La Dinastía (libro 7. Aykeris)

Cap. 47 Massarik

 

Gregori Massarik era un devrig primigenio que después de los primeros años de caótico desastre que habían vivido luego de la transformación, logró no solo sobrevivir, sino estabilizarse, o al menos tanto como para no ir por ahí matando a todo aquel que lo contrariaba.

Gregori siempre había sostenido su parentesco con el Hlavary, algo que si bien nadie había creído, tenía sustento real, pero nunca pudo cambiar aquello que ni él mismo podía probar, pues ni siquiera conoció a la mujer que establecía ese lazo. Como era costumbre de la época, Ilen, el padre de Iolan, cambió a su hija Ima por varios prisioneros que eran más importantes para él que su hija, porque mientras éstos eran guerreros, Ima solo era una carga. A Iolan por su parte, nunca le interesó la suerte que había corrido su hermana, pero lo cierto fue, que la para entonces niña, si bien conservó la vida y fue dada en matrimonio a uno de los hijos del Hlavary de aquella tribu, el mismo nunca se efectuó, porque en breve aquella tribu fue atacada por otra y ella fue hecha prisionera. Finalmente Ima terminaría sus días con un Massarik perteneciente a una tribu mazoviana. El cuento, que en realidad no lo era pues tenía sustento real, de que Ima era hija de uno de los Hlavary más peligrosos, cruel y sanguinario, había sobrevivido a través de sus hijos, quienes a su vez se lo trasmitirían a los suyos, pero como Gregori no conoció a su abuela, y las historias estaban vestidas de cosas tan increíbles como por ejemplo, que los hombres de Ilen podían quemar aldeas enteras con sus ojos, o desatar espantosas inundaciones con solo suspender sus manos sobre cualquier cauce de agua, él nunca estuvo muy seguro de que en realidad ella fuese quien decían que era.

Sin  embargo, cuando la amenaza de los Devlianos comenzó a cernirse sobre los Mazovianos, el Hlavary de su tribu convocó a sus guerreros y expuso la situación, misma que Gregori, que era solo un niño de unos 7 u 8 años, escuchó escondido tras la tienda. Los Devlianos habían arrasado con todos su vecinos, y los que habían sobrevivido se habían aliado a ellos, de modo que, según los informes que recibían, ahora contaban con una impresionante horda y el informante aseguraba que poseían tantos caballos que era imposible contarlos, y el doble de hombres que se preparaban para marchar sobre las tribus mazovianas. Gregori no lo supo entonces, pero los intentos de algunos de los miembros de las mencionadas tribus, en el sentido de pactar una alianza para hacer frente al inminente ataque, fracasaron y en breve comenzaron a ser diezmados. Por supuesto aquello no fue de la noche a la mañana, y si se les hizo corto el tiempo, fue porque vivían entre escaramuzas locales y extranjeras. Lo cierto es que cuando Gregori tenía alrededor de catorce años, los Devlianos ya estaban casi encima de ellos y él sacó rápidas cuentas decidiendo que no iba a morir allí, de manera que, como además estaba furioso con su progenitor, quien acababa de comprometerlo en matrimonio contra su voluntad, esperó a que el sol se ocultase para abandonar la aldea. Él sabía que era riesgoso lo que pretendía hacer, pero igual lo hizo, porque prefería morir intentándolo que en el campo de batalla defendiendo lo indefendible, y como era obvio que nadie podía hacerles frente a aquellos demonios, él haría su mejor esfuerzo por estar en el bando ganador.

Le tomó un par de días, sin detenerse a descansar, llegar hasta donde estaban las hordas devlianas, y aún le tomaría otro más que lo condujesen ante el Hlavary que para entonces era Iolan, pero en cuanto lo vio, Gregori perdió  mucha de su decisión, pues en verdad se veía ferozmente amenazante. Por empezar, Iolan exhibía una grosera estatura que ni sentado pasaba desapercibida, algo que parecían compartir todos los miembros de aquella tribu, algo que lo hacía percibir su propia estatura casi como la de un enano. El cuerpo de Iolan, aparte de fornido, estaba lleno de cicatrices y tatuajes, y si Gregori pudo apreciar esto, fue porque el individuo iba desnudo de la cintura para arriba. Llevaba una barba tupida pero no muy larga, mientras que lucía unas larguísimas trenzas que hicieron pensar a Gregori que nunca en su vida se había cortado el cabello. Tenía los ojos intensamente azules y esto era algo que también compartían los miembros de aquella tribu.

Gregori se fijó que estaba rodeado de varios hombres que lucían tan amenazantes como él, pero en los ojos de algunos de ellos no se veía la misma crueldad.

De igual modo se fijó en varios jóvenes que supuso serían sus hijos, porque guardaban un parecido mayor con él que los mayores, y hasta el más pequeño lucía una larga cabellera, aunque la suya no iba trenzada, pero más adelante se enteraría que los niños no se hacían su primera trenza hasta haber efectuado la Erwedais.

  • Son muy feas las ledzidar mazovianas – había dicho Iolan y los demás habían reído – Acércate kandly

Aunque las tribus eslavas compartían las raíces lingüísticas, tenían palabras propias, de modo que, si bien Gregori no había entendido lo primero, sí lo segundo y esto lo enfureció, aunque logró controlarse.

  • No es una, padre – dijo el más pequeño
  • Él lo sabe – susurró otro que a juicio de Gregori sí parecía una niña, pues aparte de delicadas facciones, tenía una larga cabellera dorada como rayos de sol.

Iolan no les había prestado atención, y de hecho, parecía que ni siquiera los hubiese escuchado, pero Gregori dejó de mirar a los niños porque quien lo había conducido hasta allí, estaba contestando a Iolan algo que él se había perdido.

  • Así que los mazovianos utilizan a sus mujeres para espiar – dijo Iolan




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.