo los sanguinarios sujetos que éramos, y teniendo en cuenta su inestabilidad mental…
  • ¡Korsacov! – exclamó Lucía – ¡Ese individuo no podría ser más desagradable, pero no está loco!

Por un caótico momento, todos, con excepción de Iván y Alexander, se sintieron perdidos, porque encontraban del todo absurdo que justo ella, fuese a defender a Lucien en ningún sentido.

  • Nadie ha dicho que lo esté, Lucía – intervino Iván – pero es un hecho que nació con un desorden mental que es lo que lo ha llevado a esos estados de ausencia cuando algo lo lleva al límite de sus emociones




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