La Dinastía (libro 7. Aykeris)

Cap. 52 Iziaslav

 

Aunque se suponía que Istziar y Derek aun demorarían alrededor de una semana en volver, Alexander quiso trasladarse a Yaroslavl antes, pues tenía mucho interés en conocer bien la ciudad y al pueblo del que era príncipe, y como Iziaslav no había puesto objeciones, era que ahora el soberano estaba entrando al Dvortes, pero desde que Iziaslav llegó a Yaroslavl, y a pesar de que iba una o dos veces al año, en aquella ocasión experimentó una sensación diferente y que se correspondía con la que siente cualquiera al regresar a casa. Inicialmente se preguntó la razón de la diferencia y tuvo un pensamiento que fue inevitablemente captado por Istvan quien como de costumbre y en ocasiones oficiales como la presente, iba con él.

  • Me estoy volviendo viejo

Así como Istvan no pudo evitar enterarse de aquello, él no pudo hacerlo en el sentido de registrar lo que el Levjaner pensó.

  • Sin duda lo... - estaba pensando Istvan y al segundo siguiente estaba sintiéndose terrible al escuchar reír al soberano

El escuadrón de Levramzyk que los acompañaba se sorprendió al ver a Istvan adelantarse un poco y a continuación doblar una rodilla frente a Iziaslav y bajar la cabeza.

  • Biagyzlim nym sarì. He cometido una terrible falta, de modo que dispón de mi vida según tu criterio

Si bien Iziaslav había sido un autócrata, y en muchos sentidos aún lo era, normalmente lo fastidiaba mucho aquella actitud de Istvan y culpaba a Milorad por no haber  repartido mejor la herencia genética entre sus hijos, porque si bien Milorad y debido tal vez a la confianza que había entre ellos por haber crecido juntos, normalmente le decía lo que pensaba sin mucho adorno, aunque si esto era especialmente incómodo o  desagradable primero le preguntaba si podía hablarle como amigo y luego era que lo apaleaba, sus hijos eran los dos extremos de aquella actitud, porque mientras Istval no tenía filtro, Istvan era el paradigma de la corrección, de los estirados modales y el respeto exacerbado al protocolo. De modo que si al primero quería sacudirlo por irreverente, al segundo por excesivamente formal.

  • Deja la payasada, Korsacov. Y apártate de mi camino o es por lo que voy a sacudirte - le dijo  

Algunos de los Levramzyk que los acompañaban hicieron un verdadero esfuerzo por no reír, pues recordaron a Lucía a quien habían escuchado dirigirse en el mismo tono y en los mismos términos al otro Korsacov.

  • Si no se te ofrece nada más de momento… - estaba diciendo Istvan cuando llegaron a las dependencias reales
  • Sí, siéntate - le dijo 

Si antes Istvan pensó que había cometido una terrible falta, ahora estaba seguro que iba a pagar por ella.

  • Llevas unos cien años o más siendo el Aridmi del Ledviacir ¿o me equivoco?
  • Voch sarì - dijo en forma automática
  • Entonces dudo mucho que no sepas, que en ocasiones no protegemos nuestros pensamientos porque nos sentimos seguros con ustedes
  • Ak sarì
  • Entonces te quedaría muy agradecido si dejaras de comportarte como una bizly asustada cada vez que eso sucede
  • ¿Se me permite hablar, sarì? - preguntó así que Iziaslav le hizo un gesto de asentimiento que evidenciaba fastidio - Puedo entender y sé que lo que dices es así, pero nada me da derecho a emitir opiniones que no me corresponden y que ofenden a mi soberano

Iziaslav tuvo deseos de zurrar al necio aquel, pero luego pensó que el necio era él, porque con aquel rybik no había nada que hacer como no lo había con su hermano en sentido contrario.

  • ¿Sarì, puedo decir…?
  • ¡Habla, con un demonio!
  • Solo quería darte un posible motivo para la sensación que experimentaste cuando llegamos - dijo él en tono apenado
  • ¿Y es?
  • En las anteriores ocasiones, has venido para asistir a un evento que si bien es importante para nosotros porque está asociado a nuestras antiguas tradiciones, se ha vuelto rutinario y no siempre agradable, pero en esta oportunidad la asistencia obedece a un acto oficial y trascendental para nuestra raza, pues se trata de la coronación de un sizvitel, algo que no sucedía desde hacía siglos, así como la presentación ante nuestro pueblo de nuestra amada sizviteliani, y aunque  eso no había sucedido nunca pues no era costumbre y en cualquier caso, no tuviste hijas, la novedad de lo segundo no resta nostalgia a lo primero
  • Dhavjà kicyk
  • Vanedarma sarì - le dijo y haciendo una inclinación, se dispuso a salir
  • Istvan
  • ¿Sarì?
  • ¿Te parece que dieciséis, son una gran cantidad de años?
  • Voch sarì
  • Entonces eres tan viejo como yo, kicyk nicabek - le dijo y dándole la espalda caminó hacia la ventana
  • Ak sarì - dijo él y se permitió una sonrisa, pues aquella era la cantidad de años que los separaba

Una vez solo, Iziaslav se perdió en un pasado tan lejano, que a él mismo, y a estas alturas, le lucía irreal.




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